14/01/2018, 19:21
(Última modificación: 15/01/2018, 17:02 por Amedama Daruu.)
El pesado caminar del amejin dio el último paso. Mientras uno de los pies probaba los adoquines de piedra del largo puente que unía la isla a Yamiria, el otro ya saboreaba la fresca y verde hierba de La Pequeña Blanca, la... bueno, la más pequeña de las Islas del Té. Daruu suspiró y aferró el pergamino de la misión con fuerza. Se lo guardó en la mochila.
El transporte de material había sido un fastidio. Daruu se preguntaba si no habría sido mejor contratar un carro. Pero no, claro, los ninjas no contrataban carros. Y ya que había ido hasta Yamiria, ¿por qué no cruzar el puente y disfrutar de un rico té negro?
Sonrió y observó el pueblecito más cercano con ojos cansados. Y echó a caminar.
Allí encontró una pequeña taberna. No era más que un refugio pequeñito, cuyos parroquianos se contaban con los dedos de una mano. Los habitantes del pueblo podían contarse con los de las dos.
Se sentó en un taburete de la barra y solicitó:
—Un té negro, por favor.
El dueño del establecimiento se quedó mirándole como si fuese un extraterrestre. Daruu, alarmado, echó un vistazo hacia abajo. No, no llevaba la bandana de Amegakure al descubierto —se la había quitado al entrar al territorio del País del Remolino—. ¿Entonces?
—Sólo tenemos té blanco, rojo y verde —dijo.
—¿Pero no se llaman las Islas del Té? —espetó Daruu, que quizás estaba demasiado molesto y llevaba demasiados días sin dormir en una cama decente—. ¿No deberían de tener... yo qué sé, todos los tipos existentes de té?
—Esta isla se llama La Pequeña Blanca. Especializados en té blanco. La Mediana Roja, en té rojo. Y La Capital... en té verde.
—A lo mejor debería de haberse llamado "La Gran Verde", ¿no? —refunfuñó, intentando extraer sentido del humor de un pozo estéril que sólo contenía leche de la mala—. ¿Conoce algún sitio en el que sirvan té negro?
—¿De donde viene usted sirven té negro?
Daruu sacudió la cabeza.
—¿Sí?
—Entonces, de donde viene usted.
Daruu sintió el impulso de levantarle y estamparle el taburete en la cara a aquél camarero. El hombre, gordo, calvo y con el rostro lleno de marcas y arrugas, pareció detectar la ira a tiempo, porque había dado un paso hacia atrás. Pero por la cara nadie habría podido adivinarlo, que seguía tan imperturbable como la de Kōri-sensei.
—Está bien, usted gana —se rindió Daruu, de mala gana—. Póngame un té blanco.
El transporte de material había sido un fastidio. Daruu se preguntaba si no habría sido mejor contratar un carro. Pero no, claro, los ninjas no contrataban carros. Y ya que había ido hasta Yamiria, ¿por qué no cruzar el puente y disfrutar de un rico té negro?
Sonrió y observó el pueblecito más cercano con ojos cansados. Y echó a caminar.
Allí encontró una pequeña taberna. No era más que un refugio pequeñito, cuyos parroquianos se contaban con los dedos de una mano. Los habitantes del pueblo podían contarse con los de las dos.
Se sentó en un taburete de la barra y solicitó:
—Un té negro, por favor.
El dueño del establecimiento se quedó mirándole como si fuese un extraterrestre. Daruu, alarmado, echó un vistazo hacia abajo. No, no llevaba la bandana de Amegakure al descubierto —se la había quitado al entrar al territorio del País del Remolino—. ¿Entonces?
—Sólo tenemos té blanco, rojo y verde —dijo.
—¿Pero no se llaman las Islas del Té? —espetó Daruu, que quizás estaba demasiado molesto y llevaba demasiados días sin dormir en una cama decente—. ¿No deberían de tener... yo qué sé, todos los tipos existentes de té?
—Esta isla se llama La Pequeña Blanca. Especializados en té blanco. La Mediana Roja, en té rojo. Y La Capital... en té verde.
—A lo mejor debería de haberse llamado "La Gran Verde", ¿no? —refunfuñó, intentando extraer sentido del humor de un pozo estéril que sólo contenía leche de la mala—. ¿Conoce algún sitio en el que sirvan té negro?
—¿De donde viene usted sirven té negro?
Daruu sacudió la cabeza.
—¿Sí?
—Entonces, de donde viene usted.
Daruu sintió el impulso de levantarle y estamparle el taburete en la cara a aquél camarero. El hombre, gordo, calvo y con el rostro lleno de marcas y arrugas, pareció detectar la ira a tiempo, porque había dado un paso hacia atrás. Pero por la cara nadie habría podido adivinarlo, que seguía tan imperturbable como la de Kōri-sensei.
—Está bien, usted gana —se rindió Daruu, de mala gana—. Póngame un té blanco.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)