21/01/2018, 14:54
El mayor de los tres, es decir, Saigo, tomó las riendas de la situación, y con una sonrisa empezó a hablar en cuanto se sentaron los tres.
— Antes de nada, os agradecemos enormemente vuestra labor. Habeis salvado a mis dos compañeros de equipo y no creo que tenga que explicaros lo importante que es eso para mi. — Ryu se le acercó y le dijo algo al oido con media sonrisa. Despues retomó el discurso. — Me han dicho por el comunicador que ya no se estila coger a tres genins y hacer un equipo oficial, sino que sois más de ir por libre.
— Era para no interrumpirte que sino te vas por las ramas. Resumiendo, yo soy Ryu, encantado. — estrechó las manos energicamente y sonriente a cada uno de los genins, cogiendoles cualquier mano que tuviesen libre y con un impetu tal que ni les dio tiempo a corresponderle antes de que hubiese pasado al siguiente. — La pelirroja gruñona es Aki y el que tiene cara de profesor es Saigo. Y vosotros sois...
Aki suspiró y se reclinó en la silla mirando en silencio a los presentes, Saigo suspiró y se masajeo los ojos ante las maneras adolescentes de su compañero. Esperaron a que cada uno se hubiese presentado, y entonces Saigo empezó a dar una explicación general de la situación.
— Bien, ahora que nos conocemos formalmente, voy a intentar resumir muy brevemente la situación actual y los precedentes. Ahora mismo, somos tres equipos de chunins y vosotros tres, es decir, doce en total. Al principio, cada uno de esos equipos fue destinado a una parte del país, investigando la posible localización del centro de operaciones de unos bandidos extremadamente cautos y organizados.
Como podréis imaginar, para que mandasen equipos de chunins, sabíamos a ciencia cierta que eran shinobis, o por lo menos, tenían gente entre sus filas capaces de usar Ninjutsu. Nuestra misión era encontrar la base, avisar a los otros equipos y determinar si eramos capaces de acabar con ellos nosotros mismos. Pero...
Hizo una pausa tensa, bajando la mirada a la mesa.
— La cosa se complicó. Los tres equipos encontramos una base en nuestra zona. Pensábamos que era un pequeño grupo de bandidos especializados y nos encontramos tres montones de bandidos normales y corrientes que no eran más que unos alborotadores de poca monta un poco más cuidadosos que un asaltador de caminos.
Resumiendo, acordamos atacar a las tres bases al mismo tiempo para evitar posibles refuerzos o contactos de cualquier tipo. Hasta ahí todo bien, atacamos una noche y todo parecía normal. Normal dentro de los exterminios de decenas de maleantes. Buscamos indicios de quien manejaba los hilos y encontramos algo. No lejos de allí estaba el centro de mando, por llamarlo de alguna forma.
Fuimos a echar un vistazo sin esperar al resto de equipos, asumiendo que el resto de bases eran tan débiles como la nuestra. De camino, nos emboscaron unos renegados, no llevaban bandana, no parecían de ningún clan ni especialidad que conozcamos y usaban ese extraño veneno. Aki dejó a uno frito y los otros dos huyeron antes de que pudiésemos hacer nada. Llegamos aquí, y nos dijeron que tres extraños renegados habían atacado los otros equipos.
Se quedó un momento en silencio, buscando palabras con las que seguir su explicación y no estaba encontrandolas.
— Y os preguntareis porqué os estamos aburriendo con este sermón. Primero, si volvéis antes que nosotros, tendréis que informar. Segundo, hemos decidido que decidáis vosotros qué hacer. Está claro que ya habéis hecho más que suficiente, podéis volver ya a la villa con la cabeza bien alta.
Si os quedáis... bueno, es arriesgado. Saigo ha estado vigilando mientras yo estaba "indispuesto". Nos están buscando, de momento solo son esos tres que sepamos. Lo que sabemos de ellos es más bien poco, si encuentran esto, no me extrañaría que pudieran colarse de alguna forma. Así que cada segundo que paséis aquí es un riesgo más.
Además, Aki debería volver a la villa también, no está en condiciones de seguir aquí, ya ha hecho más que suficiente.
La nombrada se levantó, mirando a Ryu con la misma mirada que les había echado a los genins cuando habían llegado tarde. Dejó la taza con té en la mesa lentamente, sopesando si tirársela a la cabeza a su compañero, pero finalmente se marchó sin decir nada, dando un sonoro portazo al salir.
— Dios, parezco Saigo ya con los sermones. Os quedáis u os vais. Contemplad todo lo que significa una cosa y la otra, solo sois genins, aunque seáis médicos, de hecho, siendo médicos sois más valiosos para la villa que muchos de nosotros. Pero eso es algo que tenéis que decidir vosotros.
También podéis elegir no elegir, entonces nosotros como superiores vuestros decidiremos. En cualquier caso, si tenéis alguna duda preguntad lo que queráis. A mi, a Saigo o a Aki, aunque tendría cuidado con ella, no está pasando una buena racha. Yo me voy a estar con los demás, que estaban convencidos que iba a perder un brazo o algo. A Saigo le toca hacer la cena, y seguro que sois capaces de encontrar a Aki.
Antes de que pudiesen decir nada, el hombre desapareció por la puerta en dirección al cuarto de heridos. Saigo se levantó lentamente y se preparó para empezar a cocinar.
— Mogura-san, deberías comer algo, hay bolas de arroz todavía. Y tú también, Karamaru-san. Tomaos vuestro tiempo para decidir y preguntad lo que queráis.
Su expresión parecía más sombría de lo normal, ese repaso mental que había hecho de la operación donde casi pierde a sus dos compañeros de equipo estando él al mando le había dejado tocado. Sacó un pergamino que llevaba él encima, comprado, legalmente, existente, tangible, y de él desselló varios ingredientes antes de empezar a cortarlos.
