28/01/2018, 21:22
Mogura había bajado su espada y Keisuke, de mala gana, también. Aiko, sin embargo, era otro tema.
La Inmortal no se había comportado de la manera que uno debía hacer cuando el filo de un trozo frió de acero tenía la decisión de si podías seguir con vida o no, hizo declaraciones fuera de lugar y realizó movimientos que la persona que empuñaba aquella espada interpretaría como una hostilidad.
Y entonces la metáfora se convirtió en realidad. La kunoichi caería sobre la mesa con una herida de muerte y, al llamado de la líder, un ANBU se presentaría en la habitación para recibir ordenes sobre lo que iba a hacerse con el cadáver de Watasashi Aiko.
«Eres una idiota, Watasashi Aiko.»
Pensó el médico, cuando la sorpresa del momento se le pasó. No aprobaba el comportamiento de la fémina ni por asomo, no lo habría recomendado en ningún momento. Habría dejado escapar un suspiro si hubiese tenido la oportunidad, un profundo suspiro.
Llevó su mirada hacía el otro médico y pudo ver la cara de enojo con la que le estaba viendo.
«Esto es lo que corresponde, Inoue Keisuke.»
Pensó mientras le miraba con una expresión seria, como siempre, como si nada anormal hubiese pasado. ¿Estaría esperando el pelirrojo que dijese algo? Eso no iba a pasar.
Aquel encuentro de miradas se vería interrumpido por la voz de la Kage. Quien les diría que de aquel momento en más, ambos tenían que volverse auténticos shinobi. Les exigía que de ahí en más, su relación fuese de respeto, profesionalismo y cordialidad. Aquello era lo que médico de pelo negro exigía desde el primer momento. Advertiría finalmente que de no seguir por el camino que ella planteaba, ambos podrían terminar como la Inmortal.
—Si, Arashikage-sama.
Respondería a la pregunta final de la mujer, acompañando sus palabras nuevamente con una marcada y formal reverencia. En ese momento no podría haberse encontrado en otro polo más opuesto al otro médico, mientras uno luchaba porque sus verdaderos sentimientos no se escapasen por cada poro de su piel, el otro obedecía como si fuese un robot, o un ninja de verdad.
La Inmortal no se había comportado de la manera que uno debía hacer cuando el filo de un trozo frió de acero tenía la decisión de si podías seguir con vida o no, hizo declaraciones fuera de lugar y realizó movimientos que la persona que empuñaba aquella espada interpretaría como una hostilidad.
Y entonces la metáfora se convirtió en realidad. La kunoichi caería sobre la mesa con una herida de muerte y, al llamado de la líder, un ANBU se presentaría en la habitación para recibir ordenes sobre lo que iba a hacerse con el cadáver de Watasashi Aiko.
«Eres una idiota, Watasashi Aiko.»
Pensó el médico, cuando la sorpresa del momento se le pasó. No aprobaba el comportamiento de la fémina ni por asomo, no lo habría recomendado en ningún momento. Habría dejado escapar un suspiro si hubiese tenido la oportunidad, un profundo suspiro.
Llevó su mirada hacía el otro médico y pudo ver la cara de enojo con la que le estaba viendo.
«Esto es lo que corresponde, Inoue Keisuke.»
Pensó mientras le miraba con una expresión seria, como siempre, como si nada anormal hubiese pasado. ¿Estaría esperando el pelirrojo que dijese algo? Eso no iba a pasar.
Aquel encuentro de miradas se vería interrumpido por la voz de la Kage. Quien les diría que de aquel momento en más, ambos tenían que volverse auténticos shinobi. Les exigía que de ahí en más, su relación fuese de respeto, profesionalismo y cordialidad. Aquello era lo que médico de pelo negro exigía desde el primer momento. Advertiría finalmente que de no seguir por el camino que ella planteaba, ambos podrían terminar como la Inmortal.
—Si, Arashikage-sama.
Respondería a la pregunta final de la mujer, acompañando sus palabras nuevamente con una marcada y formal reverencia. En ese momento no podría haberse encontrado en otro polo más opuesto al otro médico, mientras uno luchaba porque sus verdaderos sentimientos no se escapasen por cada poro de su piel, el otro obedecía como si fuese un robot, o un ninja de verdad.
Hablo - Pienso