3/12/2017, 17:06
— ¿Dino..saurios? — murmuró Juro, sin entender lo que le trataba de decir —. Pues... la verdad es que no he visto a ningún ninja que utilice eso, al menos de mi generación. Por mi parte, no me especializó en el rastreo.
Jaque mate, Kusagakure. De todas las cosas que habían salido a coalición cuando hablaba con Datsue sobre el resto de villas, una de ellas, uno de los pilares sobre los que se fundamentaba mi idea de esa villa, se acababa de confirmar. Kusagakure tenía dinosaurios. Putos dinosaurios. Sin duda era un gran hallazgo. Acababa de sonsacarle a un genin de Kusagakure su mejor baza para ganar la guerra ninja que sin lugar a dudas se produciría en cuanto se descubriesen los dinosaurios que estaban entrenando.
Ahora tenía que hacer como que no había pasado nada para disimular el descubrimiento.
— ¿Y... cómo es la academia allí? ¿Os enseñan a trepar arboles como a los monos?
Esta era una de las ideas de Datsue, aunque a veces era difícil saber si bromeaba o lo opinaba de verdad, solo conseguias saber qué pensaba de verdad cuando había dinero de por medio o una apuesta como Dios manda, con orgullo herido y consecuencias nefastas. Pero ese era otro tema.
Jaque mate, Kusagakure. De todas las cosas que habían salido a coalición cuando hablaba con Datsue sobre el resto de villas, una de ellas, uno de los pilares sobre los que se fundamentaba mi idea de esa villa, se acababa de confirmar. Kusagakure tenía dinosaurios. Putos dinosaurios. Sin duda era un gran hallazgo. Acababa de sonsacarle a un genin de Kusagakure su mejor baza para ganar la guerra ninja que sin lugar a dudas se produciría en cuanto se descubriesen los dinosaurios que estaban entrenando.
Ahora tenía que hacer como que no había pasado nada para disimular el descubrimiento.
— ¿Y... cómo es la academia allí? ¿Os enseñan a trepar arboles como a los monos?
Esta era una de las ideas de Datsue, aunque a veces era difícil saber si bromeaba o lo opinaba de verdad, solo conseguias saber qué pensaba de verdad cuando había dinero de por medio o una apuesta como Dios manda, con orgullo herido y consecuencias nefastas. Pero ese era otro tema.
—Nabi—