16/01/2018, 22:40
Keisuke dudaba, dudaba mucho. Quería y debía obedecer las ordenes de un superior, no podía desobedecerlas, le habían enseñado que eso le llevaría a la guillotina. Por otro lado, como médico, debía mirar siempre por el bienestar del paciente, y ahora mismo había alguien sufriendo...
Pasaron unos segundos eternos en silencio. Hasta que una voz lo rompiese.
— ¡Ahora, Keisuke!
Cuando el nombrado abriese la puerta, encontraría una habitación remodelada involuntariamente. Todo rastro de tinta había desaparecido, ahora solo quedaban unas profundas fisuras en la roca que se acababan donde reposaba la victima de aquel extraño y poderoso Fuinjutsu. Un charco de sangre bañaba el centro de la estancia y se colaba entre las fisuras.
Al principio, podría parecer que era sangre de la mujer, pero si se fijaba, en la mano diestra de Saigo se echaban de menos un par de dedos. Para ser más concretos, todo el dedo meñique y parte del anular, ambos parecían haber sidos arrancados de cuajo de su origen. Se veía todo, lo cual incluso removió el estomago de Keisuke, que era medico, por suerte, no tenía nada que devolver.
— Rápido, ponle... ponle... dale chakra... Todo el que puedas tan rápido como puedas.
El hombre se levantó de golpe, separandose del cuerpo inerte de Aki para dejarle espacio al médico. Efectivamente, la sangre se acumulaba en el vientre de la pelirroja, sin herida visible, aunque tenía hilillos rojos cayéndole por los labios de los esputos.
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Las ordenes de Mogura fueron claras y concisas, tras darlas se dispuso a seguir a lo suyo sin darle un respiro a Karamaru, que estaba francamente maltrecho de sus propias lesiones. El Iryo-nin apenas consiguió extraer aquel último fragmento de veneno antes de perder el conocimiento de puro cansancio.
Pero, nuestro calvo favorito, apenas había empezado a mover la silla cuando eso pasó, por lo que el inconsciente Mogura cayó irremediablemente de mala manera. Medio culo aterrizó en la silla, provocando que se volteara hacia el lado contrario, cayendo de cara contra el suelo con un sonoro "plof". Karamaru podría comprobar que tanto el médico como el enfermo estaban fuera de sí, inconscientes y totalmente ajenos a lo que acababa de pasar.
Si levantaba a Mogura, vería que sangraba de la nariz, que era lo que solía pasar cuando uno agotaba su chakra... ¿no?
Por suerte, todos tenían pulso y respiraban normalmente. Al menos no se había abierto la cabeza con el canto de la silla.
Pasaron unos segundos eternos en silencio. Hasta que una voz lo rompiese.
— ¡Ahora, Keisuke!
Cuando el nombrado abriese la puerta, encontraría una habitación remodelada involuntariamente. Todo rastro de tinta había desaparecido, ahora solo quedaban unas profundas fisuras en la roca que se acababan donde reposaba la victima de aquel extraño y poderoso Fuinjutsu. Un charco de sangre bañaba el centro de la estancia y se colaba entre las fisuras.
Al principio, podría parecer que era sangre de la mujer, pero si se fijaba, en la mano diestra de Saigo se echaban de menos un par de dedos. Para ser más concretos, todo el dedo meñique y parte del anular, ambos parecían haber sidos arrancados de cuajo de su origen. Se veía todo, lo cual incluso removió el estomago de Keisuke, que era medico, por suerte, no tenía nada que devolver.
— Rápido, ponle... ponle... dale chakra... Todo el que puedas tan rápido como puedas.
El hombre se levantó de golpe, separandose del cuerpo inerte de Aki para dejarle espacio al médico. Efectivamente, la sangre se acumulaba en el vientre de la pelirroja, sin herida visible, aunque tenía hilillos rojos cayéndole por los labios de los esputos.
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Las ordenes de Mogura fueron claras y concisas, tras darlas se dispuso a seguir a lo suyo sin darle un respiro a Karamaru, que estaba francamente maltrecho de sus propias lesiones. El Iryo-nin apenas consiguió extraer aquel último fragmento de veneno antes de perder el conocimiento de puro cansancio.
Pero, nuestro calvo favorito, apenas había empezado a mover la silla cuando eso pasó, por lo que el inconsciente Mogura cayó irremediablemente de mala manera. Medio culo aterrizó en la silla, provocando que se volteara hacia el lado contrario, cayendo de cara contra el suelo con un sonoro "plof". Karamaru podría comprobar que tanto el médico como el enfermo estaban fuera de sí, inconscientes y totalmente ajenos a lo que acababa de pasar.
Si levantaba a Mogura, vería que sangraba de la nariz, que era lo que solía pasar cuando uno agotaba su chakra... ¿no?
Por suerte, todos tenían pulso y respiraban normalmente. Al menos no se había abierto la cabeza con el canto de la silla.