25/01/2018, 17:17
Muten Rōshi parpadeó un par de veces con evidente confusión y perplejidad. Los picores ya habían cesado, y el académico había podido —por fin— incorporarse de la cama para adecentarse un poco.
—Sí, bueno, eh, quiero decir... Obviamente les estoy agradecido por haberme sacado de semejante situación y me gustaría expresarles mi agradecimiento, pero... —de repente negó con la cabeza, y su tono de voz se volvió mucho más autoritario—. ¡Eso no explica por qué ustedes tres me estaban espiando! ¿Acaso les envió alguien?
«Meh, esto se está yendo completamente de las manos. No tiene sentido que sigamos aquí, lo único que conseguiremos será estropearlo todo más. La misión ya se fue al garete, mejor desaparecer...»
Para Akame era obvio que aquel hombre poseía un gran intelecto y que cuanto más tiempo estuviesen con él, más detalles descubriría sobre el verdadero propósito que les había llevado hasta allí. Por otra parte, Keisuke y Juro parecían no compartir su punto de vista; querían saber más sobre los motivos de Sumire para engañar y amenazar al profesor.
—¿Pero de qué información me habla? —replicó Rōshi, mirando a Keisuke—. ¡Ya les he dicho que no tengo ni idea de a qué venía eso! ¡Y ustedes siguen sin explicarme qué los ha traído hasta aquí!
Akame se adelantó un paso, clavando sus ojos —todavía tintados de sangre por el Sharingan— en los del profesor. Las aspas negras alrededor de sus pupilas empezaron a girar otra vez, y de repente Rōshi quedó totalmente embelesado. Durante unos segundos más, profesor y shinobi ignoraron completamente a los otros dos presentes, así como todo lo que ocurría a su alrededor.
De repente el uzujin parpadeó, volviendo a la realidad.
—Dice la verdad. No sabe nada —aseveró, desviando la mirada.
El profesor parecía haber recuperado también el seso, y ahora miraba a su alrededor con gesto de evidente extrañeza.
—¿Qué rayos...?
—Cuídese, Muten-sensei —le interrumpió Akame, justo cuando parecía que Rōshi iba a preguntar algo—. Y déjese de andar con jovencitas, maldita sea. Que es usted un hombre casado.
Se dio media vuelta y enfiló la puerta de la habitación; sólo se detuvo un momento para dirigirse a sus otros dos compañeros.
—El pájaro ha volado del nido, aquí no hay nada que hacer. Yo me vuelvo a la Base Madre.
Con aquellas palabras en clave pretendía dejarles clara su intención de volver a la posada donde se alojaban, allí donde aquel misterioso extraño que se hacía llamar "Sensei" les había citado la noche anterior para encargarles seguir y fotografiar al profesor Rōshi con su amante.
Si Keisuke o Juro no le detenían, Akame abandonaría aquel humilde y discreto hostal para dirigirse a paso tranquilo hacia el Taikarunean Beauty.
«Meh, supongo que ni siquiera cobraremos la recompensa... Al fin y al cabo no tenemos una sola maldita prueba de las andaduras del viejo».
—Sí, bueno, eh, quiero decir... Obviamente les estoy agradecido por haberme sacado de semejante situación y me gustaría expresarles mi agradecimiento, pero... —de repente negó con la cabeza, y su tono de voz se volvió mucho más autoritario—. ¡Eso no explica por qué ustedes tres me estaban espiando! ¿Acaso les envió alguien?
«Meh, esto se está yendo completamente de las manos. No tiene sentido que sigamos aquí, lo único que conseguiremos será estropearlo todo más. La misión ya se fue al garete, mejor desaparecer...»
Para Akame era obvio que aquel hombre poseía un gran intelecto y que cuanto más tiempo estuviesen con él, más detalles descubriría sobre el verdadero propósito que les había llevado hasta allí. Por otra parte, Keisuke y Juro parecían no compartir su punto de vista; querían saber más sobre los motivos de Sumire para engañar y amenazar al profesor.
—¿Pero de qué información me habla? —replicó Rōshi, mirando a Keisuke—. ¡Ya les he dicho que no tengo ni idea de a qué venía eso! ¡Y ustedes siguen sin explicarme qué los ha traído hasta aquí!
Akame se adelantó un paso, clavando sus ojos —todavía tintados de sangre por el Sharingan— en los del profesor. Las aspas negras alrededor de sus pupilas empezaron a girar otra vez, y de repente Rōshi quedó totalmente embelesado. Durante unos segundos más, profesor y shinobi ignoraron completamente a los otros dos presentes, así como todo lo que ocurría a su alrededor.
De repente el uzujin parpadeó, volviendo a la realidad.
—Dice la verdad. No sabe nada —aseveró, desviando la mirada.
El profesor parecía haber recuperado también el seso, y ahora miraba a su alrededor con gesto de evidente extrañeza.
—¿Qué rayos...?
—Cuídese, Muten-sensei —le interrumpió Akame, justo cuando parecía que Rōshi iba a preguntar algo—. Y déjese de andar con jovencitas, maldita sea. Que es usted un hombre casado.
Se dio media vuelta y enfiló la puerta de la habitación; sólo se detuvo un momento para dirigirse a sus otros dos compañeros.
—El pájaro ha volado del nido, aquí no hay nada que hacer. Yo me vuelvo a la Base Madre.
Con aquellas palabras en clave pretendía dejarles clara su intención de volver a la posada donde se alojaban, allí donde aquel misterioso extraño que se hacía llamar "Sensei" les había citado la noche anterior para encargarles seguir y fotografiar al profesor Rōshi con su amante.
Si Keisuke o Juro no le detenían, Akame abandonaría aquel humilde y discreto hostal para dirigirse a paso tranquilo hacia el Taikarunean Beauty.
«Meh, supongo que ni siquiera cobraremos la recompensa... Al fin y al cabo no tenemos una sola maldita prueba de las andaduras del viejo».