— Antes de nada, os agradecemos enormemente vuestra labor. Habeis salvado a mis dos compañeros de equipo y no creo que tenga que explicaros lo importante que es eso para mi. — Ryu se le acercó y le dijo algo al oido con media sonrisa. Despues retomó el discurso. — Me han dicho por el comunicador que ya no se estila coger a tres genins y hacer un equipo oficial, sino que sois más de ir por libre.
— Era para no interrumpirte que sino te vas por las ramas. Resumiendo, yo soy Ryu, encantado. — estrechó las manos energicamente y sonriente a cada uno de los genins, cogiendoles cualquier mano que tuviesen libre y con un impetu tal que ni les dio tiempo a corresponderle antes de que hubiese pasado al siguiente. — La pelirroja gruñona es Aki y el que tiene cara de profesor es Saigo. Y vosotros sois...
Aki suspiró y se reclinó en la silla mirando en silencio a los presentes, Saigo suspiró y se masajeo los ojos ante las maneras adolescentes de su compañero. Esperaron a que cada uno se hubiese presentado, y entonces Saigo empezó a dar una explicación general de la situación.
— Bien, ahora que nos conocemos formalmente, voy a intentar resumir muy brevemente la situación actual y los precedentes. Ahora mismo, somos tres equipos de chunins y vosotros tres, es decir, doce en total. Al principio, cada uno de esos equipos fue destinado a una parte del país, investigando la posible localización del centro de operaciones de unos bandidos extremadamente cautos y organizados.
Como podréis imaginar, para que mandasen equipos de chunins, sabíamos a ciencia cierta que eran shinobis, o por lo menos, tenían gente entre sus filas capaces de usar Ninjutsu. Nuestra misión era encontrar la base, avisar a los otros equipos y determinar si eramos capaces de acabar con ellos nosotros mismos. Pero...
Hizo una pausa tensa, bajando la mirada a la mesa.
— La cosa se complicó. Los tres equipos encontramos una base en nuestra zona. Pensábamos que era un pequeño grupo de bandidos especializados y nos encontramos tres montones de bandidos normales y corrientes que no eran más que unos alborotadores de poca monta un poco más cuidadosos que un asaltador de caminos.
Resumiendo, acordamos atacar a las tres bases al mismo tiempo para evitar posibles refuerzos o contactos de cualquier tipo. Hasta ahí todo bien, atacamos una noche y todo parecía normal. Normal dentro de los exterminios de decenas de maleantes. Buscamos indicios de quien manejaba los hilos y encontramos algo. No lejos de allí estaba el centro de mando, por llamarlo de alguna forma.
Fuimos a echar un vistazo sin esperar al resto de equipos, asumiendo que el resto de bases eran tan débiles como la nuestra. De camino, nos emboscaron unos renegados, no llevaban bandana, no parecían de ningún clan ni especialidad que conozcamos y usaban ese extraño veneno. Aki dejó a uno frito y los otros dos huyeron antes de que pudiésemos hacer nada. Llegamos aquí, y nos dijeron que tres extraños renegados habían atacado los otros equipos.
Se quedó un momento en silencio, buscando palabras con las que seguir su explicación y no estaba encontrandolas.
— Y os preguntareis porqué os estamos aburriendo con este sermón. Primero, si volvéis antes que nosotros, tendréis que informar. Segundo, hemos decidido que decidáis vosotros qué hacer. Está claro que ya habéis hecho más que suficiente, podéis volver ya a la villa con la cabeza bien alta.
Si os quedáis... bueno, es arriesgado. Saigo ha estado vigilando mientras yo estaba "indispuesto". Nos están buscando, de momento solo son esos tres que sepamos. Lo que sabemos de ellos es más bien poco, si encuentran esto, no me extrañaría que pudieran colarse de alguna forma. Así que cada segundo que paséis aquí es un riesgo más.
Además, Aki debería volver a la villa también, no está en condiciones de seguir aquí, ya ha hecho más que suficiente.
La nombrada se levantó, mirando a Ryu con la misma mirada que les había echado a los genins cuando habían llegado tarde. Dejó la taza con té en la mesa lentamente, sopesando si tirársela a la cabeza a su compañero, pero finalmente se marchó sin decir nada, dando un sonoro portazo al salir.
— Dios, parezco Saigo ya con los sermones. Os quedáis u os vais. Contemplad todo lo que significa una cosa y la otra, solo sois genins, aunque seáis médicos, de hecho, siendo médicos sois más valiosos para la villa que muchos de nosotros. Pero eso es algo que tenéis que decidir vosotros.
También podéis elegir no elegir, entonces nosotros como superiores vuestros decidiremos. En cualquier caso, si tenéis alguna duda preguntad lo que queráis. A mi, a Saigo o a Aki, aunque tendría cuidado con ella, no está pasando una buena racha. Yo me voy a estar con los demás, que estaban convencidos que iba a perder un brazo o algo. A Saigo le toca hacer la cena, y seguro que sois capaces de encontrar a Aki.
Antes de que pudiesen decir nada, el hombre desapareció por la puerta en dirección al cuarto de heridos. Saigo se levantó lentamente y se preparó para empezar a cocinar.
— Mogura-san, deberías comer algo, hay bolas de arroz todavía. Y tú también, Karamaru-san. Tomaos vuestro tiempo para decidir y preguntad lo que queráis.
Su expresión parecía más sombría de lo normal, ese repaso mental que había hecho de la operación donde casi pierde a sus dos compañeros de equipo estando él al mando le había dejado tocado. Sacó un pergamino que llevaba él encima, comprado, legalmente, existente, tangible, y de él desselló varios ingredientes antes de empezar a cortarlos.