26/01/2018, 15:05
No tuvieron que esperar mucho para ver entrar en el salón a los dos hombres con peor cara que la propia Koko y aún a medio vestir.
— Buenos días, siento lo de anoche, aunque no recuerdo muy bien si hicimos algo seguro que no fue muy digno de ver.
— Pero no te disculpes, son cosas de la edad, además, teniendo a shinobis protegiendo la casa no teníamos nada que perder.
El dueño de la casa le dio una palmada a su cliente antes de acabar de abotonarse la camisa y sentarse a degustar la comida, sin esperar a nadie. Por maleducado o porque la casa era suya, en cualquier caso, el barbudo no tardó en seguir a su compañero. Poco después volvió la mujer y se sentó suspirando.
— Pues tu hijo se las comerá frías, porque no hay manera de despertarle.
— Dejalo, con que ayude en las horas de más trabajo, ahora solo hay que despedir a Shin y mirar que sus caballos no hayan liado ningún estropicio.
Cuando todos hubiesen acabado, Shin Fu se levantaría dispuesto a marcharse, asegurandose que sus escoltas estuviesen preparados también. Tras unos minutos de preparar el carro y los caballos ya estarían a punto para irse, si es que ninguno de sus dos shinobis protectores tenía nada que objetar.
— Lo mejor será que cuando atravesemos bosque nos subamos todos en el carro y aligeremos el paso, así llegaremos a Minori al anochecer más o menos y no tendremos que acampar en pleno bosque.
Les informó el aún un poco letárgico conductor una vez se montó en el carromato, esperando, como siempre, que uno de los ninjas se subiese de copiloto.
— Buenos días, siento lo de anoche, aunque no recuerdo muy bien si hicimos algo seguro que no fue muy digno de ver.
— Pero no te disculpes, son cosas de la edad, además, teniendo a shinobis protegiendo la casa no teníamos nada que perder.
El dueño de la casa le dio una palmada a su cliente antes de acabar de abotonarse la camisa y sentarse a degustar la comida, sin esperar a nadie. Por maleducado o porque la casa era suya, en cualquier caso, el barbudo no tardó en seguir a su compañero. Poco después volvió la mujer y se sentó suspirando.
— Pues tu hijo se las comerá frías, porque no hay manera de despertarle.
— Dejalo, con que ayude en las horas de más trabajo, ahora solo hay que despedir a Shin y mirar que sus caballos no hayan liado ningún estropicio.
Cuando todos hubiesen acabado, Shin Fu se levantaría dispuesto a marcharse, asegurandose que sus escoltas estuviesen preparados también. Tras unos minutos de preparar el carro y los caballos ya estarían a punto para irse, si es que ninguno de sus dos shinobis protectores tenía nada que objetar.
— Lo mejor será que cuando atravesemos bosque nos subamos todos en el carro y aligeremos el paso, así llegaremos a Minori al anochecer más o menos y no tendremos que acampar en pleno bosque.
Les informó el aún un poco letárgico conductor una vez se montó en el carromato, esperando, como siempre, que uno de los ninjas se subiese de copiloto.