29/01/2018, 01:52
Nabi fue a socorrerla cuando más lo necesitaba, exacto, para abrirle aquella puerta corredera. Y cuando ambos se disponían a salir, Aikito les llamó de nuevo.
— Esperad, esperad, cuando deis una de esas cebollas teneis que decir el eslogan que he pensado: "Fideos Aikito es como las cebollas, detrás de cada capa hay otra con aún más sabor."
La joven asintió junto con el Inuzuka, y repitió en voz baja el eslogan unas tres veces antes de que pudiera pronunciarlo todo bien, del tirón, y sin equivocarse en ninguna palabra, por eso, aún fuera del local, seguía murmurando aquello una y otra vez. «Esto va a ser peor que poner las etiquetas...»
Por suerte ya estaban en la calle de nuevo. Frío, aire fresco, y sobre todo un olor a cebollas que no se les iría ni con tres lavados. Pero allí estaban, dispuestos a continuar con su tan ansiada misión.
—Bien, vamos a dar la vuelta a la manzana y vamos dando cebollas a todo el mundo que veamos. Si vemos que no encontramos a nadie, llamamos a las puertas, ¿vale? —propuso ella.
— Esperad, esperad, cuando deis una de esas cebollas teneis que decir el eslogan que he pensado: "Fideos Aikito es como las cebollas, detrás de cada capa hay otra con aún más sabor."
La joven asintió junto con el Inuzuka, y repitió en voz baja el eslogan unas tres veces antes de que pudiera pronunciarlo todo bien, del tirón, y sin equivocarse en ninguna palabra, por eso, aún fuera del local, seguía murmurando aquello una y otra vez. «Esto va a ser peor que poner las etiquetas...»
Por suerte ya estaban en la calle de nuevo. Frío, aire fresco, y sobre todo un olor a cebollas que no se les iría ni con tres lavados. Pero allí estaban, dispuestos a continuar con su tan ansiada misión.
—Bien, vamos a dar la vuelta a la manzana y vamos dando cebollas a todo el mundo que veamos. Si vemos que no encontramos a nadie, llamamos a las puertas, ¿vale? —propuso ella.