25/01/2018, 19:40
—Es tú perro, y por consecuencia sus acciones recaen sobre ti, al igual que las tuyas recaen sobre él
— Por esa regla de tres si tu hermano me ofende puedo echarte toda la culpa a ti, ¿no? No, porque es una persona diferente de ti. Pues lo mismo con Stuffy, todos lo veis como una tercera pierna mía y es ofensivo para ambos. Es decir, míralo. ¿Cómo puedes decirle que no es nada más que un insignificante perrucho sin personalidad que se tiene que dedicar a obedecer a un humano?
Al oir, “Es decir, míralo” se sentó poniendo cara de perro ingenuo y dándole la patita a Eri, tal y como habíamos ensayado. Y es que esa era la verdad, yo no “domaba” a mi perro, yo no “amaestraba” a mi perro. Sencillamente, nos poníamos de acuerdo en hacer un acto, una combinación de movimientos que nos llevase a una victoria grandiosa. ¿Acaso era un shuriken? Un arma que afilar y que tirar sin más. No, era un ser vivo con sus pensamientos y sus motivaciones. Un amigo al que yo ayudaría y que me ayudaría en consecuencia.
Stuffy sabía perfectamente qué consecuencias tenían sus actos, obviamente en situaciones de riesgo, mi opinión era incuestionable como la de un capitán y un soldado. Pero esto no era el campo de batalla, y aun así, un soldado no es una pierna más de su capitán. Era hora de que el can brillase por cuenta propia, no como el perro de Nabi.
— Por supuesto que siento que te vieras envuelta en toda esa… movida. Pero de ahí a echarme la culpa de una pelea entre Stuffy y Datsue, hay un trecho muy grande. Claramente, estoy de parte de Stuffy, igual que cualquier otro involucrado puede estar de parte de Datsue y ser inocente de culpa. Si quieres una disculpa de él, ¿no crees que no deberías pedírmelo a mi?
Hice un gesto con la cabeza señalando a Stuffy para aclarar la última oración de mi discurso.
— Por esa regla de tres si tu hermano me ofende puedo echarte toda la culpa a ti, ¿no? No, porque es una persona diferente de ti. Pues lo mismo con Stuffy, todos lo veis como una tercera pierna mía y es ofensivo para ambos. Es decir, míralo. ¿Cómo puedes decirle que no es nada más que un insignificante perrucho sin personalidad que se tiene que dedicar a obedecer a un humano?
Al oir, “Es decir, míralo” se sentó poniendo cara de perro ingenuo y dándole la patita a Eri, tal y como habíamos ensayado. Y es que esa era la verdad, yo no “domaba” a mi perro, yo no “amaestraba” a mi perro. Sencillamente, nos poníamos de acuerdo en hacer un acto, una combinación de movimientos que nos llevase a una victoria grandiosa. ¿Acaso era un shuriken? Un arma que afilar y que tirar sin más. No, era un ser vivo con sus pensamientos y sus motivaciones. Un amigo al que yo ayudaría y que me ayudaría en consecuencia.
Stuffy sabía perfectamente qué consecuencias tenían sus actos, obviamente en situaciones de riesgo, mi opinión era incuestionable como la de un capitán y un soldado. Pero esto no era el campo de batalla, y aun así, un soldado no es una pierna más de su capitán. Era hora de que el can brillase por cuenta propia, no como el perro de Nabi.
— Por supuesto que siento que te vieras envuelta en toda esa… movida. Pero de ahí a echarme la culpa de una pelea entre Stuffy y Datsue, hay un trecho muy grande. Claramente, estoy de parte de Stuffy, igual que cualquier otro involucrado puede estar de parte de Datsue y ser inocente de culpa. Si quieres una disculpa de él, ¿no crees que no deberías pedírmelo a mi?
Hice un gesto con la cabeza señalando a Stuffy para aclarar la última oración de mi discurso.
—Nabi—