29/01/2018, 00:47
La chica se sentó frente a Nabi y comenzó a coger cebollas de la caja, una tras otra, para poner las pegatinas que despegaba de los papeles lentamente, por si acaso se cargaba alguna sin querer por su afán de hacer las cosas rápidamente. Las cosas se hacían bien o si no, no se hacían. Lo malo fue cuando, al no saber dónde poner las cebollas etiquetadas, decidió ponerlas a un lado de la mesa, esperando que no ocupasen tanto como para que se cayesen antes de volver a meterlas en la caja.
— ¿Cuanto crees que tardaremos?
«Años, puede que lustros...» Se permitió bromear en su cabeza la kunoichi, sobre todo viendo que aquel olor a cebolla no se iría de sus manos ni aunque frotase con alcohol.
—A este ritmo, en media hora está acabado, como mucho cuarenta y cinco minutos... —dijo la joven, esperanzada y dándose ánimos mentalmente cuando ya había etiquetado cinco cebollas.
Era una caja, así que entre dos personas aquello no debía ser tanto... ¿No? Eso fue lo que pensó al etiquetar la octava cebolla. «¡Le cogeré tirria a las cebollas!» Pensó mientras fruncía los labios a la décima cebolla.
— ¿Cuanto crees que tardaremos?
«Años, puede que lustros...» Se permitió bromear en su cabeza la kunoichi, sobre todo viendo que aquel olor a cebolla no se iría de sus manos ni aunque frotase con alcohol.
—A este ritmo, en media hora está acabado, como mucho cuarenta y cinco minutos... —dijo la joven, esperanzada y dándose ánimos mentalmente cuando ya había etiquetado cinco cebollas.
Era una caja, así que entre dos personas aquello no debía ser tanto... ¿No? Eso fue lo que pensó al etiquetar la octava cebolla. «¡Le cogeré tirria a las cebollas!» Pensó mientras fruncía los labios a la décima cebolla.