17/01/2018, 17:00
La joven comenzó a mover las manos hábilmente, sin embargo no era una especialista, por lo cual la pequeña y malherida ardilla se removía inquieta entre sus manos, seguramente a disgusto pues una total desconocida trataba de tocar su reciente herida, ¿y si en verdad estaba atacándola?
Eri bufó y se retiró el pelo que le caía frente a los ojos de un manotazo, aquello no iba a ser tarea fácil.
«Si tan solo fuese...»
Negó rápidamente con la cabeza, dispuesta a terminar con lo que había empezado cuando unos pasos se escucharon a una escasa longitud de su posición. La joven giró su cabeza lo suficiente para toparse con la mirada oscura del chico que miraba lo que estaba haciendo.
Su rostro serio hizo que la joven se inquietase, mordiendo su labio inferior. ¿Acaso estaba haciendo algo mal intentando ayudar a una ardilla? Pero antes de replicarle o decir algo en su defensa, un destello de luz iluminó sus ojos, que rápidamente fueron a parar en la frente del muchacho: era un shinobi de Amekagure.
«¿Un shinobi de Amegakure en el País del Rayo?» Se preguntó a sí misma, curiosa.
— Buenos días, shinobi-san —saludó la joven con un asentimiento de cabeza, mirándole fijamente a los ojos, luego volvió a girar la mirada a la ardilla, intentando volver a lo que momentos antes hacía —. ¿Ocurre algo malo? —preguntó, curiosa.
Eri bufó y se retiró el pelo que le caía frente a los ojos de un manotazo, aquello no iba a ser tarea fácil.
«Si tan solo fuese...»
Negó rápidamente con la cabeza, dispuesta a terminar con lo que había empezado cuando unos pasos se escucharon a una escasa longitud de su posición. La joven giró su cabeza lo suficiente para toparse con la mirada oscura del chico que miraba lo que estaba haciendo.
Su rostro serio hizo que la joven se inquietase, mordiendo su labio inferior. ¿Acaso estaba haciendo algo mal intentando ayudar a una ardilla? Pero antes de replicarle o decir algo en su defensa, un destello de luz iluminó sus ojos, que rápidamente fueron a parar en la frente del muchacho: era un shinobi de Amekagure.
«¿Un shinobi de Amegakure en el País del Rayo?» Se preguntó a sí misma, curiosa.
— Buenos días, shinobi-san —saludó la joven con un asentimiento de cabeza, mirándole fijamente a los ojos, luego volvió a girar la mirada a la ardilla, intentando volver a lo que momentos antes hacía —. ¿Ocurre algo malo? —preguntó, curiosa.