15/01/2018, 15:05
Una vez cambiada de ropa y habiendo dejado su armadura en el lugar donde se ponían las armaduras —completas— usadas, buscó a Juro por entre los pasillos hasta que lo encontró al lado de la recepción donde se recogía la ropa habitual. Lo saludó con la mano y rápidamente se reencontró con él.
—Siento que no es momento ni lugar para decir esto, pero... —hizo una pausa dramática —. Me siento mucho más ligera.
Sonrió y guió a Juro hasta la salida del cambiador, intentando evadir a aquellas personas que aún disfrutaban de la fiesta. Indicó con señas al shinobi de Kusagakure que la siguiese bordeando el lugar y por fin, después de cinco minutos evitando gente, vieron de nuevo la luz de la luna.
—¡Ah! —exageró la kunoichi, alejándose del lugar —¡Libre de nuevo! —exclamó, volviéndose hacia Juro —. Bueno, Juro-san, creo que es el momento de despedirnos... —alegó, en un tono más serio al suyo normal —. Ha sido todo un placer encontrarme contigo aquí, incluso has alegrado mi viaje —empezó —. Espero que te vaya muy bien y que algún día volvamos a encontrarnos, Juro-san.
Sonrió e hizo una breve reverencia.
—¡Y la próxima vez te pediré medirnos en combate!
Movería su mano rítmicamente y después desaparecería calle abajo mientras sus cabellos recogidos se agitaban por el viento, dejando atrás una extraña y nueva amistad que había forjado con el chico de la Hierba. Sonrió, para sí, «¿Serán todos los shinobi de Kusagakure así?» Pensó, ilusa, mientras caminaba.
—Siento que no es momento ni lugar para decir esto, pero... —hizo una pausa dramática —. Me siento mucho más ligera.
Sonrió y guió a Juro hasta la salida del cambiador, intentando evadir a aquellas personas que aún disfrutaban de la fiesta. Indicó con señas al shinobi de Kusagakure que la siguiese bordeando el lugar y por fin, después de cinco minutos evitando gente, vieron de nuevo la luz de la luna.
—¡Ah! —exageró la kunoichi, alejándose del lugar —¡Libre de nuevo! —exclamó, volviéndose hacia Juro —. Bueno, Juro-san, creo que es el momento de despedirnos... —alegó, en un tono más serio al suyo normal —. Ha sido todo un placer encontrarme contigo aquí, incluso has alegrado mi viaje —empezó —. Espero que te vaya muy bien y que algún día volvamos a encontrarnos, Juro-san.
Sonrió e hizo una breve reverencia.
—¡Y la próxima vez te pediré medirnos en combate!
Movería su mano rítmicamente y después desaparecería calle abajo mientras sus cabellos recogidos se agitaban por el viento, dejando atrás una extraña y nueva amistad que había forjado con el chico de la Hierba. Sonrió, para sí, «¿Serán todos los shinobi de Kusagakure así?» Pensó, ilusa, mientras caminaba.