Para cuando todos y cada unos de los chicos había acabado de dar su versión de la historia, la mujer ya había sacado una conclusión. Los tres eran unos criajos, unos niñatos... curioso, cuando perfectamente la inmortal bien podía ser mayor que ella. Inquirió silencio, y se alzó de su silla, apoyando los brazos sobre la mesa. No dudó en dar sentencia a sus pensamientos, empezando por Mogura. Pero no tardó en llevar su ira a los otros dos, especialmente en Keiuke. Para su forma de ver las cosas, tanto él como la pelirroja dudaban de su capacidad para elegir quién debía o no ser chunin, y eso era inconcebible.
Saltó la mesa cual puma salta sobre un indefenso saltamontes, y propinó un fuerte empujón al chico que le hizo palpar el suelo sin rechistar. Enfadada como pocas veces recordaba haberla visto, acusó de varias cosas al chico, aunque la pelirroja no entendía ni papa de a qué se estaba refiriendo.
De pronto, su atención se centró en la inmortal. Calificó de loable su acción de intentar mediar la disputa, y tras ello comenzó a explicar el porqué había decidido nombrar chunin a Mogura. Entre la lista de acciones resaltadas, no había nada que cualquier médico del tres al cuarto no hubiese podido hacer, al menos a ojos de la pelirroja... «Ascender a un médico de rango por hacer tan solo su trabajo... vaya mérito...»
Pero no todo había quedado ahí, no señor. La mujer resaltó las últimas acciones de la pelirroja en el torneo, entre ellas la de suicidarse y revelar a todo el mundo sus habilidades únicas. Al parecer, hacía tiempo que quería hablar con ella sobre eso, y no era una tanda de elogios.
«Pues vaya...»
Yui calló por un instante, y amenazó a los tres con una mirada cruda y seria. Sin mas, pidió a los tres que entregaran sus bandanas, y al chunin que incluso entregase su placa. Sin embargo, poco después lanzó al aire una alternativa, que sin duda venía con otra consecuencia aún por desvelar. De lo contrario, si que devolverían la bandana y volverían a la escuela.
Nuevamente, se jactó del insulto con el que catalogó a los chicos.
Mogura fue el primero en disculparse, formal y estirado, como acostumbraba ser al parecer. Tras de éste, Keisuke se disculpó como bien debía —al parecer— pidiendo perdón por su comportamiento y por entrometerse en asuntos ajenos a su incumbencia.
—Me disculpo humildemente —contestó por última, aunque no por ello menos importante —por el comportamiento de mis compañeros, no volverá a pasar.
«Estás como una cabra... y después te preguntas porqué mueres tantas veces...»
La chica tomó su bandana, y se acercó hasta la mesa de la Arashikage, donde la dejó. —Con todos mis respetos y subordinación, será un placer volver a la academia.
«Una niñata no va a tratarme como a una niñata. Ellos han renunciado a su orgullo, yo... prefiero afrontar mi error, y asumir las consecuencias y el castigo que me corresponde.»
Saltó la mesa cual puma salta sobre un indefenso saltamontes, y propinó un fuerte empujón al chico que le hizo palpar el suelo sin rechistar. Enfadada como pocas veces recordaba haberla visto, acusó de varias cosas al chico, aunque la pelirroja no entendía ni papa de a qué se estaba refiriendo.
De pronto, su atención se centró en la inmortal. Calificó de loable su acción de intentar mediar la disputa, y tras ello comenzó a explicar el porqué había decidido nombrar chunin a Mogura. Entre la lista de acciones resaltadas, no había nada que cualquier médico del tres al cuarto no hubiese podido hacer, al menos a ojos de la pelirroja... «Ascender a un médico de rango por hacer tan solo su trabajo... vaya mérito...»
Pero no todo había quedado ahí, no señor. La mujer resaltó las últimas acciones de la pelirroja en el torneo, entre ellas la de suicidarse y revelar a todo el mundo sus habilidades únicas. Al parecer, hacía tiempo que quería hablar con ella sobre eso, y no era una tanda de elogios.
«Pues vaya...»
Yui calló por un instante, y amenazó a los tres con una mirada cruda y seria. Sin mas, pidió a los tres que entregaran sus bandanas, y al chunin que incluso entregase su placa. Sin embargo, poco después lanzó al aire una alternativa, que sin duda venía con otra consecuencia aún por desvelar. De lo contrario, si que devolverían la bandana y volverían a la escuela.
Nuevamente, se jactó del insulto con el que catalogó a los chicos.
Mogura fue el primero en disculparse, formal y estirado, como acostumbraba ser al parecer. Tras de éste, Keisuke se disculpó como bien debía —al parecer— pidiendo perdón por su comportamiento y por entrometerse en asuntos ajenos a su incumbencia.
—Me disculpo humildemente —contestó por última, aunque no por ello menos importante —por el comportamiento de mis compañeros, no volverá a pasar.
«Estás como una cabra... y después te preguntas porqué mueres tantas veces...»
La chica tomó su bandana, y se acercó hasta la mesa de la Arashikage, donde la dejó. —Con todos mis respetos y subordinación, será un placer volver a la academia.
«Una niñata no va a tratarme como a una niñata. Ellos han renunciado a su orgullo, yo... prefiero afrontar mi error, y asumir las consecuencias y el castigo que me corresponde.»
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)