25/12/2017, 20:54
—Siempre he tenido buen ojo.— Dije esbozando una sonrisa mientras miraba disimuladamente a la pareja. —Me ha costado para dormido, pero está bien, creciendo.—
Desistí de mantener la cámara tan en la vista y la oculté bajo la mesa, entre las piernas. Miré nuevamente a los lugareños que iban creciendo en número y en alegría, pero en un momento inesperado la pareja se levantó, se hicieron entre la gente hacia la barra, posiblemente. —Se van, será mejor que el alboroto empiece ahora.— Musité a Juro, sí había entendido bien debíamos propiciar el caos en el interior del bar.
Me levanté con calma y les seguí con la mirada. "¿Qué hacer? Será mejor actuar ahora" Caminé rápidamente en dirección Juro y le entregué el artefacto, quedaba en sus manos el éxito de la misión. --Veré que puedo hacer, una vez se arme supongo que tendrás una brecha, aprovechala.— Ahora me dirigí a la barra, pero mientras me acercaba a ellos buscaba a la persona que estuviera más ebria, o en el estado más cercano al mismo, divisé a la pareja que se encontraba posiblemente pagando la cuenta.
Los cantos y los gritos seguían, posiblemente nadie había reparado del todo en mi. "Sí es un caballero..."
—AAAYY PERVERTIDOO!!!— Grité a la par que le daba una bofetada al gordito de cara rojiza, tras darle el manotazo, le empujé con todas mis fuerzas, y quizá con un poco más de energía que la habitual para una chica de esas dimensiones; ciertamente el poder del empujón debía hacerle golpear a sus otros compañeros, y sí tenía suerte a algún rival o algún ebrio peleón, que sería el otro factor que debía agregar a la pelea.
Sí surgía efecto o no, no lo sabría no podía quedarme en el campo de batalla en esos momentos, por lo menos no con esa apariencia, motivo por el cual me escabullí lo antes posible a los baños del local y una vez adentro de lo mismos, me aseguré de que no hubiese nadie más y puff, una nube de humo blanco estalló y ya no era una joven pelirroja; ahora era un hombre de unos 30 años, piel morena, 1.83mts de altura y cuerpo fornido; similar a alguno de los marineros del lugar, y en mi rostro se veía cierto rubor rojizo. Ahora vería sí mi plan había ido como lo esperaba.
Desistí de mantener la cámara tan en la vista y la oculté bajo la mesa, entre las piernas. Miré nuevamente a los lugareños que iban creciendo en número y en alegría, pero en un momento inesperado la pareja se levantó, se hicieron entre la gente hacia la barra, posiblemente. —Se van, será mejor que el alboroto empiece ahora.— Musité a Juro, sí había entendido bien debíamos propiciar el caos en el interior del bar.
Me levanté con calma y les seguí con la mirada. "¿Qué hacer? Será mejor actuar ahora" Caminé rápidamente en dirección Juro y le entregué el artefacto, quedaba en sus manos el éxito de la misión. --Veré que puedo hacer, una vez se arme supongo que tendrás una brecha, aprovechala.— Ahora me dirigí a la barra, pero mientras me acercaba a ellos buscaba a la persona que estuviera más ebria, o en el estado más cercano al mismo, divisé a la pareja que se encontraba posiblemente pagando la cuenta.
Los cantos y los gritos seguían, posiblemente nadie había reparado del todo en mi. "Sí es un caballero..."
—AAAYY PERVERTIDOO!!!— Grité a la par que le daba una bofetada al gordito de cara rojiza, tras darle el manotazo, le empujé con todas mis fuerzas, y quizá con un poco más de energía que la habitual para una chica de esas dimensiones; ciertamente el poder del empujón debía hacerle golpear a sus otros compañeros, y sí tenía suerte a algún rival o algún ebrio peleón, que sería el otro factor que debía agregar a la pelea.
Sí surgía efecto o no, no lo sabría no podía quedarme en el campo de batalla en esos momentos, por lo menos no con esa apariencia, motivo por el cual me escabullí lo antes posible a los baños del local y una vez adentro de lo mismos, me aseguré de que no hubiese nadie más y puff, una nube de humo blanco estalló y ya no era una joven pelirroja; ahora era un hombre de unos 30 años, piel morena, 1.83mts de altura y cuerpo fornido; similar a alguno de los marineros del lugar, y en mi rostro se veía cierto rubor rojizo. Ahora vería sí mi plan había ido como lo esperaba.