16/12/2017, 23:52
(Última modificación: 17/12/2017, 15:27 por Uchiha Akame.)
El Kage Bunshin de Akame asintió ante las palabras de Juro.
—A partir de ahora estás solo, Juro-san. Confío en que no pierdas de vista al objetivo —expresó la copia, antes de cruzarse de brazos y desaparecer con un "puf" y una voluta de humo blanco.
Dondequiera que estuviese el verdadero Akame, en ese mismo instante sabría que sus compañeros habían localizado al profesor y le estaban siguiendo ciudad abajo.
Muten Rōshi continuó caminando durante unos diez minutos. Los shinobi que le seguían pudieron darse cuenta de que durante todo el trayecto habían estado descendiendo por la ladera sobre la que estaba edificada Taikarune, y cuanto más bajaban, menos lujosos e imponentes lucían los edificios. En un momento dado el académico tomó un giro hacia la izquierda, caminó durante unos minutos y luego volvió a girar. Los ninjas verían entonces que se encontraban muy cerca del puerto de la ciudad, donde un gran embarcadero de madera que debía medir varias decenas de metros de longitud servía de anclaje para multitud de barcos de diferente insignia y calado, mayormente pequeñas fragatas mercantes con los colores de su país de origen.
Los pasos del profesor les condujeron, calle abajo, hasta una intersección de varias callejuelas. Un cruce. Una vez allí el tipo miró a izquierda y derecha, y luego a su propia espalda. Entonces se quitó el sombrero de paja y entró en un restaurante de paredes acristaladas que tenía algunas mesas dispuestas en una pequeña terraza. Sobre la entrada, un cartel.
Si se fijaban bien, tanto Juro —a pie de calle— como Keisuke —desde el tejado de un edificio al otro lado de la acera— podrían ver, sentado en una de las mesas de la terraza, a Uchiha Akame. El uzujin bebía a sorbos de una humeante taza de té mientras leía aquella novela fantástica sobre las aventuras de un tal Juro Jones.
—A partir de ahora estás solo, Juro-san. Confío en que no pierdas de vista al objetivo —expresó la copia, antes de cruzarse de brazos y desaparecer con un "puf" y una voluta de humo blanco.
Dondequiera que estuviese el verdadero Akame, en ese mismo instante sabría que sus compañeros habían localizado al profesor y le estaban siguiendo ciudad abajo.
Muten Rōshi continuó caminando durante unos diez minutos. Los shinobi que le seguían pudieron darse cuenta de que durante todo el trayecto habían estado descendiendo por la ladera sobre la que estaba edificada Taikarune, y cuanto más bajaban, menos lujosos e imponentes lucían los edificios. En un momento dado el académico tomó un giro hacia la izquierda, caminó durante unos minutos y luego volvió a girar. Los ninjas verían entonces que se encontraban muy cerca del puerto de la ciudad, donde un gran embarcadero de madera que debía medir varias decenas de metros de longitud servía de anclaje para multitud de barcos de diferente insignia y calado, mayormente pequeñas fragatas mercantes con los colores de su país de origen.
Los pasos del profesor les condujeron, calle abajo, hasta una intersección de varias callejuelas. Un cruce. Una vez allí el tipo miró a izquierda y derecha, y luego a su propia espalda. Entonces se quitó el sombrero de paja y entró en un restaurante de paredes acristaladas que tenía algunas mesas dispuestas en una pequeña terraza. Sobre la entrada, un cartel.
«El Cruce»
Si se fijaban bien, tanto Juro —a pie de calle— como Keisuke —desde el tejado de un edificio al otro lado de la acera— podrían ver, sentado en una de las mesas de la terraza, a Uchiha Akame. El uzujin bebía a sorbos de una humeante taza de té mientras leía aquella novela fantástica sobre las aventuras de un tal Juro Jones.