27/10/2017, 05:01
La recepcionista y encargada, la señora Otoshino, era una mujer guapa para su edad, y muy bien vestida. Se mostraba bastante calmada, y sin prisa alguna recibió la nota (la cual devolvió) y el pergamino de la misión. Luego se dispuso a escribir algo por un momento. No tardó mucho, pero el abismal silencio que había en ese momento en la biblioteca dio la impresión de que se había tomado más de media hora. Le extendió la nota a la genin.
”Su… ¡Su caligrafía es hermosa!” pensó la chica. Habiendo practicado shodō toda su vida, sabía apreciar una escritura tan fina como la de Otoshino. En su nota se presentaba y decía que no podría hablar por estar afónica. ”Esperemos que el silencio no nos aplaste…” se dijo, pues sería tan extraño trabajar con alguien que no pudiese hablarle, siendo que toda la vida había sido ella quien tenía que buscar otros métodos de comunicación.
La señora Otoshino también le escribió su primera instrucción como asistente temporal de biblioteca: acomodar todos los libros del carrito que tenía cerca. Taeko asintió con energía y una sonrisa muy positiva. Dejó entonces a la agradable, aunque muy silente, bibliotecaria y se fue a con el carrito. Su sonrisa amainó lentamente conforme se acercaba.
Un típico carrito de madera de la biblioteca de Kusagakure constaba de tres niveles, dos de los cuales estaban divididos en dos, proporcionando así cinco espacios para colocar los libros que los lectores fuesen usando. El carrito que Taeko debía acomodar estaba repleto: alrededor de veinte libros colocados de manera vertical en cada nivel lateral, todos de diferente tamaño y temática, y unos treinta en la parte superior, acostados. Tragó saliva.
”Y es… Y es solo el primero…” se dijo, aliviada al menos de estar a salvo en una biblioteca. Tenía la fuerte impresión de que debía de dejar de temer a la acción y a la pelea. Pero su primera misión había sido demasiado para ella…
Se volteó y le dedicó una sonrisa y un pulgar arriba a la señora Otoshino, quien parecía estar muy ocupada (aunque bastante ordenada), y se dispuso a trabajar.
Había visto al entrar los largos pasillos de la institución, cada uno con un letrero indicando los temas de sus libros. Éstos iban desde Literatura, Política e Historia hasta Cálculo, Biología y Química avanzada. Habían enormes compendios de justus básicos, guías de manejo de chakra y estudios profesionales de desarrollo de técnicas. Cosas que cualquier estudiante de la academia o investigador podría usar. Claramente, uno no podía encontrar cosas más estrictas como jutsus prohibidos, técnicas ocultas y secretos de la Aldea. Taeko supuso que estarían archivados en el edificio del Morikage.
Había entonces títulos como La historia de Genji Shimada, Valle Sin-Fin: Un poemario para Oonindo, Álgebra de Barudō, Cómo concentrar chakra para Bakas, Enciclopedia básica de Jutsus elementales, El Capital Ninja de Karuru Makusu, Relaciones políticas de antaño: una guía superintensiva y exhaustiva para los estudiosos de los pueblos de Oonindo, tomo IX, 16va edición, entre otros que Taeko no se animaría a leer.
De tenerlos, cada sección marcaba sus subtemas con un código de color. La peliplateada se fijó que había una etiquetita en el lomo de cada libro, donde se indicaba la sección y subsección, además de mostrar un código independiente de cada tomo, tal vez para identificarlos en el sistema bibliotecario.
Para no cometer error alguno, Taeko fue primero a una de las estanterías y se fijó en que, en efecto, los libros estaban organizados alfabéticamente dentro de cada subsección, y cada subsección alfabéticamente dentro de cada sección.
”No es tan complicado como parece… Creo…”
Se dedicó entonces a acomodar primero los libros en el carrito mismo, tomándose varios minutos en su tarea. Luego inhaló profundamente y, con una sonrisa animada de nuevo en los labios empujó el carrito, llevando los libros hacia los pasillos y comenzando a buscar sus lugares entre los estantes.
”Su… ¡Su caligrafía es hermosa!” pensó la chica. Habiendo practicado shodō toda su vida, sabía apreciar una escritura tan fina como la de Otoshino. En su nota se presentaba y decía que no podría hablar por estar afónica. ”Esperemos que el silencio no nos aplaste…” se dijo, pues sería tan extraño trabajar con alguien que no pudiese hablarle, siendo que toda la vida había sido ella quien tenía que buscar otros métodos de comunicación.
La señora Otoshino también le escribió su primera instrucción como asistente temporal de biblioteca: acomodar todos los libros del carrito que tenía cerca. Taeko asintió con energía y una sonrisa muy positiva. Dejó entonces a la agradable, aunque muy silente, bibliotecaria y se fue a con el carrito. Su sonrisa amainó lentamente conforme se acercaba.
Un típico carrito de madera de la biblioteca de Kusagakure constaba de tres niveles, dos de los cuales estaban divididos en dos, proporcionando así cinco espacios para colocar los libros que los lectores fuesen usando. El carrito que Taeko debía acomodar estaba repleto: alrededor de veinte libros colocados de manera vertical en cada nivel lateral, todos de diferente tamaño y temática, y unos treinta en la parte superior, acostados. Tragó saliva.
”Y es… Y es solo el primero…” se dijo, aliviada al menos de estar a salvo en una biblioteca. Tenía la fuerte impresión de que debía de dejar de temer a la acción y a la pelea. Pero su primera misión había sido demasiado para ella…
Se volteó y le dedicó una sonrisa y un pulgar arriba a la señora Otoshino, quien parecía estar muy ocupada (aunque bastante ordenada), y se dispuso a trabajar.
Había visto al entrar los largos pasillos de la institución, cada uno con un letrero indicando los temas de sus libros. Éstos iban desde Literatura, Política e Historia hasta Cálculo, Biología y Química avanzada. Habían enormes compendios de justus básicos, guías de manejo de chakra y estudios profesionales de desarrollo de técnicas. Cosas que cualquier estudiante de la academia o investigador podría usar. Claramente, uno no podía encontrar cosas más estrictas como jutsus prohibidos, técnicas ocultas y secretos de la Aldea. Taeko supuso que estarían archivados en el edificio del Morikage.
Había entonces títulos como La historia de Genji Shimada, Valle Sin-Fin: Un poemario para Oonindo, Álgebra de Barudō, Cómo concentrar chakra para Bakas, Enciclopedia básica de Jutsus elementales, El Capital Ninja de Karuru Makusu, Relaciones políticas de antaño: una guía superintensiva y exhaustiva para los estudiosos de los pueblos de Oonindo, tomo IX, 16va edición, entre otros que Taeko no se animaría a leer.
De tenerlos, cada sección marcaba sus subtemas con un código de color. La peliplateada se fijó que había una etiquetita en el lomo de cada libro, donde se indicaba la sección y subsección, además de mostrar un código independiente de cada tomo, tal vez para identificarlos en el sistema bibliotecario.
Para no cometer error alguno, Taeko fue primero a una de las estanterías y se fijó en que, en efecto, los libros estaban organizados alfabéticamente dentro de cada subsección, y cada subsección alfabéticamente dentro de cada sección.
”No es tan complicado como parece… Creo…”
Se dedicó entonces a acomodar primero los libros en el carrito mismo, tomándose varios minutos en su tarea. Luego inhaló profundamente y, con una sonrisa animada de nuevo en los labios empujó el carrito, llevando los libros hacia los pasillos y comenzando a buscar sus lugares entre los estantes.
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
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