23/01/2018, 23:07
Juro bloqueó el primer puñetazo y luego intentó empujar al Uchiha para hacerle caer; comiéndose el segundo gancho directamente en la nariz. El golpe no fue demasiado potente, pero el lugar en el que lo había recibido provocó que se le llenasen los ojos de lágrimas y sintiera un dolor agudo e intenso en el rostro.
Sin embargo, su siguiente movimiento sí obró un mejor resultado. Gracias a aquel duro hilo de chakra, Juro fue capaz de desestabilizar al uzujin y hacerle perder el equilibrio. Akame terminó golpeándose contra la pared, y antes de que pudiera sacudirse el ligero aturdimiento y volver a la carga, una nubecilla amarillenta ya le había rodeado. El Uchiha contrajo el rostro en una mueca de asombro y luego cayó al suelo como un monigote de entrenamiento. El Mordisco de Serpiente había paralizado sus piernas, y el genin era incapaz de levantarse.
El segundo frasco, sin embargo, no tuvo un efecto tan afortunado. La bruma rojiza envolvió la cama, afectando también al profesor; éste se revolvió con un chillido de pánico, rascándose incontrolablemente las piernas y parte de la entrepierna, allá donde el veneno le había hecho contacto.
—¡NYEEEEEEH! —chirrió—. ¿¡Qué estás haciendo, shinobi-san!?
Sin embargo, Juro logró su objetivo. El cuerpo de Sumire volvió a moverse instantes después, momento en el cual tanto Akame como Keisuke recuperaron el control sobre sus respectivos. La Yamanaka se levantó de un salto, rascándose los brazos con afán, mientras maldecía.
—¡Niñato entrometido! ¿Cómo te atreves a dañar mi suave piel de esta forma? —le increpó, exhibiendo de nuevo aquel tono infantil—. ¡Te arrepentirás! ¡Te lo juro por Snoopy!
Y con aquella amenaza, la kunoichi formó el sello del Tigre y desapareció en un parpadeo.
Huída Sumire, algo de orden volvió a la habitación... Si es que podía llamarse así. Akame todavía era incapaz de levantarse, paralizado, y el profesor Rōshi no podía parar de rascarse entre protestas y quejidos. Keisuke había perdido su cámara, hecha añicos sobre el pavimento.
Pero, al menos, habían salvado al académico.
Sin embargo, su siguiente movimiento sí obró un mejor resultado. Gracias a aquel duro hilo de chakra, Juro fue capaz de desestabilizar al uzujin y hacerle perder el equilibrio. Akame terminó golpeándose contra la pared, y antes de que pudiera sacudirse el ligero aturdimiento y volver a la carga, una nubecilla amarillenta ya le había rodeado. El Uchiha contrajo el rostro en una mueca de asombro y luego cayó al suelo como un monigote de entrenamiento. El Mordisco de Serpiente había paralizado sus piernas, y el genin era incapaz de levantarse.
El segundo frasco, sin embargo, no tuvo un efecto tan afortunado. La bruma rojiza envolvió la cama, afectando también al profesor; éste se revolvió con un chillido de pánico, rascándose incontrolablemente las piernas y parte de la entrepierna, allá donde el veneno le había hecho contacto.
—¡NYEEEEEEH! —chirrió—. ¿¡Qué estás haciendo, shinobi-san!?
Sin embargo, Juro logró su objetivo. El cuerpo de Sumire volvió a moverse instantes después, momento en el cual tanto Akame como Keisuke recuperaron el control sobre sus respectivos. La Yamanaka se levantó de un salto, rascándose los brazos con afán, mientras maldecía.
—¡Niñato entrometido! ¿Cómo te atreves a dañar mi suave piel de esta forma? —le increpó, exhibiendo de nuevo aquel tono infantil—. ¡Te arrepentirás! ¡Te lo juro por Snoopy!
Y con aquella amenaza, la kunoichi formó el sello del Tigre y desapareció en un parpadeo.
Huída Sumire, algo de orden volvió a la habitación... Si es que podía llamarse así. Akame todavía era incapaz de levantarse, paralizado, y el profesor Rōshi no podía parar de rascarse entre protestas y quejidos. Keisuke había perdido su cámara, hecha añicos sobre el pavimento.
Pero, al menos, habían salvado al académico.