23/10/2017, 16:46
La chica dejó sin habla al joven con su respuesta. Ésta contó que irónicamente lo que hacía que perdiese la memoria era morir, toda una paradoja para una inmortal, una burla mas en su desdicha. Contó que lo primero que recordaba era despertar en el tanatorio, y que tras ello nada mas, nada hasta unos lejanos recuerdos de la vida cotidiana en la urbe donde nunca cesa la lluvia, Amegakure. Sin mas, el chico golpeó la palma de su mano con su siniestra cerrada, y afirmó que sabía que una buena razón había para que le hubiese dejado plantado.
«Ostras...»
Y es que no era para menos... ¿hasta qué punto había llegado con éste chico? Se veía que habían llegado a intimar incluso, un auténtico desastre... ¿cómo debía tratarlo? ¿como su novio? No, no podía permitirse esa nueva desdicha, no era algo a lo que estuviese acostumbrada, ni algo que quisiese. Al menos no ahora, quizás así lo hubiese querido unos meses atrás, pero ahora eso no era mas que un recuerdo del chico.
—Se te ve animado... —se atrevió a bromear, buscando obviar lo asunto.
La pelirroja afirmó que muchas veces ordenar sus pensamientos era mas difícil que jugar al Go. Curiosamente, Datsue parecía un apasionado del juego, y no dudó en retarla. Eso si, como siempre, Datsue no quiso perder la oportunidad de hacer negocio con el juego. Tenía a su disposición tres de los cuatro pilares de la vida; una chica, juegos y apuesta.
—Será todo un placer, si es que no lo olvido... —contestó. —Eso si, creo que debería advertirte de que he jugado por muchos años, no creo que tengas estrategia para ganar tanto tiempo de experiencia en ese absurdo juego de estrategia. Supongo que podrías elegir una buena apuesta.
Datsue sentenció que ayudaría a la chica con el asunto de su memoria, como si fuese un experto en Fuinjutsu. Tras ello, y sin demora, afirmó que eso tendría que esperar un poco, al menos hasta que se acercase a la barra a pedir algo, ya que nadie parecía querer ir allí a atenderles. La pelirroja afirmó con un rotundo movimiento de cabeza vertical.
—Pídeme algún refresco, por favor. No me importa cuál.
La chica esperaría el regreso del joven, que seguramente se encontraría alguna crítica de la chica, pues ya armó jaleo en una noche anterior en la taberna, y volvía a hacerlo nada mas entrar. Quizás, solo quizás, ese era uno de los motivos por los que todavía no les habían atendido.
«Ostras...»
Y es que no era para menos... ¿hasta qué punto había llegado con éste chico? Se veía que habían llegado a intimar incluso, un auténtico desastre... ¿cómo debía tratarlo? ¿como su novio? No, no podía permitirse esa nueva desdicha, no era algo a lo que estuviese acostumbrada, ni algo que quisiese. Al menos no ahora, quizás así lo hubiese querido unos meses atrás, pero ahora eso no era mas que un recuerdo del chico.
—Se te ve animado... —se atrevió a bromear, buscando obviar lo asunto.
La pelirroja afirmó que muchas veces ordenar sus pensamientos era mas difícil que jugar al Go. Curiosamente, Datsue parecía un apasionado del juego, y no dudó en retarla. Eso si, como siempre, Datsue no quiso perder la oportunidad de hacer negocio con el juego. Tenía a su disposición tres de los cuatro pilares de la vida; una chica, juegos y apuesta.
—Será todo un placer, si es que no lo olvido... —contestó. —Eso si, creo que debería advertirte de que he jugado por muchos años, no creo que tengas estrategia para ganar tanto tiempo de experiencia en ese absurdo juego de estrategia. Supongo que podrías elegir una buena apuesta.
Datsue sentenció que ayudaría a la chica con el asunto de su memoria, como si fuese un experto en Fuinjutsu. Tras ello, y sin demora, afirmó que eso tendría que esperar un poco, al menos hasta que se acercase a la barra a pedir algo, ya que nadie parecía querer ir allí a atenderles. La pelirroja afirmó con un rotundo movimiento de cabeza vertical.
—Pídeme algún refresco, por favor. No me importa cuál.
La chica esperaría el regreso del joven, que seguramente se encontraría alguna crítica de la chica, pues ya armó jaleo en una noche anterior en la taberna, y volvía a hacerlo nada mas entrar. Quizás, solo quizás, ese era uno de los motivos por los que todavía no les habían atendido.