29/10/2017, 13:21
Akame simplemente dejó estar aquel punto de la conversación tras las palabras del amejin. No tenía sentido discutir ese punto ahora que Juro también se había posicionado contra Keisuke, de modo que podían pasar a debatir estrategias más viables. De entre todas las que habían dicho, parecía claro que seguir al profesor Muten e investigar sus lugares de trabajo habituales iba a ser la clave. Cuando el kusajin mencionó que debían buscar también en su despacho en la Escuela, Akame asintió con convicción.
—Sí, tienes razón Eikyu-san. Tal vez el profesor no quiera guardar en su casa nada que pueda comprometerle por temor a que su mujer lo descubra, pero en su despacho no tendría ese problema.
Así pues, el plan de ataque iba perfilándose. El Uchiha se puso en pie y salió de la modesta taberna.
El aire frío de Otoño le removió el pelo, metiéndosele por entre los pliegues de la ropa. Pese a que en Hi no Kuni el Verano podía ser muy caluroso, apenas llegaban las épocas más frías no había nadie capaz de salir a la calle sin una buena capa. El viento de la costa soplaba helado —especialmente por las mañanas— y el Sol no calentaba lo suficiente.
Los muchachos se pondrían en marcha para llegar a la Escuela de Historia de Taikarune quince minutos después. Era un edificio bastante grande, situado en lo más alto de la loma sobre la cual estaba construida la ciudad, cerca del museo de armas. Era un edificio rectangular de tres plantas y con un gran patio en el centro, construído en sólida piedra y tejas marrones. Había dos entradas; una principal —más grande— que incluso a aquellas horas tenía cierta afluencia de personas, y otra trasera más pequeña.
—Aquí estamos. Parece que el edificio tiene dos entradas, ¿deberíamos dividirnos? —cuestionó el Uchiha. Luego miró al gigantesco reloj que había sobre la fachada principal, y que apuntaba a las siete y veinte minutos—. A juzgar por la cantidad de gente que está entrando en la Escuela ahora mismo, las clases no deben empezar todavía... No se ve a muchos estudiantes, más bien profesores. Puede ser nuestra oportunidad para identificar al objetivo.
—Sí, tienes razón Eikyu-san. Tal vez el profesor no quiera guardar en su casa nada que pueda comprometerle por temor a que su mujer lo descubra, pero en su despacho no tendría ese problema.
Así pues, el plan de ataque iba perfilándose. El Uchiha se puso en pie y salió de la modesta taberna.
El aire frío de Otoño le removió el pelo, metiéndosele por entre los pliegues de la ropa. Pese a que en Hi no Kuni el Verano podía ser muy caluroso, apenas llegaban las épocas más frías no había nadie capaz de salir a la calle sin una buena capa. El viento de la costa soplaba helado —especialmente por las mañanas— y el Sol no calentaba lo suficiente.
Los muchachos se pondrían en marcha para llegar a la Escuela de Historia de Taikarune quince minutos después. Era un edificio bastante grande, situado en lo más alto de la loma sobre la cual estaba construida la ciudad, cerca del museo de armas. Era un edificio rectangular de tres plantas y con un gran patio en el centro, construído en sólida piedra y tejas marrones. Había dos entradas; una principal —más grande— que incluso a aquellas horas tenía cierta afluencia de personas, y otra trasera más pequeña.
—Aquí estamos. Parece que el edificio tiene dos entradas, ¿deberíamos dividirnos? —cuestionó el Uchiha. Luego miró al gigantesco reloj que había sobre la fachada principal, y que apuntaba a las siete y veinte minutos—. A juzgar por la cantidad de gente que está entrando en la Escuela ahora mismo, las clases no deben empezar todavía... No se ve a muchos estudiantes, más bien profesores. Puede ser nuestra oportunidad para identificar al objetivo.