15/01/2018, 01:41
Yogaru negó con la cabeza.
—No. Y creo que entenderás mi por qué. Verás, confío en las segundas oportunidades... sé que él ha cometido un groso error al voltearme la tortilla de ésta manera, pero para la suerte de todos, has sabido encontrar las respuestas a tiempo. A tiempo para mi, para ti, y para él también. Tú mismo con tu incansable desconfianza le has dado una segunda oportunidad. He creído oportuno no acabar con la vida de un muchacho tan joven y con tanto talento sólo por haber sido seducido por promesas falsas de un grupo de hijo de putas.
Por primera vez, aunque aún con cara de muerto de no haber dormido una mierda durante tres días, Yogaru sonrió.
»Todo ha sido gracias a ti, muchacho, no tienes por qué martirizarte. Me encargaré de darle mis gratitudes a la Aldea en tu nombre, no te preocupes. Cúrate esa herida, anda, y... ven a comer al restaurante cuando quieras. Tienes diez cenas gratis.
Yogaru se dio vuelta, y también tomó rumbo a la salida. Satisfecho.
—No. Y creo que entenderás mi por qué. Verás, confío en las segundas oportunidades... sé que él ha cometido un groso error al voltearme la tortilla de ésta manera, pero para la suerte de todos, has sabido encontrar las respuestas a tiempo. A tiempo para mi, para ti, y para él también. Tú mismo con tu incansable desconfianza le has dado una segunda oportunidad. He creído oportuno no acabar con la vida de un muchacho tan joven y con tanto talento sólo por haber sido seducido por promesas falsas de un grupo de hijo de putas.
Por primera vez, aunque aún con cara de muerto de no haber dormido una mierda durante tres días, Yogaru sonrió.
»Todo ha sido gracias a ti, muchacho, no tienes por qué martirizarte. Me encargaré de darle mis gratitudes a la Aldea en tu nombre, no te preocupes. Cúrate esa herida, anda, y... ven a comer al restaurante cuando quieras. Tienes diez cenas gratis.
Yogaru se dio vuelta, y también tomó rumbo a la salida. Satisfecho.