20/01/2018, 19:33
—Los tres me parecéis ahora críos pequeños de ocho años que deberían estar peleando en el recreo de la academia, sinceramente. Ahora, silencio —sentenció Yui.
La mujer se apoyó en el escritorio con las manos y se reincorporó, quedando de pie y dando fin a toda réplica posible.
—Mogura. Eres un chūnin. ¿No eres capaz de controlar a tus propios subordinados? Si yo hubiera estado en tu posición y me hubieran agarrado del cuello, el segundo después Aiko estaría muerta. Del todo. A pesar de que parece que tiene cierta... resistencia a hacerlo. Por otra parte, ¿en serio porque te traten de amigo? ¿Pero eras compañero suyo? Entiendo el reporte por las amenazas, sobretodo por el... ímpetu de Aiko. Pero porque no te llamen como corresponde... Si eso es un ninja rebelde para ti, has visto muy pocos ninjas rebeldes.
»A pesar de ello, Aiko, Keisuke. Veo que juzgáis mi capacidad para decidir quién debe ser chūnin o no. ¿Quién cojones os creéis que sois?
»Keisuke, eres un puto niñato de mierda, un inmaduro envidioso. ¿Honor de la villa? ¿Tu historial? —Saltó por encima del escritorio, se acercó a Keisuke y lo tiró al suelo de un empujón—. ¿No eres tú el moñaco que perdió el combate contra aquél kusajin por satisfacer una extraña filia sádica? No puedes controlarte, y es lógico que a Mogura-kun, a quien le falta una mano firme y un par de pelotas, no pueda hacerlo tampoco. Pero tú no te mereces ser ninja de Amegakure, como para pretender darle lecciones a un superior. ¿En una misión te vas a poner a pincharle el cuello a un objetivo de asesinato también? Payaso imberbe.
»Y tú, Aiko. Me parece muy loable que intentases frenar una pelea (aunque luego participases en ella, según parece), pero tampoco puedes juzgar a nadie. Yo he elegido a este muchacho como chūnin porque durante una misión de rango S salvó la vida de una de las jōnin más importantes de la aldea, y mantuvo una capacidad estratégica excelente durante la misión bajo situaciones de peligro real. Colaboró para proteger la vida del jinchūriki.
»¿Cuál es tu mayor logro? Suicidarte en el Torneo de los Dojos para llamar la atención, egocéntrica. Creías que estabas por encima de todo, ¿no? Pregonaste tus habilidades por todo el puto Valle diciéndote inmortal. Pues fíjate, ya tenía ganas de hablar contigo de eso, amiga mía. Me gustan los ninjas con carácter y con orgullo, pero a partir de ahora vas a tener que controlarte. Tus recuerdos no trascienden tus muertes. Pero las consecuencias de tus actos, sí. Me importa una mierda que no recuerdes nada, lo que hiciste no se borra de mi memoria.
Yui calló un momento y les tendió una larga mirada a los tres.
—Ahora me váis a dar vuestras bandanas. Y tú, Mogura, también tu placa de chūnin —dijo, con voz aparentemente serena—. O, quizás, podríais emitir una disculpa formal. Los tres. Por comportaros como unos niñatos. Si lo hacéis, tengo otro plan para vosotros. Si no... Bueno. Volveréis a la academia como los críos que sois.
La mujer se apoyó en el escritorio con las manos y se reincorporó, quedando de pie y dando fin a toda réplica posible.
—Mogura. Eres un chūnin. ¿No eres capaz de controlar a tus propios subordinados? Si yo hubiera estado en tu posición y me hubieran agarrado del cuello, el segundo después Aiko estaría muerta. Del todo. A pesar de que parece que tiene cierta... resistencia a hacerlo. Por otra parte, ¿en serio porque te traten de amigo? ¿Pero eras compañero suyo? Entiendo el reporte por las amenazas, sobretodo por el... ímpetu de Aiko. Pero porque no te llamen como corresponde... Si eso es un ninja rebelde para ti, has visto muy pocos ninjas rebeldes.
»A pesar de ello, Aiko, Keisuke. Veo que juzgáis mi capacidad para decidir quién debe ser chūnin o no. ¿Quién cojones os creéis que sois?
»Keisuke, eres un puto niñato de mierda, un inmaduro envidioso. ¿Honor de la villa? ¿Tu historial? —Saltó por encima del escritorio, se acercó a Keisuke y lo tiró al suelo de un empujón—. ¿No eres tú el moñaco que perdió el combate contra aquél kusajin por satisfacer una extraña filia sádica? No puedes controlarte, y es lógico que a Mogura-kun, a quien le falta una mano firme y un par de pelotas, no pueda hacerlo tampoco. Pero tú no te mereces ser ninja de Amegakure, como para pretender darle lecciones a un superior. ¿En una misión te vas a poner a pincharle el cuello a un objetivo de asesinato también? Payaso imberbe.
»Y tú, Aiko. Me parece muy loable que intentases frenar una pelea (aunque luego participases en ella, según parece), pero tampoco puedes juzgar a nadie. Yo he elegido a este muchacho como chūnin porque durante una misión de rango S salvó la vida de una de las jōnin más importantes de la aldea, y mantuvo una capacidad estratégica excelente durante la misión bajo situaciones de peligro real. Colaboró para proteger la vida del jinchūriki.
»¿Cuál es tu mayor logro? Suicidarte en el Torneo de los Dojos para llamar la atención, egocéntrica. Creías que estabas por encima de todo, ¿no? Pregonaste tus habilidades por todo el puto Valle diciéndote inmortal. Pues fíjate, ya tenía ganas de hablar contigo de eso, amiga mía. Me gustan los ninjas con carácter y con orgullo, pero a partir de ahora vas a tener que controlarte. Tus recuerdos no trascienden tus muertes. Pero las consecuencias de tus actos, sí. Me importa una mierda que no recuerdes nada, lo que hiciste no se borra de mi memoria.
Yui calló un momento y les tendió una larga mirada a los tres.
—Ahora me váis a dar vuestras bandanas. Y tú, Mogura, también tu placa de chūnin —dijo, con voz aparentemente serena—. O, quizás, podríais emitir una disculpa formal. Los tres. Por comportaros como unos niñatos. Si lo hacéis, tengo otro plan para vosotros. Si no... Bueno. Volveréis a la academia como los críos que sois.