18/11/2017, 11:41
La joven asintió, enérgica; a la petición de Juro para ir lo más rápido posible al encuentro de aquellos trajes, armaduras y toda la ropa en general que les esperaba en aquella habitación. Se precipitaron hacia el lugar y lo encontraron custodiado por un hombre que parecía esperarles. Con una amable sonrisa, les abrió la puerta.
—Los vestuarios de hombre están al fondo a la derecha, los de mujer al fondo a la izquierda, espero que elijan bien —explicó, sin borrar la sonrisa.
—Gracias —agradeció la única fémina de la pareja internándose dentro de la habitación.
¡Allí habría lo menos dos mil trajes diferentes! Los de tela estaban colgados en barras metálicas, justo al lado de las paredes, guardados pulcramente en bolsas de plástico para su perfecta conservación. Las cotas de malla se hallaban en un rincón cerca de los vestuarios masculinos, y un sinfín de armaduras ligeras y pesadas se hallaban bien colocadas en el centro de la estancia, que medía el triple o el cuádruple de la casa de Eri.
La joven miró con claro entusiasmo el lugar, buscando con la mirada algo que le llamase la atención lo suficiente para comenzar a rebuscar entre todos aquellos trajes.
—¡Mira, mira! —exclamó, acercándose a las armaduras —. Parece que todas tienen distinciones, este tiene una M bordada en la etiqueta, según esto... Es para hombre, y la F significa para mujer... ¡Ay, no sé qué elegir!
—Los vestuarios de hombre están al fondo a la derecha, los de mujer al fondo a la izquierda, espero que elijan bien —explicó, sin borrar la sonrisa.
—Gracias —agradeció la única fémina de la pareja internándose dentro de la habitación.
¡Allí habría lo menos dos mil trajes diferentes! Los de tela estaban colgados en barras metálicas, justo al lado de las paredes, guardados pulcramente en bolsas de plástico para su perfecta conservación. Las cotas de malla se hallaban en un rincón cerca de los vestuarios masculinos, y un sinfín de armaduras ligeras y pesadas se hallaban bien colocadas en el centro de la estancia, que medía el triple o el cuádruple de la casa de Eri.
La joven miró con claro entusiasmo el lugar, buscando con la mirada algo que le llamase la atención lo suficiente para comenzar a rebuscar entre todos aquellos trajes.
—¡Mira, mira! —exclamó, acercándose a las armaduras —. Parece que todas tienen distinciones, este tiene una M bordada en la etiqueta, según esto... Es para hombre, y la F significa para mujer... ¡Ay, no sé qué elegir!