17/01/2018, 00:23
—Claro, ahora me siento mucho más motivado a luchar.— Dije irónicamente a la nativa.
Afortunadamente Sarutobi puso a funcionar sus neuronas y dejó la resignación a un lado y fue cuestión de unos pocos segundos para que se volviera a expresar y por fin decir algo que pudiera ser una verdadera estrategia para la batalla; explicó que la mejor opción era verter el aceite caliente por la entrada principal y así inutilizaríamos a los que se encontrasen amontonado en la puerta.
—Suena bien.— Agregué mientras imaginaba lo dicho, tenía gran probabilidad de funcionar.
Koutetsu también pidió un poco de ayuda y otra brillante idea surgió del ex-shinobi, disparar una flecha en llamas y una vez hubiese dado en el blanco aumentar aún más la fiesta flamígera con un poco de ayuda del queroseno, sí todo salía bien tendríamos antorchas caminantes, esa idea me gustaba. Aunque dudaba de que en su estado sintieran algún tipo de dolor... Aquello hubiera ayudado aún más a la estrategia.
—Técnicamente el que los comanda está usando chakra, imagino que debe utilizar una gran cantidad para poder manejar a toda esa horda, sí es uno o dos quizá podríamos apañarnosla, pero si son mucho más será bastante difícil...— Comenté con cierto optimismo, no era buena matar la ilusión justo antes del momento de la batalla.
No quedaba más que terminar de organizarnos, el moreno se encargaría de las flechas y yo de bombardear a los revividos con botellas de queroseno; una vez dividido los puestos, ayudé al peliblanco con los preparativos finales y trataba de motivarme y mentalizarme a lo que haríamos en pocos minutos.
Y entonces todo estuvo preparado para dar inicio a la guerra, hubo un silencio sepulcral en el cual miré la cara de todos y cada uno de los presentes, un escalofrío recorrió mi cuerpo como sí fuese una señal de mal augurio. —Ya es hora... Saldremos de esta, ya verán...— Comenté con una sonrisa que no apoyaba del todo a mis palabras, pero trataban de infundir un poco más de ánimo.
Mi compañero abrió la puerta de una patada y fue en el momento en que le ayudé a verter el aceite por todo el pasillo. Mi piel se había erizado por el frío que arremetió contra nosotros en el ático; afortunadamente el viscoso líquido hizo el trabajo, los cuerpos empezaron a ceder y a resbalar entre ellos y el suelo.
No obstante no todo estaba del todo bien, los cadáveres lanzaron una mirada amenazadora contra nosotros y al unísono se manifestaron con tremendo bufido que hizo que me intimidase. —Las flechas Koutetsu! LAS FLECHAS!— Apremié al ninja a que empezase la arremetida, después de todo los no muertos estaban enojados, o quien los controlaba, estaba gastando aún más energía porque se movían velozmente.
Esperé a que la lluvia de flechas diera inicio y empecé a lanzar las botellas con el líquido inflamable a aquellos cuerpos que se encontraban con aquella pequeña chispa de luz.
Las ráfagas de viento helado seguía arremetiendo contra nosotros, a la igual que la horda de nuestro enemigos, por lo que hice lo mejor que pude en apoyar al francotirador y lancé el queroseno como lo habíamos planificado, pero... ¿Cuánto tiempo duraría esa ronda?
Afortunadamente Sarutobi puso a funcionar sus neuronas y dejó la resignación a un lado y fue cuestión de unos pocos segundos para que se volviera a expresar y por fin decir algo que pudiera ser una verdadera estrategia para la batalla; explicó que la mejor opción era verter el aceite caliente por la entrada principal y así inutilizaríamos a los que se encontrasen amontonado en la puerta.
—Suena bien.— Agregué mientras imaginaba lo dicho, tenía gran probabilidad de funcionar.
Koutetsu también pidió un poco de ayuda y otra brillante idea surgió del ex-shinobi, disparar una flecha en llamas y una vez hubiese dado en el blanco aumentar aún más la fiesta flamígera con un poco de ayuda del queroseno, sí todo salía bien tendríamos antorchas caminantes, esa idea me gustaba. Aunque dudaba de que en su estado sintieran algún tipo de dolor... Aquello hubiera ayudado aún más a la estrategia.
—Técnicamente el que los comanda está usando chakra, imagino que debe utilizar una gran cantidad para poder manejar a toda esa horda, sí es uno o dos quizá podríamos apañarnosla, pero si son mucho más será bastante difícil...— Comenté con cierto optimismo, no era buena matar la ilusión justo antes del momento de la batalla.
No quedaba más que terminar de organizarnos, el moreno se encargaría de las flechas y yo de bombardear a los revividos con botellas de queroseno; una vez dividido los puestos, ayudé al peliblanco con los preparativos finales y trataba de motivarme y mentalizarme a lo que haríamos en pocos minutos.
Y entonces todo estuvo preparado para dar inicio a la guerra, hubo un silencio sepulcral en el cual miré la cara de todos y cada uno de los presentes, un escalofrío recorrió mi cuerpo como sí fuese una señal de mal augurio. —Ya es hora... Saldremos de esta, ya verán...— Comenté con una sonrisa que no apoyaba del todo a mis palabras, pero trataban de infundir un poco más de ánimo.
Mi compañero abrió la puerta de una patada y fue en el momento en que le ayudé a verter el aceite por todo el pasillo. Mi piel se había erizado por el frío que arremetió contra nosotros en el ático; afortunadamente el viscoso líquido hizo el trabajo, los cuerpos empezaron a ceder y a resbalar entre ellos y el suelo.
No obstante no todo estaba del todo bien, los cadáveres lanzaron una mirada amenazadora contra nosotros y al unísono se manifestaron con tremendo bufido que hizo que me intimidase. —Las flechas Koutetsu! LAS FLECHAS!— Apremié al ninja a que empezase la arremetida, después de todo los no muertos estaban enojados, o quien los controlaba, estaba gastando aún más energía porque se movían velozmente.
Esperé a que la lluvia de flechas diera inicio y empecé a lanzar las botellas con el líquido inflamable a aquellos cuerpos que se encontraban con aquella pequeña chispa de luz.
Las ráfagas de viento helado seguía arremetiendo contra nosotros, a la igual que la horda de nuestro enemigos, por lo que hice lo mejor que pude en apoyar al francotirador y lancé el queroseno como lo habíamos planificado, pero... ¿Cuánto tiempo duraría esa ronda?