5/01/2018, 16:24
La mujer no tenía ganas de regalarle ni un segundo más de su tiempo a Mogura, más allá del necesario. Aún así, tuvo la delicadeza de cerciorarse de que estaba hablando con la persona adecuada. Cuando consultaron por su nombre, el médico se limitó simplemente a asentir con un leve gesto de su cabeza.
El chuunin se hizo con el pergamino pero no lo abrió al instante, pues la encargada seguía hablando con él. La misión que se encontraba descrita en el interior de aquel documento era algo que ya se le había comentado, con esa idea en cuenta, el shinobi había precisado que se le asignara un compañero. Simplemente porque no podía curar un animal salvaje hasta matarlo.
Y la suerte de alguna manera le había sonreído.
Con una rápida mirada con el rabillo del ojo constató de que la identidad de su colega era nada más ni nada menos que la Inmortal de Amegakure, Watasashi Aiko.
—Entendido, gracias.
Dijo acompañando nuevamente sus palabras de una reverencia, le dedicó entonces una mirada al pergamino, puntualmente al lugar donde debía llevarse a cabo el encargo.
«Yachi.»
Un lugar situado casi en los limites de Arashi-no-kuni, llegar hasta allá significaría unos días de viaje, pero quizás se podría llegar a acortar la distancia si evitaban rodear las llanuras.
—¿Contamos con la autorización de Arashikage-sama para pasar por el Túnel?
Consultaría el médico mientras cerraba el pergamino y lo guardaba en su chaleco.
El chuunin se hizo con el pergamino pero no lo abrió al instante, pues la encargada seguía hablando con él. La misión que se encontraba descrita en el interior de aquel documento era algo que ya se le había comentado, con esa idea en cuenta, el shinobi había precisado que se le asignara un compañero. Simplemente porque no podía curar un animal salvaje hasta matarlo.
Y la suerte de alguna manera le había sonreído.
Con una rápida mirada con el rabillo del ojo constató de que la identidad de su colega era nada más ni nada menos que la Inmortal de Amegakure, Watasashi Aiko.
—Entendido, gracias.
Dijo acompañando nuevamente sus palabras de una reverencia, le dedicó entonces una mirada al pergamino, puntualmente al lugar donde debía llevarse a cabo el encargo.
«Yachi.»
Un lugar situado casi en los limites de Arashi-no-kuni, llegar hasta allá significaría unos días de viaje, pero quizás se podría llegar a acortar la distancia si evitaban rodear las llanuras.
—¿Contamos con la autorización de Arashikage-sama para pasar por el Túnel?
Consultaría el médico mientras cerraba el pergamino y lo guardaba en su chaleco.
Hablo - Pienso