17/01/2018, 04:20
—¡Kaido, amigo! —le saludó el pelopincho—. Ven, compañero. Siéntate aquí al lado y te invito a una de estas. ¡Kirishima-san, otra hidromiel pluvial para acá, por favor! —en silencio, el escualo aceptó la invitación de su compañero y tomó asiento en la silla contigua, respondiendo a la efusividad de su interlocutor con la mejor de las disposiciones. Y, tampoco iba a negarse a un trago gratis—. ¿Cómo estás? ¿Qué haces por aquí, aparte de echar un trago?
—Yo bien, tío, yo bien —dijo, poco convencido—. ¿y tú?
Poco después se acercó el dueño de aquel local, bien conocido como Kirishima. Le preocupaba que aquel trago fuera debidamente cargado a la cuenta de quien suponía ser un cliente tan asiduo como para poder beber y comer a crédito. Kaido pasó la mirada desde la jarra de hidromiel pluvial hasta Daruu, y de Daruu hasta la jarra. Le impresionó que su buen amigo el Hyuuga fuera de pegar bastante el pico.
... hacía tiempo que no nos veíamos. Desde... aquello.
Kaido torció la vista, y buscó que no hubiese ojos y oídos indeseados mientras le daba una probada a la hidromiel. Luego, respondió.
—Sí, la verdad es que después de volver, necesitaba tomarme un jodido descanso. No estuve mucho por la aldea desde entonces—volvió a darle un trago a la jarra y ésta vez, sintió la imperiosa necesidad de eructar. No demasiado fuerte, pero un eructo al fin—. Y tú qué, ¿sabes algo de los demás? ¿Del bueno de Mogura? ¿Y.. qué fue de Ayame?
—Yo bien, tío, yo bien —dijo, poco convencido—. ¿y tú?
Poco después se acercó el dueño de aquel local, bien conocido como Kirishima. Le preocupaba que aquel trago fuera debidamente cargado a la cuenta de quien suponía ser un cliente tan asiduo como para poder beber y comer a crédito. Kaido pasó la mirada desde la jarra de hidromiel pluvial hasta Daruu, y de Daruu hasta la jarra. Le impresionó que su buen amigo el Hyuuga fuera de pegar bastante el pico.
... hacía tiempo que no nos veíamos. Desde... aquello.
Kaido torció la vista, y buscó que no hubiese ojos y oídos indeseados mientras le daba una probada a la hidromiel. Luego, respondió.
—Sí, la verdad es que después de volver, necesitaba tomarme un jodido descanso. No estuve mucho por la aldea desde entonces—volvió a darle un trago a la jarra y ésta vez, sintió la imperiosa necesidad de eructar. No demasiado fuerte, pero un eructo al fin—. Y tú qué, ¿sabes algo de los demás? ¿Del bueno de Mogura? ¿Y.. qué fue de Ayame?