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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Pocos minutos luego de haber comenzado con el proceder, el silencio reinó, se podía escuchar solamente el crepitar del fuego y algún otro ruido leve, nadie habló, al parecer todos nos manteníamos expectantes de lo que iba a suceder, por mi parte no podía entretenerme con nada, sino estar pendiente para ser eficaz y eficiente a la hora de intervenir.

Los minutos se empezaron a volver largos y lento y el sudor empezaba a caer por mi frente, de vez en cuando miraba al veterinario y volvía a ver el cuerpo de la fémina, podía sentir mis propios latidos, cierta ansiedad y el calor se volvían factores contra los cuales luchar, esperaba algún momento el incremento en su organismos, algún tipo de respuesta pero nada parecía reaccionar. El jorobado comenzó a caminar de una lado a otro con cierto nerviosismo por lo que traté en lo posible de ignorarle totalmente; Koutetsu por su parte se mantenía en el lugar que le había ordenado, pero tampoco tenía ningún tipo de señal suya.

Suspiré con cierto pesar al ver que pasaban los segundos y nada sucedía, incluso mi respiración comenzaba a molestarme a cansarme, mis palpitaciones me cansaban, me agotaban ¿cuánto tiempo habría pasado? Debía ser poco ciertamente, pero la mente me hacía pasar un mal rato. ¿Y sí estabamos haciendo algo mal? ¿Qué clase de ninja médico no se daría cuenta de ello?

Repentinamente y en el momento inesperado, el cuerpo de la chica convulsionó, había respuesta, su corazón latía más fuerte y claro y sus pulmones funcionaban mejor, se oía el murmullo vesicular con mejor tono, sonreí, no por satisfacción sino por alegría al ver que la chica había respondido ante el tratamiento. Los movimientos musculares generales cesaron, no obstante, ahora en su rostro se reflejaba el temor, su gesticulación daba a entender que no lo estaba pasando bien, ¿qué estaría pasando en su cuerpo? Di un paso hacia atrás y le hice señas a los demás para que retrocedieran por lo menos un paso, no lejos de la chica pero sí con un limite prudente porque no sabía exactamente que podría suceder luego.

En el preciso momento en que estaba retrocediendo la mujer abrió sus ojos, el fuego azulado se manifestó en su mirada y un gruñido doloroso se produjo desde su garganta, como sí de una bestia se tratase. En un abrir y cerrar de ojos sentí como me embistió y el filo gélido de una estaca de hielo atentaba contra mi vida. —Estabas congelada, tu cuerpo estaba muy frío, sufriste un cuadro severo de hipotermia.— Dije fuerte y claro para que me entendiera, podía sentir la punta de su arma ejercer presión en mi cuello, pero no hice nada por librarme, era muy rápida y muy hábil, no estaba en la mejor posición para reaccionar. —Simplemente te estábamos ayudando!— Agregué para ver sí mi suerte cambiaba.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

[Imagen: 5b744fac64c6fe9ec924f3cf50c4417fo.jpg]
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RE: La muerte es blanca y tiene los ojos azules - por Keisuke - 27/10/2017, 23:21


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