11/01/2018, 20:22
El encargado extendió la mano para señala el ataúd metálico que hacía de ascensor.
—Adelante, pues.
Manase Mogura hizo una ligera reverencia y se dispuso a hacer uso del mecanismo.
Al abrir la puerta del despacho, el joven médico se encontraría con una Yui sentada al otro lado de su escritorio, matando el tiempo con un bolígrafo a falta de algo mejor que hacer.
—Oh.
Exclamó la líder de la aldea cuando vio al shinobi entrar, quien rápidamente haría una marcada y formal reverencia. Mogura, al levantar la mirada, la vería con aquella sonrisa afilada que algunos Hozuki solían tener. El shinobi no podría decir que se encontraba del todo cómodo mostrándose ante la Arashikage, pero tenía que hacer un esfuerzo por esconder cualquier atisbo de nerviosismo o duda.
Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? ¿Qué hay, Mogura-kun? ¿Qué te trae por el despacho?
Consultó entonces la mandamás de Amegakure. Era momento de que el médico explicara la razón de su visita.
—Habría sido agradable solo pasar a saludar, Arashikage-sama.
Se lamentó el shinobi.
—Pero si le parece bien que le robe un poco de su tiempo, me gustaría contar un poco de su sabiduría sobre un asunto con unos genin.
Diría intentando tener tanto tacto como fuese posible con aquel asunto, por más tiempo libre que tuviese, dudaba un poco que fuese agradable que un chuunin llegase a tocar su puerta con un problema entre las manos.
—Adelante, pues.
Manase Mogura hizo una ligera reverencia y se dispuso a hacer uso del mecanismo.
· · ·
Al abrir la puerta del despacho, el joven médico se encontraría con una Yui sentada al otro lado de su escritorio, matando el tiempo con un bolígrafo a falta de algo mejor que hacer.
—Oh.
Exclamó la líder de la aldea cuando vio al shinobi entrar, quien rápidamente haría una marcada y formal reverencia. Mogura, al levantar la mirada, la vería con aquella sonrisa afilada que algunos Hozuki solían tener. El shinobi no podría decir que se encontraba del todo cómodo mostrándose ante la Arashikage, pero tenía que hacer un esfuerzo por esconder cualquier atisbo de nerviosismo o duda.
Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? ¿Qué hay, Mogura-kun? ¿Qué te trae por el despacho?
Consultó entonces la mandamás de Amegakure. Era momento de que el médico explicara la razón de su visita.
—Habría sido agradable solo pasar a saludar, Arashikage-sama.
Se lamentó el shinobi.
—Pero si le parece bien que le robe un poco de su tiempo, me gustaría contar un poco de su sabiduría sobre un asunto con unos genin.
Diría intentando tener tanto tacto como fuese posible con aquel asunto, por más tiempo libre que tuviese, dudaba un poco que fuese agradable que un chuunin llegase a tocar su puerta con un problema entre las manos.
Hablo - Pienso