30/01/2018, 15:11
—No, no es sólo un color. Es que, es ver una y se me revuelve el estómago. Además todas tienen mal carácter, nunca me he topado con ninguna decente. Es una sensación de desagrado que no puedo describir—
Pero todo eso no hacía más que alimentar mis dudas interiores. Mientras la gente normal y aburrida cogía información y la aceptaba yo me planteaba las dudas más fundamentales de la existencia de tal información. ¿Qué? ¿Cuando? ¿Donde? ¿Cómo? y ¿Por qué? Normalmente me quedaba en el por qué porque todo lo demás me importaba un bledo. Pero aún más normalmente me ceñía a los ¿Y si...? más absurdos y complejos.
— ¿Y si un día te levantas con el pelo amarillo? ¿Explotarías? ¿Y si tu kage un día decide que prefiere ser rubia? ¿Qué harías? Estarías jodido de cojones.
—¿Prefieres esta polvareda a la lluvia? Digo, aunque este viento cesara buena parte del país es inhabitable. Sin contar con las Llanuras de la Tempestad Eterna, el País de la Tormenta no es tan mal sitio para vivir, de verdad. No eres el primero que he escuchado quejarse al respecto. Tampoco digo que sea perfecto pero oye, al menos es mucho más adecuado para vivir que este cajón de arena—
— No he dicho en ningún momento que prefiera una tormenta de arena a la lluvia. La lluvia mola, mucho, hace charcos y los charcos molan. La cosa es que si tengo que elegir entre una lluvia eterna o una tormenta de arena al año, pues me quedo con la tormenta al año.
A pesar de que debíamos estar a una distancia importante de Inaka empezaron a verse cosas en el horizonte. Al acercarnos un poco fueron tomando forma, revelando unas formas características de residencias, solo que parecían abandonadas y con razón.
—¿Qué se supone que es este lugar?
— Ni idea, pero no es Inaka. Vamos a intentar mantener el rumbo y ya. A saber qué bichos pueden haber en esas casas.
Sí, yo mismo me había visto sorprendido al ver que hasta en el desierto había bichos y plantas. Encima plantas que pinchan, el peor tipo de plantas y bichos que pican, el peor tipo de bichos.
Pero todo eso no hacía más que alimentar mis dudas interiores. Mientras la gente normal y aburrida cogía información y la aceptaba yo me planteaba las dudas más fundamentales de la existencia de tal información. ¿Qué? ¿Cuando? ¿Donde? ¿Cómo? y ¿Por qué? Normalmente me quedaba en el por qué porque todo lo demás me importaba un bledo. Pero aún más normalmente me ceñía a los ¿Y si...? más absurdos y complejos.
— ¿Y si un día te levantas con el pelo amarillo? ¿Explotarías? ¿Y si tu kage un día decide que prefiere ser rubia? ¿Qué harías? Estarías jodido de cojones.
—¿Prefieres esta polvareda a la lluvia? Digo, aunque este viento cesara buena parte del país es inhabitable. Sin contar con las Llanuras de la Tempestad Eterna, el País de la Tormenta no es tan mal sitio para vivir, de verdad. No eres el primero que he escuchado quejarse al respecto. Tampoco digo que sea perfecto pero oye, al menos es mucho más adecuado para vivir que este cajón de arena—
— No he dicho en ningún momento que prefiera una tormenta de arena a la lluvia. La lluvia mola, mucho, hace charcos y los charcos molan. La cosa es que si tengo que elegir entre una lluvia eterna o una tormenta de arena al año, pues me quedo con la tormenta al año.
A pesar de que debíamos estar a una distancia importante de Inaka empezaron a verse cosas en el horizonte. Al acercarnos un poco fueron tomando forma, revelando unas formas características de residencias, solo que parecían abandonadas y con razón.
—¿Qué se supone que es este lugar?
— Ni idea, pero no es Inaka. Vamos a intentar mantener el rumbo y ya. A saber qué bichos pueden haber en esas casas.
Sí, yo mismo me había visto sorprendido al ver que hasta en el desierto había bichos y plantas. Encima plantas que pinchan, el peor tipo de plantas y bichos que pican, el peor tipo de bichos.
—Nabi—