10/11/2017, 03:02
Sepayauitl observo a Keisuke con cierta impaciencia, molesta por su terrible pronunciación, y avergonzada de pensar que su propia forma de hablar aquel lenguaje fuese tan tosca y burda.
Le permitió terminar y luego procedió a responder como mejor pudo:
—Ustedes llamar “Llanuras de Hielo”, equivocados: Ser Ueytlali Setl, hogar más allá de muchas memorias. Ser pueblo, antiguo, noble, moldeado por hielo y nieve… Ahora pocos, antes muchos… Residencia, lejos… No poder decir, extraños.
—Ya… Más o menos entiendo lo que dices —aseguro Hakagure, quien parecía no estar muy interesado en la historia que le contaban—. Ahora te toca a ti hacer algunas preguntas.
La fría jovencita se tomó unos segundos para pensar y luego, mostrando que no conocía el pudor o la vergüenza, se despojó de la tela que la cubría, dejando su pálido y juvenil torso expuesto. Todo bonito y esbelto como una escultura de nieve y hielo, menos por un corte en su costillar y un considerable moretón a un lado.
—Cortes, ¿tratar ataque? —pregunto curiosa.
—Ningún ataque, solo te cortamos para ver si tu sangre aun fluía —respondió Kōtetsu, sin inmutarse ante el espectáculo de aquello pechos blancos y juveniles.
—Entender… Golpe, costado, mucho dolor, ¿razón? —Indago.
—Bueno… este… —se sintió un poco avergonzado al emitir una respuesta—. Cuando te encontré, no sabía que seguías con vida, así que te patee con fuerza a ver si te movías.
La mucha se volvió a cubrir y antes de que el peliblanco pudiese reaccionar, la misma amaso una enorme bola de nieve bien compactada y la arrojo al rostro de quien le propino semejante patada.
—¡Bruto! —gruño con indignación, mientras el peliblanco retrocedía por la agresión.
—Lo lamento por eso —se disculpó, mientras se sobaba la cara—. Ahora yo pregunto, si tu pueblo y tu gente son de tan lejos y están tan aislados, ¿Qué hacías tan cerca de aquí? ¿Qué buscabas tu sola?
La muchacha dio un brinco, como si de pronto recordase algo sumamente importante.
—Necesidad, Buscar, Sarutobi, peligro, profanar, robo, guerra, muerte —balbuceo, agitada.
—Oye… Eso que dice suena preocupante —le dijo a su compañero—. Pero dice buscar a un Sarutobi, me imagino que se trata del dueño del hotel… ¿Deberíamos de llevarla con él? Quizás aquel sujeto maneje la situación mejor que nosotros.
Le permitió terminar y luego procedió a responder como mejor pudo:
—Ustedes llamar “Llanuras de Hielo”, equivocados: Ser Ueytlali Setl, hogar más allá de muchas memorias. Ser pueblo, antiguo, noble, moldeado por hielo y nieve… Ahora pocos, antes muchos… Residencia, lejos… No poder decir, extraños.
—Ya… Más o menos entiendo lo que dices —aseguro Hakagure, quien parecía no estar muy interesado en la historia que le contaban—. Ahora te toca a ti hacer algunas preguntas.
La fría jovencita se tomó unos segundos para pensar y luego, mostrando que no conocía el pudor o la vergüenza, se despojó de la tela que la cubría, dejando su pálido y juvenil torso expuesto. Todo bonito y esbelto como una escultura de nieve y hielo, menos por un corte en su costillar y un considerable moretón a un lado.
—Cortes, ¿tratar ataque? —pregunto curiosa.
—Ningún ataque, solo te cortamos para ver si tu sangre aun fluía —respondió Kōtetsu, sin inmutarse ante el espectáculo de aquello pechos blancos y juveniles.
—Entender… Golpe, costado, mucho dolor, ¿razón? —Indago.
—Bueno… este… —se sintió un poco avergonzado al emitir una respuesta—. Cuando te encontré, no sabía que seguías con vida, así que te patee con fuerza a ver si te movías.
La mucha se volvió a cubrir y antes de que el peliblanco pudiese reaccionar, la misma amaso una enorme bola de nieve bien compactada y la arrojo al rostro de quien le propino semejante patada.
—¡Bruto! —gruño con indignación, mientras el peliblanco retrocedía por la agresión.
—Lo lamento por eso —se disculpó, mientras se sobaba la cara—. Ahora yo pregunto, si tu pueblo y tu gente son de tan lejos y están tan aislados, ¿Qué hacías tan cerca de aquí? ¿Qué buscabas tu sola?
La muchacha dio un brinco, como si de pronto recordase algo sumamente importante.
—Necesidad, Buscar, Sarutobi, peligro, profanar, robo, guerra, muerte —balbuceo, agitada.
—Oye… Eso que dice suena preocupante —le dijo a su compañero—. Pero dice buscar a un Sarutobi, me imagino que se trata del dueño del hotel… ¿Deberíamos de llevarla con él? Quizás aquel sujeto maneje la situación mejor que nosotros.