5/11/2017, 02:15
La oscuridad era lo único que lograba percibir, y aunque mis pupilas se dilataron al máximo y traté de forzar mi vista lo más que pude no logre captar nada más, por lo que tuve que seguir bajo las ordenes de la kunoichi, caminé a paso lento y con indecisión, con un poco de nerviosismo porque no se escuchaba la voz de Karamaru, porque no veía a nadie, porque no lograba encontrar a algún herido, nada... Incluso Mogura se mantuvo en silencio ante mi advertencia, haciendo gala de la inútil frase que siempre decía, pura pérdida de tiempo.
Unos segundos más adelante el piso ya no era sólido, una masa líquida estaba justo debajo de mis pies, ahora tenía sentido los sonidos que había escuchado, pero ¿cuando llegaríamos? Y mi mayor miedo me invadió, no podía seguir caminando, la masa viscosa me engullía, no era un líquido normal, no podía salir de ahí, cada movimiento que hacía parecía hundirme más, la lucha me desgastaba más y más. —Mogura, el piso! Es una trampa, no puedo...— Traté de advertirle, pero mi boca se silenció cuando mi cuerpo fue totalmente envuelto, cerré mis ojos y mi boca, no respiré, no me movía, no hacía nada.
Tragué grueso mientras sentía como seguía descendiendo, no podía respirar, la situación era desfavorable, por no decir que era la peor en la que me había encontrado, parecía morir, mi corazón y mi mente se habían aliado para hacer el hecho más traumático, mil y un pensamientos recorrieron mi mente, como sí se tratase de una despedida indirecta.
Repentinamente mis pies se encontraron en el aire, los podía mover con facilidad, hice un esfuerzo por mantener el poco aire que quedaba en mis pulmones hasta que descendí totalmente, fui liberado de aquella masa viscosa y lo primero que hice fue dar una bocanada de aire que hizo que me recuperara el aliento. No me importó estar cayendo, lo realmente importante era que me encontraba vivo y respirando, hasta que... Slap!
Mi cuerpo cayó de lleno en una masa carnosa y poco agradable, pero por lo menos no era el suelo, me había salvado de un terrible golpe contra el concreto. Mis ojos se fueron adaptando poco a poco a la nueva iluminación del área y fue entonces cuando me di cuenta de que me encontraba sobre el calvo, eso era karma, por soplón y lengua floja, sonreí con cierta satisfacción y tardé un poco en reparar en el asunto. —Oh, lo sien... Manifesté con un tono jocoso dándome un postín para levantarme, no obstante, mis segundos de gloría duraron poco cuando una tercera persona descendió, mi cuerpo quedó estampado del de Karamaru como sí fuera una barajita, el condenado Manase cómo pesaba, nuevamente me estaba quedando sin aire y mi rostro palidecía.
Me escurrí hacia un lado para liberarme de aquella prisión humana, di una gran bocanada nuevamente, inspiración que mi cuerpo agradeció. —Sí que pesas...— Alcancé a decir.
Ahora que caía en cuenta había algo que me incomodaba, a parte de la horrible situación que acababa de vivir, una mirada aguda se posaba en mi persona y posiblemente en mis otros dos acompañantes, me incorporé rápidamente cuando vi su chaleco y su protector, él era rubio y ojos verde esmeralda. "Aquí viene el otro chaparrón" Temí internamente, pero solo se escuchó un simple "hola" seguido de un saludo con la mano.
—Hola...— Saludé de la misma forma levantando la diestra, aunque en mi tono se podía sentir la duda e incertidumbre. Tras prestar un poco más de atención a su figura di con el detalle que su ropa estaba sucia y estaba arañada, faltaban algunos trozos, la imagen en sí era un poco deplorable.
Unos segundos más adelante el piso ya no era sólido, una masa líquida estaba justo debajo de mis pies, ahora tenía sentido los sonidos que había escuchado, pero ¿cuando llegaríamos? Y mi mayor miedo me invadió, no podía seguir caminando, la masa viscosa me engullía, no era un líquido normal, no podía salir de ahí, cada movimiento que hacía parecía hundirme más, la lucha me desgastaba más y más. —Mogura, el piso! Es una trampa, no puedo...— Traté de advertirle, pero mi boca se silenció cuando mi cuerpo fue totalmente envuelto, cerré mis ojos y mi boca, no respiré, no me movía, no hacía nada.
Tragué grueso mientras sentía como seguía descendiendo, no podía respirar, la situación era desfavorable, por no decir que era la peor en la que me había encontrado, parecía morir, mi corazón y mi mente se habían aliado para hacer el hecho más traumático, mil y un pensamientos recorrieron mi mente, como sí se tratase de una despedida indirecta.
Repentinamente mis pies se encontraron en el aire, los podía mover con facilidad, hice un esfuerzo por mantener el poco aire que quedaba en mis pulmones hasta que descendí totalmente, fui liberado de aquella masa viscosa y lo primero que hice fue dar una bocanada de aire que hizo que me recuperara el aliento. No me importó estar cayendo, lo realmente importante era que me encontraba vivo y respirando, hasta que... Slap!
Mi cuerpo cayó de lleno en una masa carnosa y poco agradable, pero por lo menos no era el suelo, me había salvado de un terrible golpe contra el concreto. Mis ojos se fueron adaptando poco a poco a la nueva iluminación del área y fue entonces cuando me di cuenta de que me encontraba sobre el calvo, eso era karma, por soplón y lengua floja, sonreí con cierta satisfacción y tardé un poco en reparar en el asunto. —Oh, lo sien... Manifesté con un tono jocoso dándome un postín para levantarme, no obstante, mis segundos de gloría duraron poco cuando una tercera persona descendió, mi cuerpo quedó estampado del de Karamaru como sí fuera una barajita, el condenado Manase cómo pesaba, nuevamente me estaba quedando sin aire y mi rostro palidecía.
Me escurrí hacia un lado para liberarme de aquella prisión humana, di una gran bocanada nuevamente, inspiración que mi cuerpo agradeció. —Sí que pesas...— Alcancé a decir.
Ahora que caía en cuenta había algo que me incomodaba, a parte de la horrible situación que acababa de vivir, una mirada aguda se posaba en mi persona y posiblemente en mis otros dos acompañantes, me incorporé rápidamente cuando vi su chaleco y su protector, él era rubio y ojos verde esmeralda. "Aquí viene el otro chaparrón" Temí internamente, pero solo se escuchó un simple "hola" seguido de un saludo con la mano.
—Hola...— Saludé de la misma forma levantando la diestra, aunque en mi tono se podía sentir la duda e incertidumbre. Tras prestar un poco más de atención a su figura di con el detalle que su ropa estaba sucia y estaba arañada, faltaban algunos trozos, la imagen en sí era un poco deplorable.