10/11/2017, 18:24
— ¿Qué tal? ¿Lista?
Aquella pregunta de algún sitio que ella no encontraba dentro de su rango de visión la tomó desprevenida, obligándola a saltar un poco de su asiento y girarse al chico que acababa de preguntarle. Le miró primeramente con el ceño fruncido, pero luego sonrió.
—Sep, lista —anunció mientras se ponía de pie —. ¿Vamos? —preguntó al chico mientras señalaba el camino por el que debían subir hasta donde se celebraba la fiesta.
Al final la fiesta se iba a celebrar en una de las casas más grandes del sitio, que quedaba a unos veinte minutos a pie. Juro y Eri pudieron comprobar que no eran los únicos que para allá marchaban, pues adultos, niños y familias totalmente enteras, algunas vestidas con ropas más antiguas y armaduras; otras simplemente con ropa casual, se disponían a llegar al lugar señalado.
Ambos genin no tardaron en llegar mucho, y, frente a ellos, se alzaba una gran casa —que podía llegar a la definición de mansión perfectamente —, de paredes de color marrón por el material que estaban hecho, puramente de madera; y tejado de color negro, oscuro. El vallado era sencillo, y el poco jardín del que disponía estaba totalmente decorado con distintos árboles.
Una vez entraron por la puerta custodiada por dos guardias que miraron a Eri y a Juro de arriba a abajo antes de decirles un hola, pudieron ver que la iluminación poco a poco se hacía menos natural, y que la casa, además; contaba con dos pisos, uno justo allí donde estaban ellos y otro echado hacia la izquierda, parecía estar tumbado sobre otra pequeña montaña.
Eri estaba asombradísima por todo aquello, luego miró a Juro antes de entrar.
—¿Crees que aquí habrá disfraces para nosotros? —volvió a preguntar, curiosa.
Aquella pregunta de algún sitio que ella no encontraba dentro de su rango de visión la tomó desprevenida, obligándola a saltar un poco de su asiento y girarse al chico que acababa de preguntarle. Le miró primeramente con el ceño fruncido, pero luego sonrió.
—Sep, lista —anunció mientras se ponía de pie —. ¿Vamos? —preguntó al chico mientras señalaba el camino por el que debían subir hasta donde se celebraba la fiesta.
Al final la fiesta se iba a celebrar en una de las casas más grandes del sitio, que quedaba a unos veinte minutos a pie. Juro y Eri pudieron comprobar que no eran los únicos que para allá marchaban, pues adultos, niños y familias totalmente enteras, algunas vestidas con ropas más antiguas y armaduras; otras simplemente con ropa casual, se disponían a llegar al lugar señalado.
Ambos genin no tardaron en llegar mucho, y, frente a ellos, se alzaba una gran casa —que podía llegar a la definición de mansión perfectamente —, de paredes de color marrón por el material que estaban hecho, puramente de madera; y tejado de color negro, oscuro. El vallado era sencillo, y el poco jardín del que disponía estaba totalmente decorado con distintos árboles.
Una vez entraron por la puerta custodiada por dos guardias que miraron a Eri y a Juro de arriba a abajo antes de decirles un hola, pudieron ver que la iluminación poco a poco se hacía menos natural, y que la casa, además; contaba con dos pisos, uno justo allí donde estaban ellos y otro echado hacia la izquierda, parecía estar tumbado sobre otra pequeña montaña.
Eri estaba asombradísima por todo aquello, luego miró a Juro antes de entrar.
—¿Crees que aquí habrá disfraces para nosotros? —volvió a preguntar, curiosa.