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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
The Shark will be Fear

Umikiba Kaido

Capítulo I: Augurio de Muerte

Era una noche fría de invierno...

El cielo retumbaba con furia y los relámpagos descargaban la ira de los Dioses sobre las amplias planicies de las tierras de la Tormenta. La velada haría de recepción a un acontecimiento que mantenía a un pequeño reducto familiar de la aldea de Amegakure en ascuas, siendo que Nanabi; un miembro del clan Hozuki y Kunoichi de la majestuosa aldea de Amegakure, se encontraba en ese momento en proceso de dar a luz. La mujer gritaba sin pudor tras sentir en reiteradas ocasiones las fuertes contracciones que el proceso de parto le generaba, aunque el martirio valdría la pena una vez tuviera en sus brazos a su pequeño bebé, quien fue esperado con mucha ilusión durante nueve meses y sobre el cual recaía de alguna forma una gran expectativa en base al futuro de la familia... Una carga que sin lugar a dudas pocos querrían llevar sobre sus hombros.

Sin embargo, el nacimiento parecía complicarse con cada minuto que pasaba. El sonido de las centellas camuflaba el dolor expresado por la madre, aunque en el interior de aquella habitación todos observaban como la situación se les iba de las manos. Nadie sabía exactamente lo que estaba sucediendo y aunque los médicos priorizaron mantener los signos vitales de Nanabi, estos decrecían rápidamente a pesar de que su voluntad era más fuerte que nunca. Y es que no estaba afrontando la situación por su cuenta, a su lado contaba con una mano amiga cuya presencia le transmitía el apoyo suficiente para mantenerse con vida. Se trataba de Suijin Tenryo, esposo y padre del niño cercano a nacer. Su sonrisa cálida aunque apagada estaba allí para cuando Nanabi necesitara verla y no se apartaría de su lado bajo ninguna circunstancia. No obstante, en su interior reposaba una sensación de desesperanza debido a las complicaciones suscitadas en el parto, las cuales amenazaban con impedir que el sueño de formar una familia pudiera concretarse.

Casi podía sentir como el interior de Nanabi era desgarrado. Veía como la fuerza vital de su amada esposa se esfumaba con cada lágrima que soltaba. Un último trueno le sacó de su pensamiento, y cuando volvió en sí, pudo escuchar el sonido más hermoso que alguna vez podría oír alguien. El llanto de su bebé le trajo de vuelta al mundo, otorgándole un poco de esperanza, algo que le hacía falta. Pero aquella felicidad se vio sustituida por una sorpresa muy poco bien recibida. Al ver a su pequeño, soltó súbitamente la mano de Nanabi y retrocedió tres pasos, asustado.

"¿Pero que es esto?"

La criatura tenía una apariencia extraña. El color de su piel era de un color azul claro, aunque su piel era tan suave y cálida como la de cualquier recién nacido. Su diminuta mandíbula dejaba entrever pequeños puntos filosos que se asomaban de las encías y en la parte posterior de su frágil cuello yacían lo que parecían ser agallas. La sorpresa invadió a todos los presentes, sobre todo a Tenryo quien incapaz de aceptar lo que veía, se negó a acercarse a su esposa. No obstante, ella seguía consciente y tomó a Kaido en un abrazo de amor fraternal que haría que el niño dejase de llorar, sintiéndose protegido entre los brazos de su débil madre.

Nanabi volteó a ver a su esposo, consciente de que le quedaba poco tiempo y le habló.

—Su nombre será Kaido, cariño. Y quiero que lo protejas hasta que sea un hombre fuerte y capaz como tú. Cuídalo, enséñale a ser una persona de bien y no olvides decirle cuanto, pero cuanto lo amo... ¿cuento contigo?

Incapaz de decir nada, el hombre le vio con fingida aceptación y asintió tres veces. Tres veces, suficiente para que Nanabi sintiera la tranquilidad necesaria como para permitirse dar su último suspiro. Sus ojos se cerraron lentamente y su alma abandonó finalmente su cuerpo. Tan pronto como falleció, el niño de piel azul comenzó a llorar de nuevo...

como si supiera que con la muerte de su madre había perdido toda esperanza de ser realmente amado y de tener una vida cuanto menos normal.


