11/01/2018, 23:59
Entre que Akame charlaba y discurría por la habitación, Ralexion se incorporó y se sentó al borde de la cama que miraba hacia el ventanuco construído sobre el tronco del árbol.
Pretendía seguir involucrado en tan turbio asunto y de ahí su pregunta. A pesar de que el sentido común del muchacho le decía que tomase los libros de Akame y se lavase las manos del tema, no podía. Quizás se debía a su infantil sentido de la curiosidad o quizás tuviese que ver con que su orgullo le dictaminaba el recuperar lo que le habían robado. En cualquiera de los casos, no quería bajarse del metafórico tren todavía.
Ojalá no estuviese siendo un necio y cuando quisiese alejarse de todo ese jaleo aún resultase posible hacerlo...
Y ahora que el aparentemente infalible Akame se personó allí con una pista bajo el brazo y dulces promesas sobre lo sencillo que resultaría dar con uno de esos mercenarios y seguirle la pista, Ralexion sonrió con seguridad. Que hubiese sido precisamente el culpable de su estado físico actual le resultaba indiferente. El daño causado por el virote no le engendraba ganas de venganza, tan solo ansias de recuperar lo que se les había arrebatado y arrancarle de la cara esa grotesca sonrisa al tipo cicatrizado así como a su jefe.
—Esto... —le indicó a su colocutor— Es lo que pasa cuando no me puedo identificar como shinobi para que la aldea corra con los gastos y no llevo suficiente dinero encima como para pagarme un tratamiento como dios manda. Me han pegado un poco de Ninjutsu médico para suavizar la recuperación pero lo demás va a ser a base de vendas, puntos y ungüentos normales. Quieren que me quede aquí un par de días para asegurarse de que no se me reabre la herida.
Se encogió de hombros con el rostro neutral y los ojos cerrados. No sabía si el objetivo de Akame podía esperar un par de días o necesitaban ponerse manos a la obra de inmediato. Si se trataba de la segunda opción, Ralexion ya se hacía una buena idea de lo que su pariente diría a continuación. Podría ser que, después de todo, necesitase escabullirse de allí.
—¿Y qué pasa con mis libros, Akame-san? ¿Hmm?
Pretendía seguir involucrado en tan turbio asunto y de ahí su pregunta. A pesar de que el sentido común del muchacho le decía que tomase los libros de Akame y se lavase las manos del tema, no podía. Quizás se debía a su infantil sentido de la curiosidad o quizás tuviese que ver con que su orgullo le dictaminaba el recuperar lo que le habían robado. En cualquiera de los casos, no quería bajarse del metafórico tren todavía.
Ojalá no estuviese siendo un necio y cuando quisiese alejarse de todo ese jaleo aún resultase posible hacerlo...
Y ahora que el aparentemente infalible Akame se personó allí con una pista bajo el brazo y dulces promesas sobre lo sencillo que resultaría dar con uno de esos mercenarios y seguirle la pista, Ralexion sonrió con seguridad. Que hubiese sido precisamente el culpable de su estado físico actual le resultaba indiferente. El daño causado por el virote no le engendraba ganas de venganza, tan solo ansias de recuperar lo que se les había arrebatado y arrancarle de la cara esa grotesca sonrisa al tipo cicatrizado así como a su jefe.
—Esto... —le indicó a su colocutor— Es lo que pasa cuando no me puedo identificar como shinobi para que la aldea corra con los gastos y no llevo suficiente dinero encima como para pagarme un tratamiento como dios manda. Me han pegado un poco de Ninjutsu médico para suavizar la recuperación pero lo demás va a ser a base de vendas, puntos y ungüentos normales. Quieren que me quede aquí un par de días para asegurarse de que no se me reabre la herida.
Se encogió de hombros con el rostro neutral y los ojos cerrados. No sabía si el objetivo de Akame podía esperar un par de días o necesitaban ponerse manos a la obra de inmediato. Si se trataba de la segunda opción, Ralexion ya se hacía una buena idea de lo que su pariente diría a continuación. Podría ser que, después de todo, necesitase escabullirse de allí.
—¿Y qué pasa con mis libros, Akame-san? ¿Hmm?