24/01/2018, 20:21
—Una buena oportunidad es todo lo que necesitamos, compañero —dijo, tratando de infundirle un poco de animo a Keisuke.
—No creo que les resulte tan sencillo; es más, decir que será difícil seria caer en un eufemismo —comento el sabio, manteniéndose al tanto de todo lo que les decía—. Con los de su clan no funciona el deshabilitar su vista; pues son capaces de percibir el calor a su alrededor, una especie de sexto sentido térmico. Tanto es así que bien podrían encontrar un ratón a cien metros durante una ventisca… Además, el fuego común resulta ineficiente contra ellos, solo las llamas alimentadas con chakra son capaces de evitar el factor congelación de su espacio personal.
Con aquello dicho, el plan inicial de Keisuke quedaba bastante lejos de ser realizable: la bomba de humo solo conseguiría entorpecer su propio proceder, mientras que el enemigo sabría en donde estaban a cada momento. Y también estaba el hecho de que tratar de encenderlo en llamas sería casi imposible.
—Ya veo… —dijo, pensativo, mientras arrojaba una mirada al interior de la casa.
Sepayauitl yacía acurrucada en un rincón, temerosa de verse involucrada en semejante conflicto. Aquello le pareció extraño: el que perteneciese a una tribu de clase bélica en donde la batalla y el estatus guerrero eran tan importantes. Resultaba una rareza, pero quizás fuese ese modo de ser el que la impulso a tratar de buscar la paz, aun a riesgo de su vida. El joven de ojos grises no pudo evitar sentirse un tanto avergonzado; pues aquella chica menor que él había necesitado de mucho valor para hacer algo que se planteaba mucho más difícil de lo que ahora tenía entre manos. No podía permitirse a sí mismo, dudar o ser menos en la medida del valor.
—Le enfrentare directamente… —sentencio por fin, mostrando una expresión llena de determinación—. Necesitaremos mantener el combate a la distancia más conveniente, cubrirnos el uno al otro y buscar la posibilidad de un golpe crítico…
»No se me ocurre mucho más, el combate a corta y media distancia es lo que mejor se hacer. ¿Tú que piensas, Keisuke-san?
—No creo que les resulte tan sencillo; es más, decir que será difícil seria caer en un eufemismo —comento el sabio, manteniéndose al tanto de todo lo que les decía—. Con los de su clan no funciona el deshabilitar su vista; pues son capaces de percibir el calor a su alrededor, una especie de sexto sentido térmico. Tanto es así que bien podrían encontrar un ratón a cien metros durante una ventisca… Además, el fuego común resulta ineficiente contra ellos, solo las llamas alimentadas con chakra son capaces de evitar el factor congelación de su espacio personal.
Con aquello dicho, el plan inicial de Keisuke quedaba bastante lejos de ser realizable: la bomba de humo solo conseguiría entorpecer su propio proceder, mientras que el enemigo sabría en donde estaban a cada momento. Y también estaba el hecho de que tratar de encenderlo en llamas sería casi imposible.
—Ya veo… —dijo, pensativo, mientras arrojaba una mirada al interior de la casa.
Sepayauitl yacía acurrucada en un rincón, temerosa de verse involucrada en semejante conflicto. Aquello le pareció extraño: el que perteneciese a una tribu de clase bélica en donde la batalla y el estatus guerrero eran tan importantes. Resultaba una rareza, pero quizás fuese ese modo de ser el que la impulso a tratar de buscar la paz, aun a riesgo de su vida. El joven de ojos grises no pudo evitar sentirse un tanto avergonzado; pues aquella chica menor que él había necesitado de mucho valor para hacer algo que se planteaba mucho más difícil de lo que ahora tenía entre manos. No podía permitirse a sí mismo, dudar o ser menos en la medida del valor.
—Le enfrentare directamente… —sentencio por fin, mostrando una expresión llena de determinación—. Necesitaremos mantener el combate a la distancia más conveniente, cubrirnos el uno al otro y buscar la posibilidad de un golpe crítico…
»No se me ocurre mucho más, el combate a corta y media distancia es lo que mejor se hacer. ¿Tú que piensas, Keisuke-san?