Capítulo II: Caprichos del Destino

Una semana había pasado desde el incidente que enlutó a los ciudadanos de Amegakure. El pequeño tiburón se mantuvo al cuidado de una cariñosa anciana dispuesta allí para lidiar con él y esa noche en particular no iba a ser diferente. Sus brazos mecían al niño de un lado a otro mientras que a su alrededor comenzaban a reunirse distintas personalidades pertenecientes a las familias que envolvían a Kaido. La mujer supo al ver cómo tomaban sus respectivos asientos que lo que estaba por discutirse no era algo de su incumbencia y que la presencia del bebé era sólo para reforzar una idea.

Ellos estaban allí para decidir su destino.

Pero lo cierto es que era un caso sin precedentes. Por su parte, el pequeño reducto familiar Hozuki al que Nanabi pertenecía parecía no poder resolver sus discrepancias internas sobre lo sucedido. Tenryo por su parte se vio influenciado por opiniones ajenas y de algún modo decidió no cumplir directamente con la promesa hecha a su difunta esposa. El resto estaba allí por cotilleo y nada más.

La anciana intercalaba su mirada entre el bebé y los presentes cada tanto, hasta que pudo comprender finalmente la situación. El rechazo en los ojos de Suijin desveló el panorama y supo inmediatamente que el futuro de Kaido no era demasiado prometedor. Pensó entonces en encontrar el momento oportuno para huir y llevarse consigo al niño, aunque pronto desechó la idea por su incapacidad de afrontar una posible persecución. Además, con ello les estaría haciendo un favor, siendo que podrían usarle como excusa para fingir un accidente y librarse de la vida del niño fácilmente. Suspiró con resignación y besó al niño en la frente, al mismo tiempo que un fuerte golpeteo sobre la mesa de madera atraía la atención de las 7 personas presentes.

Era el padre de Nanabi quien tomaría la palabra.

—No quiero ser participe de vuestras intenciones, así que inicio esta inaceptable discusión otorgando mi férreo apoyo a la última voluntad de mi hija. Estamos hablando de una vida y por los vientos que soplan veo que estáis pensando en deshacerse del pequeño, con lo que me temo no estoy de acuerdo. Sé un hombre y cuida de tu hijo, Tenryo, porque nadie más lo hará.

A lo que Suijin respondió.

Lamento que estés en descuerdo, aunque te invito a darle una mirada más cercana al muchacho y te aseguro que te replantearás tu posición. Además, esa cosa es el motivo por el cual tu hija no se encuentra hoy con nosotros. No le quiero aquí. Mi sugerencia es que me permitáis darle en adopción. Tengo contactos más allá del país del hierro donde podrían cuidar de él. Nadie sabría nunca de lo sucedido y no tendríamos que criar a un monstruo con nuestros familiares.

Estoy de acuerdo con Suijin. No podemos darnos el lujo de dejar que el chico crezca y se haga llamar un Hozuki, aunque siempre podemos proveerle una buena vida, pero no aquí en Amegakure. Nanabi tenía dinero suficiente y deberíamos dárselo a quien decida cuidar a... esa cosa.

La balanza parecía inclinada. No obstante, el curso de la misma pareció verse inclinado por la repentina entrada de una persona que nadie esperaba recibir. Se trataba de un viejo patriarca del clan Hozuki quien había cumplido alguna vez un amplio historial de misiones como shinobi. Su cabello era largo y canoso y contaba además con una barba tupida de color grisáceo que se abría paso hasta su abdomen. Tambaleante, el viejo avanzó por la habitación con el apoyo de su bastón y se aproximó hasta la esquina en la que el tiburón se encontraba, retirando la manta de su rostro para poder observarle detenidamente. Segundos más tarde, le dio un pequeño toque en la frente y dejó que la criatura siguiera su descanso mientras él se abría paso hasta uno de los asientos aledaños de la habitación. Una vez en plena comodidad, el anciano carraspearía su garganta e inundaría el lugar con su voz.

Cuenta la leyenda que cada 100 años nace una criatura por voluntad del mar, concebida entre sal y agua, bajo el único propósito de cumplir con un imperioso objetivo que obligará al mundo a revaluar sus costumbres. Esto no es más que un lindo cántico que sostiene el mito de los Umi no Shisoku. Entiendo que seáis muy jóvenes para saber sobre ello así que os daré una breve explicación para que entendáis lo que es discuten en esta patética reunión...

