5/12/2017, 00:28
—Uff, querido, ¡si te cuento! hoy en el trabajo...
Naoki, una mujer que parecía de clase alta, no destacaba por su físico, sino por la elegancia que desprendía con cada movimiento que hacía. Les observe de reojo. No parecía el tipo de mujer que saldría con alguien como Mirogata, no porque él no fuera suficiente para ella, sino porque ese tipo de mujeres solía creerse que lo mínimo para ellas era un príncipe azul. Y desde luego, Mirogata no era esa clase de hombre. De cualquier modo, yo no era nadie para juzgar ese tipo de cosas, las mujeres no eran mi punto fuerte, y solo sabía lo que había leído en los libros.
Naoki habló mucho. Le conto con todo lujo de detalles como había sido su día y Mirogata, como un Caballero de los de verdad, escucho atentamente el monologo sin decir ni una sola palabra. Y al final, cuando ya creía que la cháchara de la mujer no iba a terminar nunca, llego la pregunta que había estado esperando desde hacía eones.
—En fin, no te quiero aburrir más. Y a ti, ¿cómo te fue en el trabajo?
En ese momento fue cuando más me fije en el rostro de Naoki. Y recé a todos los dioses que conocía, para que Mirogata le respondiera que había sido un día como los de siempre. Recé para mis adentros para que no dijera ni una sola palabra de los acontecimientos con la receta. Al fin y al cabo, yo les había sugerido hacer vida normal, como si no hubiera pasado nada, incluso reabrir el restaurante. Esperaba que Mirogata lo recordara.
Si ella tenía algo que ver, había dos opciones, o era muy buena fingiendo, algo malo para el pobre Mirogata, o su rustro lo diría todo.
Vamos, Mirogata, tu puedes. Pensé fuertemente, por si acaso tenía poderes psíquicos ocultos y él lograba escucharme.
Naoki, una mujer que parecía de clase alta, no destacaba por su físico, sino por la elegancia que desprendía con cada movimiento que hacía. Les observe de reojo. No parecía el tipo de mujer que saldría con alguien como Mirogata, no porque él no fuera suficiente para ella, sino porque ese tipo de mujeres solía creerse que lo mínimo para ellas era un príncipe azul. Y desde luego, Mirogata no era esa clase de hombre. De cualquier modo, yo no era nadie para juzgar ese tipo de cosas, las mujeres no eran mi punto fuerte, y solo sabía lo que había leído en los libros.
Naoki habló mucho. Le conto con todo lujo de detalles como había sido su día y Mirogata, como un Caballero de los de verdad, escucho atentamente el monologo sin decir ni una sola palabra. Y al final, cuando ya creía que la cháchara de la mujer no iba a terminar nunca, llego la pregunta que había estado esperando desde hacía eones.
—En fin, no te quiero aburrir más. Y a ti, ¿cómo te fue en el trabajo?
En ese momento fue cuando más me fije en el rostro de Naoki. Y recé a todos los dioses que conocía, para que Mirogata le respondiera que había sido un día como los de siempre. Recé para mis adentros para que no dijera ni una sola palabra de los acontecimientos con la receta. Al fin y al cabo, yo les había sugerido hacer vida normal, como si no hubiera pasado nada, incluso reabrir el restaurante. Esperaba que Mirogata lo recordara.
Si ella tenía algo que ver, había dos opciones, o era muy buena fingiendo, algo malo para el pobre Mirogata, o su rustro lo diría todo.
Vamos, Mirogata, tu puedes. Pensé fuertemente, por si acaso tenía poderes psíquicos ocultos y él lograba escucharme.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)