14/01/2018, 21:40
Mi objetivo estaba claro. Claro como el cielo que en muy rara ocasión podía disfrutar la gente de Amegakure. Aunque claro, para nosotros, un día soleado era una maldición. Un día sin sol era un día en el que el dios de la tormenta nos daba la espalda. Un día sin sol solo traía malas señales, no para una persona, para toda una aldea.
Aquel día llovía, y sin embargo, el dios de la lluvia me dio la espalda. Todo iba bien, los guardias me indicaron con la cabeza que habían entendido mis señales, mi objetivo estaba a la vista, mis armas estaban preparadas, y yo estaba en plena forma, pues no había tenido que luchar hasta el momento.
Estaba tan concentrado en mi misión que no me di cuenta que en aquel lugar había una zanja. Eso no estaba antes, yo tenía una memoria prodigiosa, conocía ese lugar, lo había visitado en numerosas ocasiones, y la última foto que tenía en mi memoria no tenía ese agujero. Tropecé. Aunque las estrellas metálicas silbaron en el aire buscando una diana. Yo no vi el resultado, pues me di un fuerte golpe en la cabeza, y entonces todo se volvió oscuro.
El dolor de cabeza era terrible. Quería llevarme la mano a la frente, como si eso sirviera para algo, sin embargo alguien me la estaba sujetando. Poco a poco fui recuperando la consciencia, y poco a poco pude reconocer las paredes de aquel lugar. Era el hospital de Amegakure.
¿Cuánto tiempo había pasado? En realidad daba igual, si yo estaba allí significaba que Torai había conseguido huir. Mierda. Lo peor de todo no era estar herido, todos podían acabar heridos en una misión. Pero yo no había sido herido por un enemigo, mis heridas eran fruto de mi propia torpeza. Que vergüenza.
Pero eso no acababa aquí. Aún podía hacerlo, tenía pistas, podía rastrearlo. La cara de aquel hombre era difícil de olvidar. Allá a donde fuera será fácil encontrarlo. Y yo sabía su destino, Mirogata lo había dicho.
Intente reincorporarme.
—La misión… Tengo que… Mirogata… El país del agua…
Aquel día llovía, y sin embargo, el dios de la lluvia me dio la espalda. Todo iba bien, los guardias me indicaron con la cabeza que habían entendido mis señales, mi objetivo estaba a la vista, mis armas estaban preparadas, y yo estaba en plena forma, pues no había tenido que luchar hasta el momento.
Estaba tan concentrado en mi misión que no me di cuenta que en aquel lugar había una zanja. Eso no estaba antes, yo tenía una memoria prodigiosa, conocía ese lugar, lo había visitado en numerosas ocasiones, y la última foto que tenía en mi memoria no tenía ese agujero. Tropecé. Aunque las estrellas metálicas silbaron en el aire buscando una diana. Yo no vi el resultado, pues me di un fuerte golpe en la cabeza, y entonces todo se volvió oscuro.
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El dolor de cabeza era terrible. Quería llevarme la mano a la frente, como si eso sirviera para algo, sin embargo alguien me la estaba sujetando. Poco a poco fui recuperando la consciencia, y poco a poco pude reconocer las paredes de aquel lugar. Era el hospital de Amegakure.
¿Cuánto tiempo había pasado? En realidad daba igual, si yo estaba allí significaba que Torai había conseguido huir. Mierda. Lo peor de todo no era estar herido, todos podían acabar heridos en una misión. Pero yo no había sido herido por un enemigo, mis heridas eran fruto de mi propia torpeza. Que vergüenza.
Pero eso no acababa aquí. Aún podía hacerlo, tenía pistas, podía rastrearlo. La cara de aquel hombre era difícil de olvidar. Allá a donde fuera será fácil encontrarlo. Y yo sabía su destino, Mirogata lo había dicho.
Intente reincorporarme.
—La misión… Tengo que… Mirogata… El país del agua…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)