Explicó con propiedad lo que eran los hijos del Océano. Una mutación genética que se presenta esporádicamente en distintas generaciones, ocurriendo en grandes arcos de tiempo debido a las probabilidades que tiene de darse. Quienes poseen esta variación en sus genes nace con rasgos de bestias marinas y gozan además de la capacidad de adaptarse al entorno como si hubiesen nacido realmente bajo el agua. Esa era la razón, según su relato, por la cual Kaido tenía la piel azul y contaba con esas características que tanto asustaban. El mismo anciano alegaba haber conocido a uno de ellos hacía unos 100 años y ninguno de los presentes se atrevía a negarlo. Pero todo el sermón sirvió para introducir en los presentes una idea muy simple: la de mantener al niño tan cerca como fuera posible.

—Y con esto sugiere que deberíamos conservarlo... — inquirió el abnegado padre de Kaido.

—Este chico puede convertirse en un arma definitiva. Como patriarca de esta familia no desperdiciaré la oportunidad, así que supones bien; lo conservaremos. Pero no tú, ni la mujer que ahora mismo le sostiene en tu lugar. Será nuestro reducto Hozuki quien se encargue de él. Vivirá en una instalación oculta durante su infancia y priorizaremos su entrenamiento como shinobi hasta que llegue el momento de presentarle oficialmente a la aldea. Y me tomaré la libertad de decirte, mocoso, que ya es tarde para arrepentirse. Con convocar esta reunión has renunciado completamente a ser el padre de esa criatura, así que a partir de ahora Kaido no tiene familia. No tiene amigos, no tiene a nadie.

Las herramientas no tienen esa opción.


Capítulo III: La voluntad de la Bestia
Kaido estuvo recluido durante 12 años en el interior de un bastión secreto ubicado en el Valle Aodori, oculto dentro de una zanja entre las grandes formaciones rocosas de lugar. Allí, fue entrenado y adoctrinado bajo fuertes rutinas militares que le prepararían día a día con el fin de convertirle en un prospecto eficiente, aumentando así las posibilidades de que lograra transformarse en un shinobi temido y poderoso. Pero sobre todas las cosas, lo realmente imperativo recaía en el hecho de poder controlar los instintos animales que seguro surgirían una vez tuviera la capacidad de razonar y de elegir por su propia cuenta.

Creció dentro de esos muros sin una familia, distanciado de cualquier tipo de afecto, aprendiendo que su papel era el de seguidor, todo bajo las órdenes de su clan. Y a pesar de que nunca se sintió parte de ellos puesto que sabía que le consideraban una simple herramienta, no tenía nada más a qué aferrarse y decidió, desde una edad muy temprana, a servir sin rechistar, a cumplir sin fallar.

Hacerse fuerte era su camino del Ninja.

...

El examen genin del otoño del año 199 fue bastante prometedor. Los más jóvenes se reunían en la academia, buscando lograr el objetivo más inmediato, el honor más grande; obtener la bandana de la aldea. Los prospecto de los clanes más conocidos aparecieron primero, habiendo uno que otro descarriado que decidiría probar suerte aunque pudieran no pasar la prueba.

Daban las 6 de la tarde y la gran mayoría se encontraba ya reunida en los interiores de las aulas. A poco de empezar, una figura interrumpió en una de las habitaciones, logrando atraer la atención de todos y cada uno de los presentes. Kaido, con su cabellera cristalina, de ojos azules y grandes dientes afilados, se adentró al lugar con una soberbia sonrisa, ajeno a la reacción de las personas que le veían con confusión. El pequeño tiburón, ahora de 13 años, tomó lugar en un asiento apartado, dejando de una de las uñas de su dedo índice, tan afilada como su canino, tajaran la madera de su asiento, lugar en el que decidió escribir su inicial.

Nunca nadie le había visto ni en la academia ni en las clases, por lo que a ojos de los lugareños era un total desconocido. Solo cuando estuvo listo, el clan Hōzuki le dejó salir de su encierro para comenzar su camino shinobi. Consciente de que era una herramienta, vivía bajo ordenes y el único motivo de su existencia era cumplir con lo demandado. Hasta ese momento, su única tarea en lista era la de ganarse una bandana, algo que estaba seguro de completar sin dificultad alguna.

Umikiba Kaido, a vuestro servicio —una sonrisa afloró en su rostro, dejando ver un manojo de afilados dientes que le darían una tétrica pero curiosa apariencia.

El tiburón hizo su aparición.

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Mensajes en este tema
La marca del tiburón - por Umikiba Kaido - 6/08/2015, 22:22
RE: La marca del tiburón - por Umikiba Kaido - 7/08/2015, 20:17


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