10/01/2018, 03:47
Decaído, aquel hombre que una vez aparentó ser un calmo y respetuoso souschef se había convertido de pronto en un malechor de poca monta que quedó para revolcarse en la tierra mojada. La lluvia caía a cántaros encima de todos los presentes, incesante, y aún así, parecía que incluso el agua que caía desde los cielos parecía evitar al mismísimo Mirogata, pues un mísero ladrón como aquel no merecía ser bendecido con las lágrimas de Ame no Kami.
En apenas un parpadeo, Reiji se percató de que tras él había un pequeño cúmulo de mirones curiosos observando la escena. Mirogata, a su vez, sentenció su huida con una susurrante perjura y sencillamente se embargó en un reconfortante silencio, mientras observaba al ninja con resquemor.
—Ya tienes el pergamino. Os lo explicaré todo, por favor, pero... no le digáis a Yogaru-sama que he sido yo.
En apenas un parpadeo, Reiji se percató de que tras él había un pequeño cúmulo de mirones curiosos observando la escena. Mirogata, a su vez, sentenció su huida con una susurrante perjura y sencillamente se embargó en un reconfortante silencio, mientras observaba al ninja con resquemor.
—Ya tienes el pergamino. Os lo explicaré todo, por favor, pero... no le digáis a Yogaru-sama que he sido yo.