22/11/2017, 17:25
(Última modificación: 22/11/2017, 17:32 por Uchiha Akame.)
Keisuke tomó la primera agenda y empezó a revisar las páginas con cuanta rapidez fue capaz. Sin embargo —al menos superficialmente— allí no parecía haber ningún apunte relacionado con una amante, ni siquiera algo que se le acercase mínimamente. Todo eran anotaciones acerca de sus alumnos, el esquema de las clases, algunas conferencias y citas de tutoría con los estudiantes o su profesor adjunto y subordinado directo, un tal Buradoku Banadoru.
Sin embargo, cuando hábilmente tomó la hoja de papel que reposaba, arrugada, en la papelera, el resultado fue mucho más satisfactorio. Al desdoblarla, Keisuke pudo leer claramente.
De la nota podría distinguir dos cosas, gracias a su capacidad perceptiva y su inteligencia. La primera, que la caligrafía no se parecía en nada a la de quien había escrito en la agenda. La segunda, que los caracteres estaban acursivados, quizá signo de que se habían escrito con rapidez.
—¿Algo? —preguntó Akame, directo, todavía con el tomo de los antiguos templos en la mano.
Mientras tanto, Juro se encontraba frente a los tres alumnos. Al principio los jóvenes parecían no haber reparado siquiera en su presencia, pero ahora que se interponía entre ellos y la puerta del despacho, no tuvieron más remedio que prestarle atención. El más alto de ellos miró al muchacho de arriba a abajo y luego cuestionó.
—¿No eres demasiado joven para ser un alumno?
—¿Cómo que vayamos a buscarle abajo? Yo tengo una tutoría con él a las ocho y media, aquí mismo, en su despacho —terció otro, el que iba a la revisión de examen.
—Disculpa, amigo —dijo el alto, para luego alargar un brazo al lado de Juro y tratar de girar el pomo de la puerta.
Dentro del despacho, tanto el ruido como la conversación de Juro con los alumnos había sido perfectamente audible. Akame se metió el libro cuya portada se parecía tanto a su novela de ficción en un bolsillo de su pantalón y luego apremió a su compañero.
—¡Vamos, Keisuke-san, hay que esconderse!
El Uchiha se colocó junto a una de las estanterías y realizó una sencilla serie de sellos. Con un característico "puf", la figura de Akame desapareció para dejar en su lugar una pila de archivadores y documentos.
Sin embargo, cuando hábilmente tomó la hoja de papel que reposaba, arrugada, en la papelera, el resultado fue mucho más satisfactorio. Al desdoblarla, Keisuke pudo leer claramente.
«El Cruce. 18.00»
De la nota podría distinguir dos cosas, gracias a su capacidad perceptiva y su inteligencia. La primera, que la caligrafía no se parecía en nada a la de quien había escrito en la agenda. La segunda, que los caracteres estaban acursivados, quizá signo de que se habían escrito con rapidez.
—¿Algo? —preguntó Akame, directo, todavía con el tomo de los antiguos templos en la mano.
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Mientras tanto, Juro se encontraba frente a los tres alumnos. Al principio los jóvenes parecían no haber reparado siquiera en su presencia, pero ahora que se interponía entre ellos y la puerta del despacho, no tuvieron más remedio que prestarle atención. El más alto de ellos miró al muchacho de arriba a abajo y luego cuestionó.
—¿No eres demasiado joven para ser un alumno?
—¿Cómo que vayamos a buscarle abajo? Yo tengo una tutoría con él a las ocho y media, aquí mismo, en su despacho —terció otro, el que iba a la revisión de examen.
—Disculpa, amigo —dijo el alto, para luego alargar un brazo al lado de Juro y tratar de girar el pomo de la puerta.
—
Dentro del despacho, tanto el ruido como la conversación de Juro con los alumnos había sido perfectamente audible. Akame se metió el libro cuya portada se parecía tanto a su novela de ficción en un bolsillo de su pantalón y luego apremió a su compañero.
—¡Vamos, Keisuke-san, hay que esconderse!
El Uchiha se colocó junto a una de las estanterías y realizó una sencilla serie de sellos. Con un característico "puf", la figura de Akame desapareció para dejar en su lugar una pila de archivadores y documentos.