10/01/2018, 20:06
«¿Anticuado, vandálico, incapaz de ver más allá?». A Daruu, incrédulo, tan sólo le faltaba un poco más para golpear a aquél muchacho en la cara.
—No tengo intención de ir y quitarle el collar, tampoco de que mis cuervos vayan y se lo quiten. Solo tenemos que hacer que a ella deje de gustarle el colgante y lo tire. Para saber que puede hacer que una mujer haga eso con el regalo de su hombre, no hay nadie mejor en todo Oonido que un cuervo adicto a las telenovelas. No le estamos robando, técnicamente, ella se deshará de él.
Daruu apretó los puños. Le sostuvo la mirada unos segundos más y se dio la vuelta. Caminó hasta el borde de la torre.
—No pienso tomar partido en una estupidez de ese calibre —advirtió—. Sería exactamente lo mismo, lo mires por donde lo mires. Probablemente el chico encontró el collar donde lo dejó el cuervo, y se lo haya regalado a su pareja de buena fe. ¿O acaso te lo quitó de las manos, cuervo?
—Bwark... Ba-bwark bwark babawrk. —(Bueno... Cuando volví ya no estaba allí).
—Y eso teniendo en cuenta que ese collar sea exactamente el tuyo y no otro igual. No. Lo siento, todo esto es una locura. Yo no soy ese tipo, así que ya no tienes por qué acosarme. Mi presencia aquí ya no es necesaria. Si todavía lo quieres, cuervo, que te ayude este tipo. Pero yo no tomaré partido.
»En fin, Karasukage-san. Gracias por mediar. Piensa bien en lo que estás haciendo.
—Bwark b-bwark... —(Tiene razón...)
Daruu saltó a la torre adyacente más cercana y fue descendiendo de tubería en tubería. Si nada lo impedía, se alejaría de allí.
—Bwark. B-bwark babawrk bwark. Bkwark bwark babawrk bwak. —(Gracias, hombre-cuervo. Pero creo que buscaré otra ofrenda).
El animal lo miró con el rostro torcido y picoteó un par de veces el suelo.
—Bwark bwa ba bwark. —(Y gracias por la pizza).
Dio un par de saltos y se apoyó en el borde del rascacielos, dirigiéndole una última mirada.
—¿Ba-wa bwark? —(¿Es un adiós?).
—No tengo intención de ir y quitarle el collar, tampoco de que mis cuervos vayan y se lo quiten. Solo tenemos que hacer que a ella deje de gustarle el colgante y lo tire. Para saber que puede hacer que una mujer haga eso con el regalo de su hombre, no hay nadie mejor en todo Oonido que un cuervo adicto a las telenovelas. No le estamos robando, técnicamente, ella se deshará de él.
Daruu apretó los puños. Le sostuvo la mirada unos segundos más y se dio la vuelta. Caminó hasta el borde de la torre.
—No pienso tomar partido en una estupidez de ese calibre —advirtió—. Sería exactamente lo mismo, lo mires por donde lo mires. Probablemente el chico encontró el collar donde lo dejó el cuervo, y se lo haya regalado a su pareja de buena fe. ¿O acaso te lo quitó de las manos, cuervo?
—Bwark... Ba-bwark bwark babawrk. —(Bueno... Cuando volví ya no estaba allí).
—Y eso teniendo en cuenta que ese collar sea exactamente el tuyo y no otro igual. No. Lo siento, todo esto es una locura. Yo no soy ese tipo, así que ya no tienes por qué acosarme. Mi presencia aquí ya no es necesaria. Si todavía lo quieres, cuervo, que te ayude este tipo. Pero yo no tomaré partido.
»En fin, Karasukage-san. Gracias por mediar. Piensa bien en lo que estás haciendo.
—Bwark b-bwark... —(Tiene razón...)
Daruu saltó a la torre adyacente más cercana y fue descendiendo de tubería en tubería. Si nada lo impedía, se alejaría de allí.
—Bwark. B-bwark babawrk bwark. Bkwark bwark babawrk bwak. —(Gracias, hombre-cuervo. Pero creo que buscaré otra ofrenda).
El animal lo miró con el rostro torcido y picoteó un par de veces el suelo.
—Bwark bwa ba bwark. —(Y gracias por la pizza).
Dio un par de saltos y se apoyó en el borde del rascacielos, dirigiéndole una última mirada.
—¿Ba-wa bwark? —(¿Es un adiós?).