14/01/2018, 21:03
No, no me había parado a comprobar si el pergamino que tenía Mirogata era el auténtico. Tampoco hubiese servido de nada, para mí era la primera vez que lo veía. Tal vez tenía que haberle pedido a Yogaru que lo revisara. Tal vez, pero si no era el real, tampoco importaba, pensaba detenerlos. A todos los culpables. Alguno de ellos tenía que tenerlo.
De cualquier modo, con Yogaru y Mirogata estaban mis cuervos. Si se daba el caso de que el pergamino no fuera real, siempre tenían la forma de hacérmelo saber. Sin embargo, yo tenía que centrarme en mi objetivo. Tenía que atrapar a Torai. A él y a toda su banda.
Corrí sin detenerme, hasta que lo vi. Tan relajado, pensando que ya estaba libre de todo castigo, montado en su cómodo carruaje, huyendo. No iba a permitirlo. No podía permitírselo. Fallar, cuando ya casi había terminado mi trabajo, era peor incluso que hacerlo cuando acababa de empezar.
Corrí para intentar situarme tras el carruaje. Hice un gesto con la mano, poniéndome el índice sobre los labios, para avisar a los guardias de la puerta de que mantuvieran silencio. Luego señale mi bandana y el carruaje, para que comprendieran que se trataba del objetivo de mi misión.
Solo tenía que derribar el carruaje para detenerlo. Sobre todo porque los caballos eran más rápidos que yo. Los pobres animales no tenían la culpa de nada, pero si le gritaba que se detuviera, solo conseguiría que corriera más, y perderle.
No, estaba vez tenía que trabajar en silencio. Además, si el resto de la banda viajaba dentro del carruaje, dos pájaros de un tiro. Lo sentía mucho por los animales, pero nos habían entrenado para que el objetivo de nuestra misión estuviera por encima.
Cuando estuviera a una distancia prudencial, lanzaría unos shuriken contra las cuerdas de cuero que ataban a los caballos a la madera del carruaje. Si los caballos se separaban del carro, este no tendría más remedio que frenar. Si mi puntería no era la mejor, tal vez le diera al pobre animal, pero un animal muerto o herido, se volvería loco, y probablemente el carro volcara, por lo que también me servía ese resultado.
De cualquier modo, con Yogaru y Mirogata estaban mis cuervos. Si se daba el caso de que el pergamino no fuera real, siempre tenían la forma de hacérmelo saber. Sin embargo, yo tenía que centrarme en mi objetivo. Tenía que atrapar a Torai. A él y a toda su banda.
Corrí sin detenerme, hasta que lo vi. Tan relajado, pensando que ya estaba libre de todo castigo, montado en su cómodo carruaje, huyendo. No iba a permitirlo. No podía permitírselo. Fallar, cuando ya casi había terminado mi trabajo, era peor incluso que hacerlo cuando acababa de empezar.
Corrí para intentar situarme tras el carruaje. Hice un gesto con la mano, poniéndome el índice sobre los labios, para avisar a los guardias de la puerta de que mantuvieran silencio. Luego señale mi bandana y el carruaje, para que comprendieran que se trataba del objetivo de mi misión.
Solo tenía que derribar el carruaje para detenerlo. Sobre todo porque los caballos eran más rápidos que yo. Los pobres animales no tenían la culpa de nada, pero si le gritaba que se detuviera, solo conseguiría que corriera más, y perderle.
No, estaba vez tenía que trabajar en silencio. Además, si el resto de la banda viajaba dentro del carruaje, dos pájaros de un tiro. Lo sentía mucho por los animales, pero nos habían entrenado para que el objetivo de nuestra misión estuviera por encima.
Cuando estuviera a una distancia prudencial, lanzaría unos shuriken contra las cuerdas de cuero que ataban a los caballos a la madera del carruaje. Si los caballos se separaban del carro, este no tendría más remedio que frenar. Si mi puntería no era la mejor, tal vez le diera al pobre animal, pero un animal muerto o herido, se volvería loco, y probablemente el carro volcara, por lo que también me servía ese resultado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)