24/10/2017, 15:52
El chico pareció ofendido ante la pregunta, incluso llegó a preguntarle si de verdad pensaba que llegaría a sonrojarse por el simple hecho de recordar un mero beso. No, sin duda había sido algo muyo mas grave. Pero, también era cierto que ella no recordaba nada de él, salvo lo que ahora mismo le estaba contando. No había de esperar mucho mas, no lo conocía en absoluto. Podía sonrojarse por eso, o incluso por menos, a saber...
—Supongo que no. —respondió, pese a que éste no requería de respuesta alguna.
Datsue comentó que justo le dijo eso mismo en la anterior ocasión, en referencia a lo de que no acostumbraba a aprovecharse de un menor. Aseguró de nuevo que fue mas que un desliz, y llevándose las manos al pecho, como si estuviese dolido, aseguró que ella le había arrebatado la inocencia. Lo decía como si fuese algo malo —obviamente exageraba— y como si ya nunca mas fuese a poder ser feliz e inocente. En cierto modo, tenía razón, pero por otro lado... le había enseñado el camino de la auténtica felicidad. Debería estarle agradecido.
—¿Ves? Eso si suena a ese tipo de cosas que puedo llegar a hacer... —confesó, sin remordimiento. —Pero no estés triste, al menos ahora sabes lo que es la auténtica felicidad, aunque sea solo algo momentáneo, ¿no?
La chica tomó un sorbo del refresco de naranja. El sabor dejaba mucho que desear, ya fuese porque ahora mismo todo le sabía a rayos, por la suciedad de la jarra en que estaba servida, o por cosa del producto. Pero, algo era algo, menos da una piedra.
Hincó el codo en la mesa, no de manera demasiado tosca, y dejó reposar el rostro sobre su diestra. Con los ojos fijos en el chico. —Pero solo fue eso, ¿no? ¿o sientes algo por mi? —la pregunta quizás hacía al chico hasta escupir el agua, pero no era algo que fuese a callarse. —No soy un buen partido... soy engreída, presumida, salvaje, vulgar, terca como una mula, olvidadiza... y por supuesto, inestable.
No todo lo que decía de sí misma era bueno, pero encogió de hombros, como alegando que aunque sabía que tenía defectos no pensaba cambiar.
—Supongo que no. —respondió, pese a que éste no requería de respuesta alguna.
Datsue comentó que justo le dijo eso mismo en la anterior ocasión, en referencia a lo de que no acostumbraba a aprovecharse de un menor. Aseguró de nuevo que fue mas que un desliz, y llevándose las manos al pecho, como si estuviese dolido, aseguró que ella le había arrebatado la inocencia. Lo decía como si fuese algo malo —obviamente exageraba— y como si ya nunca mas fuese a poder ser feliz e inocente. En cierto modo, tenía razón, pero por otro lado... le había enseñado el camino de la auténtica felicidad. Debería estarle agradecido.
—¿Ves? Eso si suena a ese tipo de cosas que puedo llegar a hacer... —confesó, sin remordimiento. —Pero no estés triste, al menos ahora sabes lo que es la auténtica felicidad, aunque sea solo algo momentáneo, ¿no?
La chica tomó un sorbo del refresco de naranja. El sabor dejaba mucho que desear, ya fuese porque ahora mismo todo le sabía a rayos, por la suciedad de la jarra en que estaba servida, o por cosa del producto. Pero, algo era algo, menos da una piedra.
Hincó el codo en la mesa, no de manera demasiado tosca, y dejó reposar el rostro sobre su diestra. Con los ojos fijos en el chico. —Pero solo fue eso, ¿no? ¿o sientes algo por mi? —la pregunta quizás hacía al chico hasta escupir el agua, pero no era algo que fuese a callarse. —No soy un buen partido... soy engreída, presumida, salvaje, vulgar, terca como una mula, olvidadiza... y por supuesto, inestable.
No todo lo que decía de sí misma era bueno, pero encogió de hombros, como alegando que aunque sabía que tenía defectos no pensaba cambiar.