25/01/2018, 15:59
El frío del invierno le había sorprendido aquella mañana en la cual había decidido marchar a tomar otra misión por su falta de estas en el último mes. La última que había realizado, si mal no recordaba, era la que había hecho con los Uchihas que ahora se conocían por toda su villa como Los hermanos del Desierto. Suspiró y pronto se vino abajo al ver como el cielo, encapotado por blancas nubes, amenazaba con seguramente unos cuantos copos de nieve que terminarían por no cuajar del todo, privando a todos los habitantes de Uzushiogakure de disfrutar una nevada de las que hacía mucho no veía.
Pero allí estaba ella, caminando con las manos metidas en los bolsillos y una bufanda atada a su cuello, de color negro, tapándole la cara y la nariz para resguardarse del frío. Había optado por ponerse su jersey y unas vendas en sus rodillas, pues no sentía del todo bien salir con su indumentaria normal a la calle con esas temperaturas, sobre todo en el día más frío de invierno que había tenido en todo el año.
Tras un par de calles y unos minutos contemplando el cielo, por fin llegó al edificio del Uzukage. Tomó aire y se encaminó hacia el gran portón.
—Bien, espero que haya algo para mí... —comentó en voz alta, dispuesta a pasar el puente.
Pero allí estaba ella, caminando con las manos metidas en los bolsillos y una bufanda atada a su cuello, de color negro, tapándole la cara y la nariz para resguardarse del frío. Había optado por ponerse su jersey y unas vendas en sus rodillas, pues no sentía del todo bien salir con su indumentaria normal a la calle con esas temperaturas, sobre todo en el día más frío de invierno que había tenido en todo el año.
Tras un par de calles y unos minutos contemplando el cielo, por fin llegó al edificio del Uzukage. Tomó aire y se encaminó hacia el gran portón.
—Bien, espero que haya algo para mí... —comentó en voz alta, dispuesta a pasar el puente.