25/11/2017, 00:15
—Mogura y yo somos los shinobis médicos. No creo que tengamos algún problema con ello, pero no sé que dirá Karamaru al respecto.
Sugiero que no perdamos más tiempo, señor.
Ante las dos primeras afirmaciones, el hombre miró a Karamaru con impaciencia. Por suerte, éste no se hizo de rogar y aceptó. Su superior agarró el picaporte y abrió la puerta entrando a una estancia llena de camas improvisadas. El aire estaba cargado a pesar de que se las habían ingeniado para poner una via de ventilación para esa sala en particular, la iluminación era más bien pobre, la mayoria de las luces se encontraban al lado de las camas y enseñaban cuerpos tensos y sudorosos con algunas heridas bastante feas.
Sin embargo, el shinobi pasó de largo haciendo breves saludos a los heridos que estaban conscientes o despiertos, siendo que había otros que estaban inconscientes o dormidos. Al principio del lugar, las heridas eran visiblemente superficiales, unos arañazos o unos cortes casi curados ya, después empezaban algunos cortes profundos que parecían necesitar atención, aún así, él no se detuvo hasta llegar a la parte más profunda, en la fila izquierda de camas había un caso de emergencia, apartando una cortina opaca que lo separaba del resto de la sala.
Sobre una de esas camas improvisadas yacía un hombre con el rostro lleno de pelo negro azabache con una pinta horrible, sus pies desnudos sobresalían por debajo de la fina tela que cubría la mayor parte de su cuerpo a excepción de su cara, donde se veía la expresión de dolor indescriptible aunque la intentó disimular al ver a su jefe asomarse. Sudaba y jadeaba, los dedos de los pies tenían un color entre morado y azul que no parecía muy sano.
El pelo paja tiró de la manta dejando a la vista numerosas manchas del mismo color que los pies que se movían por la piel como si tuviesen vida propia a una velocidad similar a la que parecen moverse las nubes cuando las miras desde el suelo, lento pero constante. Lo único que vestía el envenenado era un calzoncillo largo. Tenía todo el cuerpo hecho un amasijo de pelo negro y sudor.
— Parece un veneno bastante complejo, desde que le hirieron las manchas se han multiplicado por segundos y cada vez son más grandes, sin embargo, no le hieren de gravedad sino que le provocan un tremendo dolor, sobretodo de noche, y ya está. Seguramente la intención es volvernos locos, obligandole a gritar de dolor en plena noche. Sin duda, una tactica fruto de una mente retorcida y asquerosa.
Hizo una pausa para recabar toda la información que recordara sobre esa extraña toxina que devoraba a su compañero, instante que el nombrado aprovechó para animar el ambiente.
— Nada, nada, eso solo significa que sigo vivo. — comentó con voz quebrada el enfermo.
El chunnin solo palideció en respuesta a la triste y hueca voz de su moribundo hermano de armas.
— Bueno, que no hemos podido sacarle nosotros mismos el veneno con metodos... menos especializados porque el maldito está por todas partes. Aunque Aki descubrió que aplicando calor sobre la mancha se para unos segundos y que manteniendo un calor corporal alto sin llegar a causar daños, el dolor se atenua. Así que lleva desde hace un par de días manteniendo a Ryu en ese punto, hasta que ha tenido que ir a por vosotros. Nadie aparte de Aki y yo ha estado en contacto con él, pero ambos estamos bien así que no creo que sea contagioso. Y no sé qué más contaros, el primer día no parecía estar muy diferente, pero desde ayer que no puede ni moverse, eso con además el resto de heridos ha sido un caos.
La atmósfera se fue calentando hasta que la cortina se apartó de nuevo, violentamente, dejando paso a una pelirroja aún más enrojecida que cuando la habían visto por primera vez. Se movió entre los hombres hasta llegar a un lado de la cama y arrodillarse.
— Detendré las acumulaciones de veneno y vosotros podreis sacarlo, he visto a otros medicos hacerlo antes, ¿podeis hacerlo?
Gran parte de la agresividad que les mostró se había evaporado, dejando a descubierto una desesperación que seguramente no se hubieran esperado en primera instancia. No era solo que la técnica de sacar veneno fuese de lo más complicado que pudiese hacer un medico, es que además la toxina con la que debían practicarla era de todo menos normal. ¿Cuanto iban a tardar? ¿Iban a poder siquiera sacar todo a tiempo?
— Pues ese era el plan, ¿cómo lo veis? Cualquier cosa que necesitéis pedidla. Hay más personas que necesitan atención, pero ninguna ha aceptado ser atendida antes que Ryu.
