20/11/2017, 17:46
(Última modificación: 20/11/2017, 21:21 por Uchiha Akame.)
Akame se llevó una mano al mentón, pensativo ante la pregunta del amejin, mientras sus ojos recorrían la estancia. «¿Podría ser que...?» En un instante sus íris se tiñeron de color rojo sangre y tres aspas negras rodearon cada pupila. El Uchiha dudaba mucho que Muten Rōshi tuviera algún tipo de conocimiento sobre Ninjutsu y por tanto no esperaba encontrar nada fuera de lo normal al revisar la habitación con su Sharingan, pero ninja precavido valía por dos.
—Nada... —musitó al tiempo que sus ojos recobraban su color habitual.
Quemado aquel primer cartucho, el uzujin se dispuso a registrar el despacho a la vieja usanza; libro por libro, centímetro a centímetro. «No sé cuánto durarán las clases aquí, pero si acaban de empezar deberíamos tener mínimo una hora de margen», reflexionó el shinobi. Así pues, se puso manos a la obra empezando por revisar las estanterías.
«"La Caída de las Cinco Grandes Aldeas"... "Historia Antigua de Uzu no Kuni"... "Tratado Arqueológico sobre la Civilización Pre-Sunagakure del País del Viento"... Menuda biblioteca tiene este tipo...»
Keisuke, por su parte, se apresuró a registrar los cajones del escritorio. En uno de ellos halló un par de rollos de pergamino en blanco, pincel y tintero. En otro, un par de cuadernos que parecían ser agendas personales. También vio que bajo la mesa había una papelera metálica con una bola de papel arrugada.
—¿Eh?
Algo sobre el escritorio del profesor captó la atención de Akame. Mientras su compañero registraba los cajones, el Uchiha se acercó y tomó en sus manos un libro grueso de aspecto muy, muy antiguo.
—¡Ja! No puede ser —masculló en voz alta, sacando un pequeño libro de bolsillo de entre sus ropas—. Ahora ya sé de dónde sacó la inspiración el autor de esta novela...
En su mano izquierda sostenía su libro, "Juro Jones y el Templo de la Balalaika", y en la derecha un grueso volumen de "Las Ruinas Perdidas de Uróboros". Si Keisuke le prestaba atención y se fijaba, sería evidente un detalle que las portadas de ambos libros tenían en común; tanto en la viñeta de "Juro Jones", donde se veía al protagonista huyendo con un instrumento musical bajo el brazo y perseguido por una tribu de pigmeos con lanzas, como en la del tomo académico —que exhibía una fotografía de la entrada de un templo en ruinas— podían apreciarse varias cosas.
Primera, que la entrada de los templos de ambas representaciones tenían un parecido asombroso. La segunda, que en ambas portadas, sobre la piedra había inscrito un diminuto pero visible símbolo... Una serpiente devorándose a sí misma.
—Estos escritores de hoy en día, ya no hacen nada original...
Desde su puesto de vigilancia, Juro pudo ver a un grupo de tres alumnos que había comenzado a subir las escaleras. Hablaban animadamente, y el ninja fue capaz de distinguir la conversación.
—... si no tendría que presentarme al exámen final, ¡y este tío tiene fama de ser criminal en esas convocatorias! —se quejaba uno.
—Ya, tío, qué me vas a contar. Este es mi tercer año con él, no consigo quitarme Historia Antigua ni de casualidad —le respondía otro.
—Venga, venga, hombre... Muten-sensei no es tan duro, el problema es la asignatura en sí, que es de memorizar y ya —terciaba el tercero.
—¡Sí, ya! Pues para este exámen me había llevado una semana empollando. Una jodida semana, y va el tío y me deja con un cuatro con ocho... —replicó el primero—. Ya os digo que yo hoy de ese despacho salgo con el aprobado.
Eran tres jóvenes que rondarían los veinte años, vestían con ropas elegantes y llevaban maletas de mano de aspecto pesado. Subían las escaleras a paso lento, pero tardarían apenas unos momentos en llegar hasta done estaba el ninja de Kusa.
—Nada... —musitó al tiempo que sus ojos recobraban su color habitual.
Quemado aquel primer cartucho, el uzujin se dispuso a registrar el despacho a la vieja usanza; libro por libro, centímetro a centímetro. «No sé cuánto durarán las clases aquí, pero si acaban de empezar deberíamos tener mínimo una hora de margen», reflexionó el shinobi. Así pues, se puso manos a la obra empezando por revisar las estanterías.
«"La Caída de las Cinco Grandes Aldeas"... "Historia Antigua de Uzu no Kuni"... "Tratado Arqueológico sobre la Civilización Pre-Sunagakure del País del Viento"... Menuda biblioteca tiene este tipo...»
Keisuke, por su parte, se apresuró a registrar los cajones del escritorio. En uno de ellos halló un par de rollos de pergamino en blanco, pincel y tintero. En otro, un par de cuadernos que parecían ser agendas personales. También vio que bajo la mesa había una papelera metálica con una bola de papel arrugada.
—¿Eh?
Algo sobre el escritorio del profesor captó la atención de Akame. Mientras su compañero registraba los cajones, el Uchiha se acercó y tomó en sus manos un libro grueso de aspecto muy, muy antiguo.
—¡Ja! No puede ser —masculló en voz alta, sacando un pequeño libro de bolsillo de entre sus ropas—. Ahora ya sé de dónde sacó la inspiración el autor de esta novela...
En su mano izquierda sostenía su libro, "Juro Jones y el Templo de la Balalaika", y en la derecha un grueso volumen de "Las Ruinas Perdidas de Uróboros". Si Keisuke le prestaba atención y se fijaba, sería evidente un detalle que las portadas de ambos libros tenían en común; tanto en la viñeta de "Juro Jones", donde se veía al protagonista huyendo con un instrumento musical bajo el brazo y perseguido por una tribu de pigmeos con lanzas, como en la del tomo académico —que exhibía una fotografía de la entrada de un templo en ruinas— podían apreciarse varias cosas.
Primera, que la entrada de los templos de ambas representaciones tenían un parecido asombroso. La segunda, que en ambas portadas, sobre la piedra había inscrito un diminuto pero visible símbolo... Una serpiente devorándose a sí misma.
—Estos escritores de hoy en día, ya no hacen nada original...
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Desde su puesto de vigilancia, Juro pudo ver a un grupo de tres alumnos que había comenzado a subir las escaleras. Hablaban animadamente, y el ninja fue capaz de distinguir la conversación.
—... si no tendría que presentarme al exámen final, ¡y este tío tiene fama de ser criminal en esas convocatorias! —se quejaba uno.
—Ya, tío, qué me vas a contar. Este es mi tercer año con él, no consigo quitarme Historia Antigua ni de casualidad —le respondía otro.
—Venga, venga, hombre... Muten-sensei no es tan duro, el problema es la asignatura en sí, que es de memorizar y ya —terciaba el tercero.
—¡Sí, ya! Pues para este exámen me había llevado una semana empollando. Una jodida semana, y va el tío y me deja con un cuatro con ocho... —replicó el primero—. Ya os digo que yo hoy de ese despacho salgo con el aprobado.
Eran tres jóvenes que rondarían los veinte años, vestían con ropas elegantes y llevaban maletas de mano de aspecto pesado. Subían las escaleras a paso lento, pero tardarían apenas unos momentos en llegar hasta done estaba el ninja de Kusa.