24/10/2017, 19:28
El de orbes negros no se calló con respecto al cambio de tema, aunque mascó un poco como empezar. Tras deliberarlo por un instante, afirmó que era un lugar que casi nadie conocía, pues los que normalmente entraban en ella, no llegaban a salir con vida. Lamentablemente, éso era lo que había estado escuchando casi todos los días, por mas información que buscase. Como mucho, también le soltaban la advertencia de que no las buscase, que moriría en el desierto. La gran fortuna que escondía en su interior era un enorme reclamo, tal y como Keisuke también le rememoró. Un gran e importante motivo para ir, no cabía duda.
Después de todo, el dinero era el cuarto e inquebrantable gran pilar de la vida.
Sin cesar en sus palabras, explicó que al parecer eran como un espejismo. Igual había gente que marcaba un sitio en el mapa como referencia, que otro venía y podía marcarlo a kilómetros de distancia. Ambos podrían jurar y perjurar que las habían visto con sus propios ojos incluso, pero no era mas que eso... un fantasma inalcanzable. No terminó sin mencionar que aunque fuesen así de difíciles de alcanzar, eso no hacía mas que ponerle emoción al asunto. Razón no le faltaba al pobre diablo.
—Los grandes tesoros, y las grandes fortunas, mueven el mundo... sería absurdo decir que no me interesa. —tuvo que admitir, encogiéndose de hombros.
»Lo único malo es que no tenemos ni por donde empezar. Tan solo he llegado a escuchar que se encuentra en el corazón del desierto, en lo mas profundo. A mi no me parece peligroso adentrarme sin ton ni son, pero... seguramente terminaríamos muriendo de sed o hambre, eso casi seguro. Para mi no supone del todo un peligro, pero para ti no es lo mismo. Eso por no hablar de que volvería a perder la memoria, y estaría de nuevo sin saber sobre las pirámides...
Volvió a dejar reposar su rostro sobre la mano, acomodándose de nuevo. —Me temo que tendré que apañarmelas primero para solucionar lo de mi memoria, solo por si acaso. —sus ojos voltearon por el antro. —La vida es realmente efímera, te lo puedo asegurar...
Después de todo, el dinero era el cuarto e inquebrantable gran pilar de la vida.
Sin cesar en sus palabras, explicó que al parecer eran como un espejismo. Igual había gente que marcaba un sitio en el mapa como referencia, que otro venía y podía marcarlo a kilómetros de distancia. Ambos podrían jurar y perjurar que las habían visto con sus propios ojos incluso, pero no era mas que eso... un fantasma inalcanzable. No terminó sin mencionar que aunque fuesen así de difíciles de alcanzar, eso no hacía mas que ponerle emoción al asunto. Razón no le faltaba al pobre diablo.
—Los grandes tesoros, y las grandes fortunas, mueven el mundo... sería absurdo decir que no me interesa. —tuvo que admitir, encogiéndose de hombros.
»Lo único malo es que no tenemos ni por donde empezar. Tan solo he llegado a escuchar que se encuentra en el corazón del desierto, en lo mas profundo. A mi no me parece peligroso adentrarme sin ton ni son, pero... seguramente terminaríamos muriendo de sed o hambre, eso casi seguro. Para mi no supone del todo un peligro, pero para ti no es lo mismo. Eso por no hablar de que volvería a perder la memoria, y estaría de nuevo sin saber sobre las pirámides...
Volvió a dejar reposar su rostro sobre la mano, acomodándose de nuevo. —Me temo que tendré que apañarmelas primero para solucionar lo de mi memoria, solo por si acaso. —sus ojos voltearon por el antro. —La vida es realmente efímera, te lo puedo asegurar...