20/01/2018, 20:35
Mientras Juro hablaba acabamos de llegar a la pequeña aldea de Minori, todo campos de cultivos y casas bajas, aún no era tarde pero la luz empezaba a menguar. Aún así, había niños y viejos por las calles, ya que los adultos estarían ocupados con sus cosas de adultos.
Me adelanté a hablar con una anciana que estaba sentada en la puerta de una casa, aparentemente vigilando a los niños, aunque parecía estar medio dormida.
— ¡Minoro! ¡Como vuelvas a dar una patada me voy a levantar!
Tragué saliva esperando que mi carisma hiciera algo por primera vez en su vida o acabaría como Minoro. Amenazado de muerte. Miré el bastón que la anciana tenía entre las manos y en el cual se apoyaba.
— Perdone que la moleste, pero...
— Perdonado estás, muchacho, ¿qué te pica?
La velocidad de reacción de la mujer era inversamente proporcional a su edad, me contestó sin darme tiempo a acabar siquiera.
— A mi amigo, sí le pica algo, una herida terrible que le ha hecho un animal salvaje. ¿Hay un médico cerca?
Abrió un ojo para mirarme fijamente, era un orbe de un azul plateado muy raro, paso la mirada a Juro, que debería estar detrás mio caminando hacia el lugar con Stuffy a un lado, ya que yo me había adelantado para avisar. Error, Stuffy se había ido corriendo a jugar con los niños en cuanto me había despistado, dejando a Juro sólo.
La anciana suspiró y se levantó para entrar en la casa que tenía a sus espaldas.
— Traelo dentro, aquí no hay médicos, nosotros solitos nos cuidamos, si solo es una herida podré curarle o evitar que se muera al menos.
Entró en la que supuse que sería su casa y yo me giré para volver con Juro, donde quiera que estuviese.
— Dice que entres y te curara. ¿Cómo vas?
A pesar de que la anciana lo había planteado como si estuviera paraplegico, la verdad es que tenía fe ciega en que el kuseño podría alcanzar la puerta de la casa él solito. Stuffy estaba controlando a los niños desde dentro así que no había nada que temer, excepto mucho orín.
Me adelanté a hablar con una anciana que estaba sentada en la puerta de una casa, aparentemente vigilando a los niños, aunque parecía estar medio dormida.
— ¡Minoro! ¡Como vuelvas a dar una patada me voy a levantar!
Tragué saliva esperando que mi carisma hiciera algo por primera vez en su vida o acabaría como Minoro. Amenazado de muerte. Miré el bastón que la anciana tenía entre las manos y en el cual se apoyaba.
— Perdone que la moleste, pero...
— Perdonado estás, muchacho, ¿qué te pica?
La velocidad de reacción de la mujer era inversamente proporcional a su edad, me contestó sin darme tiempo a acabar siquiera.
— A mi amigo, sí le pica algo, una herida terrible que le ha hecho un animal salvaje. ¿Hay un médico cerca?
Abrió un ojo para mirarme fijamente, era un orbe de un azul plateado muy raro, paso la mirada a Juro, que debería estar detrás mio caminando hacia el lugar con Stuffy a un lado, ya que yo me había adelantado para avisar. Error, Stuffy se había ido corriendo a jugar con los niños en cuanto me había despistado, dejando a Juro sólo.
La anciana suspiró y se levantó para entrar en la casa que tenía a sus espaldas.
— Traelo dentro, aquí no hay médicos, nosotros solitos nos cuidamos, si solo es una herida podré curarle o evitar que se muera al menos.
Entró en la que supuse que sería su casa y yo me giré para volver con Juro, donde quiera que estuviese.
— Dice que entres y te curara. ¿Cómo vas?
A pesar de que la anciana lo había planteado como si estuviera paraplegico, la verdad es que tenía fe ciega en que el kuseño podría alcanzar la puerta de la casa él solito. Stuffy estaba controlando a los niños desde dentro así que no había nada que temer, excepto mucho orín.
—Nabi—