26/10/2017, 02:44
Aquel doctor, cuyos bigotes le hacían parecer un perteneciente al árbol familiar de las morsas, dejo escapar un suspiro que se llevó consigo parte del estrés que estaba sufriendo.
—Bien, entonces comencemos —dijo, acompasándose a la celeridad de Keisuke—. Ayúdennos a moverla con cuidado para que este cerca de las llamas.
El joven de ojos grises y aquel sujeto tuerto se prestaron a mover el pesado camastro que contenía el frio y delicado cuerpo de la jovencita, acercándolo lentamente al cálido amparo de la chimenea. El Hakagurē se levantó para continuar alimentando el fuego, pero un gesto del jorobado le detuvo:
—Llevo años utilizando este fogón, así que soy el mejor manteniendo en buen termino su temperatura.
Y el muchacho le creyó, pese a no saber lo fiable que resultaba ser aquella declaración: su pasatiempo solía ser encerrarse en aquel cuarto durante los días “fríos” y las noches nevadas, quedándose frente al fuego en una especie de ritual que consistía en encontrar la temperatura justa para la ocasión. No le faltaba mucho para poder presumir de haber creado un arte a partir de arrojar a la lumbre leña de variados tamaños y en distintos momentos.
El medico espero el tiempo correspondiente y luego procedió a descubrir el área femoral de la paciente.
—Aquí vamos —dijo mientras administraba el medicamento de forma metódica—. Toma, vigila sus signo vitales ayudandote con esto —Le entrego a Inoue su instrumento metálico para escuchar los sonidos del cuerpo, la voz de la salud—. Si no hay hemorragia, pero sus órganos parecen dejar de funcionar, entonces utiliza la técnica que ya había mencionado.
Y luego solo resto que ambos se quedaran allí, monitoreándola mientras se mantenían a la espera, con nerviosa expectativa.
—Bien, entonces comencemos —dijo, acompasándose a la celeridad de Keisuke—. Ayúdennos a moverla con cuidado para que este cerca de las llamas.
El joven de ojos grises y aquel sujeto tuerto se prestaron a mover el pesado camastro que contenía el frio y delicado cuerpo de la jovencita, acercándolo lentamente al cálido amparo de la chimenea. El Hakagurē se levantó para continuar alimentando el fuego, pero un gesto del jorobado le detuvo:
—Llevo años utilizando este fogón, así que soy el mejor manteniendo en buen termino su temperatura.
Y el muchacho le creyó, pese a no saber lo fiable que resultaba ser aquella declaración: su pasatiempo solía ser encerrarse en aquel cuarto durante los días “fríos” y las noches nevadas, quedándose frente al fuego en una especie de ritual que consistía en encontrar la temperatura justa para la ocasión. No le faltaba mucho para poder presumir de haber creado un arte a partir de arrojar a la lumbre leña de variados tamaños y en distintos momentos.
El medico espero el tiempo correspondiente y luego procedió a descubrir el área femoral de la paciente.
—Aquí vamos —dijo mientras administraba el medicamento de forma metódica—. Toma, vigila sus signo vitales ayudandote con esto —Le entrego a Inoue su instrumento metálico para escuchar los sonidos del cuerpo, la voz de la salud—. Si no hay hemorragia, pero sus órganos parecen dejar de funcionar, entonces utiliza la técnica que ya había mencionado.
Y luego solo resto que ambos se quedaran allí, monitoreándola mientras se mantenían a la espera, con nerviosa expectativa.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)