6/01/2018, 23:51
Aquel grazneo ininteligible hizo sacar de quicio a Mirogata, quien había perdido todo su pudor y tranquilidad habitual. Sabía que sus planes no habían salido tan buen como así lo hubiese querido, y que sus maniobras no habían confundido a Reiji. La única opción que tenía era la de escapar, o por tanto, entregarse.
Sin embargo, adelante vio una oportunidad perfecta. Y es que en vez de continuar su recorrido a través del largo callejón, se introdujo en uno de los pasillos izquierdos. Aquel pasillo, yacía repleto de carruajes de frutas y hortalizas ambulante que reposaban bajo la protección de algunas lonas. Apenas atravesó el primer par de carruajes frente a él, Mirogata movió sus manos y armó todo un altercado a su alrededor, tirando al suelo uno de los carruajes. Los lugareños se arremolinaron justo en medio, y cubrieron el espacio en su totalidad. Frente a Yoru, una marea de gente le hizo perder de vista a su perseguidor.
Pero aquel par de ojos de cuervo se fijaron en un pequeño espacio entre el codo y la axila de un moro. Tuvo que afinar el vuelo y juntar sus alas al tronco de su cuerpo lo más que pudo, hasta que atravesó ese pequeño agujero como una centella.
Una vez al otro extremo, contempló a Mirogata tomando un respiro, pues pensó haber evitado que el cuervo continuara siguiéndole. Maldijo, para sí; antes de volver a correr.
Sin embargo, adelante vio una oportunidad perfecta. Y es que en vez de continuar su recorrido a través del largo callejón, se introdujo en uno de los pasillos izquierdos. Aquel pasillo, yacía repleto de carruajes de frutas y hortalizas ambulante que reposaban bajo la protección de algunas lonas. Apenas atravesó el primer par de carruajes frente a él, Mirogata movió sus manos y armó todo un altercado a su alrededor, tirando al suelo uno de los carruajes. Los lugareños se arremolinaron justo en medio, y cubrieron el espacio en su totalidad. Frente a Yoru, una marea de gente le hizo perder de vista a su perseguidor.
Resultado de tirada enfrentada: Éxito rotundo
Pero aquel par de ojos de cuervo se fijaron en un pequeño espacio entre el codo y la axila de un moro. Tuvo que afinar el vuelo y juntar sus alas al tronco de su cuerpo lo más que pudo, hasta que atravesó ese pequeño agujero como una centella.
Una vez al otro extremo, contempló a Mirogata tomando un respiro, pues pensó haber evitado que el cuervo continuara siguiéndole. Maldijo, para sí; antes de volver a correr.
*Yoru gana distancia y queda 20 metros de su objetivo.