31/10/2017, 23:04
— Me recuerdas a Akame. No, él era incluso peor, porque ni creía en el amor.
Con la retorcida imagen que Datsue había implantado en mi cerebro de Akame, esas acusaciones solo podía tomarmelas de una forma, como una grave ofensa a mi persona.
— Eh, eh, eh. Sin faltar, que ya somos mayores para insultarnos por estas cosas.
Datsue me dejó ir delante a pesar de que era su casa de la que estabamos saliendo, no le di importancia ya que las escaleras tampoco daban tanto espacio como para ir uno al lado del otro sobradamente. Hasta que una mano que no tenía punto de comparación con la del Uchiha, que era más como la mano huesuda y fria de un banquero que se ha dedicado a contar dinero durante toda su vida, sino que estaba cuidada y con las uñas pintadas y todo se apoyó en mi hombro.
Me giré esperando a una niña perdida o algo así y me encontré a mi compañero haciendo de sus guarradas habituales. Había usado el Henge para transformarse en una rubia completamente desnuda y ahora posaba provocativamente para darse la razón de alguna forma. Sin duda, era la persona con la forma de pensar más jodidamente retorcida que había conocido, ni siquiera podía empezar a plantearme qué esperaba conseguir con eso.
La miré de arriba a abajo, escudriñando cada una de sus... feminidades. Las curvas, los pechos, el rostro, los muslos, todo en general. Como todo joven, esbocé una sonrisilla que compartimos todos cuando vemos a una mujer desnuda. Acto seguido, mis orejas volvieron a conectar con mi cerebro tras el solo que se habían montado mis ojos.
—Eh, Nabi-kun, ¿cómo puedes saberlo? —
No tenía ni idea de qué hablaba, pero pensé que nunca había tocado una teta y ahora estaba al alcance de mi mano, nunca mejor dicho. Estiré el brazo y apreté una de ellas, sin tacto ni nada de eso, sencillamente para probar a ver qué tal.
Con la retorcida imagen que Datsue había implantado en mi cerebro de Akame, esas acusaciones solo podía tomarmelas de una forma, como una grave ofensa a mi persona.
— Eh, eh, eh. Sin faltar, que ya somos mayores para insultarnos por estas cosas.
Datsue me dejó ir delante a pesar de que era su casa de la que estabamos saliendo, no le di importancia ya que las escaleras tampoco daban tanto espacio como para ir uno al lado del otro sobradamente. Hasta que una mano que no tenía punto de comparación con la del Uchiha, que era más como la mano huesuda y fria de un banquero que se ha dedicado a contar dinero durante toda su vida, sino que estaba cuidada y con las uñas pintadas y todo se apoyó en mi hombro.
Me giré esperando a una niña perdida o algo así y me encontré a mi compañero haciendo de sus guarradas habituales. Había usado el Henge para transformarse en una rubia completamente desnuda y ahora posaba provocativamente para darse la razón de alguna forma. Sin duda, era la persona con la forma de pensar más jodidamente retorcida que había conocido, ni siquiera podía empezar a plantearme qué esperaba conseguir con eso.
La miré de arriba a abajo, escudriñando cada una de sus... feminidades. Las curvas, los pechos, el rostro, los muslos, todo en general. Como todo joven, esbocé una sonrisilla que compartimos todos cuando vemos a una mujer desnuda. Acto seguido, mis orejas volvieron a conectar con mi cerebro tras el solo que se habían montado mis ojos.
—Eh, Nabi-kun, ¿cómo puedes saberlo? —
No tenía ni idea de qué hablaba, pero pensé que nunca había tocado una teta y ahora estaba al alcance de mi mano, nunca mejor dicho. Estiré el brazo y apreté una de ellas, sin tacto ni nada de eso, sencillamente para probar a ver qué tal.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)