17/01/2018, 16:41
El médico de Amegakure recorría los caminos del País del Rayo con un rumbo claro, su destino estaba clarisimo en su mente. Quería ver por sus propios ojos las aguas termales que se encontraban en una villa ubicada dentro del territorio, le interesaba las propiedades del agua caliente para los tratamientos especiales.
«Y ya he leído lo suficiente, necesito verlo por mi mismo.»
Manase Mogura caminaba con un paraguas en una de sus manos, cubriéndose de la fuerte luz del sol y en la otra, un maletín de cuero negro. Había pocas cosas que lo señalasen como un shinobi en ese momento, la bandana con la que se sujetaba el pelo y un par de chapas de chuunin que usaba a modo de gemelos de plata en las mangas de su camisa. No estaba llevando su chaleco reglamentario ya que no se encontraba de servicio ese día. En su lugar usaba un chaleco de una tela mucho más refinada y estética.
En un punto de su viaje, tuvo que realizar un giro para seguir avanzando. Y fue cuando realizó ese cambio en su recorrido que hizo contacto visual con la pelirroja.
«¿Qué está haciendo?»
Se preguntó el shinobi de Amegakure, pero por la distancia a la que se encontraba solo podía distinguir a una joven muchacha en el camino agachada y sosteniendo algo. Si quería más información debía acercarse.
Y así lo hizo, sin intención alguna de mostrarse sigiloso ni nada por el estilo, permitiendo que sus pasos se escuchasen desde la distancia, deslizando la suela de sus botas en un par de ocasiones incluso. No quería asustar a quien sea que estuviese en el camino que él debía atravesar.
«Y ya he leído lo suficiente, necesito verlo por mi mismo.»
Manase Mogura caminaba con un paraguas en una de sus manos, cubriéndose de la fuerte luz del sol y en la otra, un maletín de cuero negro. Había pocas cosas que lo señalasen como un shinobi en ese momento, la bandana con la que se sujetaba el pelo y un par de chapas de chuunin que usaba a modo de gemelos de plata en las mangas de su camisa. No estaba llevando su chaleco reglamentario ya que no se encontraba de servicio ese día. En su lugar usaba un chaleco de una tela mucho más refinada y estética.
En un punto de su viaje, tuvo que realizar un giro para seguir avanzando. Y fue cuando realizó ese cambio en su recorrido que hizo contacto visual con la pelirroja.
«¿Qué está haciendo?»
Se preguntó el shinobi de Amegakure, pero por la distancia a la que se encontraba solo podía distinguir a una joven muchacha en el camino agachada y sosteniendo algo. Si quería más información debía acercarse.
Y así lo hizo, sin intención alguna de mostrarse sigiloso ni nada por el estilo, permitiendo que sus pasos se escuchasen desde la distancia, deslizando la suela de sus botas en un par de ocasiones incluso. No quería asustar a quien sea que estuviese en el camino que él debía atravesar.
Hablo - Pienso