Sugiero que no perdamos más tiempo, señor.
Ante las dos primeras afirmaciones, el hombre miró a Karamaru con impaciencia. Por suerte, éste no se hizo de rogar y aceptó. Su superior agarró el picaporte y abrió la puerta entrando a una estancia llena de camas improvisadas. El aire estaba cargado a pesar de que se las habían ingeniado para poner una via de ventilación para esa sala en particular, la iluminación era más bien pobre, la mayoria de las luces se encontraban al lado de las camas y enseñaban cuerpos tensos y sudorosos con algunas heridas bastante feas.
Sin embargo, el shinobi pasó de largo haciendo breves saludos a los heridos que estaban conscientes o despiertos, siendo que había otros que estaban inconscientes o dormidos. Al principio del lugar, las heridas eran visiblemente superficiales, unos arañazos o unos cortes casi curados ya, después empezaban algunos cortes profundos que parecían necesitar atención, aún así, él no se detuvo hasta llegar a la parte más profunda, en la fila izquierda de camas había un caso de emergencia, apartando una cortina opaca que lo separaba del resto de la sala.
Sobre una de esas camas improvisadas yacía un hombre con el rostro lleno de pelo negro azabache con una pinta horrible, sus pies desnudos sobresalían por debajo de la fina tela que cubría la mayor parte de su cuerpo a excepción de su cara, donde se veía la expresión de dolor indescriptible aunque la intentó disimular al ver a su jefe asomarse. Sudaba y jadeaba, los dedos de los pies tenían un color entre morado y azul que no parecía muy sano.
El pelo paja tiró de la manta dejando a la vista numerosas manchas del mismo color que los pies que se movían por la piel como si tuviesen vida propia a una velocidad similar a la que parecen moverse las nubes cuando las miras desde el suelo, lento pero constante. Lo único que vestía el envenenado era un calzoncillo largo. Tenía todo el cuerpo hecho un amasijo de pelo negro y sudor.
— Parece un veneno bastante complejo, desde que le hirieron las manchas se han multiplicado por segundos y cada vez son más grandes, sin embargo, no le hieren de gravedad sino que le provocan un tremendo dolor, sobretodo de noche, y ya está. Seguramente la intención es volvernos locos, obligandole a gritar de dolor en plena noche. Sin duda, una tactica fruto de una mente retorcida y asquerosa.
Hizo una pausa para recabar toda la información que recordara sobre esa extraña toxina que devoraba a su compañero, instante que el nombrado aprovechó para animar el ambiente.
— Nada, nada, eso solo significa que sigo vivo. — comentó con voz quebrada el enfermo.
El chunnin solo palideció en respuesta a la triste y hueca voz de su moribundo hermano de armas.
— Bueno, que no hemos podido sacarle nosotros mismos el veneno con metodos... menos especializados porque el maldito está por todas partes. Aunque Aki descubrió que aplicando calor sobre la mancha se para unos segundos y que manteniendo un calor corporal alto sin llegar a causar daños, el dolor se atenua. Así que lleva desde hace un par de días manteniendo a Ryu en ese punto, hasta que ha tenido que ir a por vosotros. Nadie aparte de Aki y yo ha estado en contacto con él, pero ambos estamos bien así que no creo que sea contagioso. Y no sé qué más contaros, el primer día no parecía estar muy diferente, pero desde ayer que no puede ni moverse, eso con además el resto de heridos ha sido un caos.
La atmósfera se fue calentando hasta que la cortina se apartó de nuevo, violentamente, dejando paso a una pelirroja aún más enrojecida que cuando la habían visto por primera vez. Se movió entre los hombres hasta llegar a un lado de la cama y arrodillarse.
— Detendré las acumulaciones de veneno y vosotros podreis sacarlo, he visto a otros medicos hacerlo antes, ¿podeis hacerlo?
Gran parte de la agresividad que les mostró se había evaporado, dejando a descubierto una desesperación que seguramente no se hubieran esperado en primera instancia. No era solo que la técnica de sacar veneno fuese de lo más complicado que pudiese hacer un medico, es que además la toxina con la que debían practicarla era de todo menos normal. ¿Cuanto iban a tardar? ¿Iban a poder siquiera sacar todo a tiempo?
— Pues ese era el plan, ¿cómo lo veis? Cualquier cosa que necesitéis pedidla. Hay más personas que necesitan atención, pero ninguna ha aceptado ser atendida antes que Ryu.